capitulo 11

Lucía estaba agotada por lo que había pasado la noche anterior. Cuando despertó, estaba en su cuarto con un conjunto de seda para dormir. No recordaba bien lo que había pasado hasta que salió Darío del baño con una toalla en su cintura y unas gotas de agua que bajaban de su pelo hasta su pecho descubierto y su abdomen bien trabajado.

Cuando Lucía lo vio, sintió un cosquilleo en su parte baja y se ruborizó. Darío volteó a verla y se dirigió a la cama para darle un tierno beso . Ella seguía molesta, pero tenerlo cerca y solo con una toalla en la cintura hizo que su entrepierna se calentara al solo imaginar lo que podrían hacer. Darío alzó su cara tomando su barbilla para poder ver sus hermosos ojos y de su hermosa boca salió una disculpa: "Perdón". Lucía no entendía por qué se disculpaba. "¿Perdón, por qué?" preguntó. "Por no darte el lugar que te mereces frente a Valeria y haber evitado que llegaras a ella pero se que de eso tú te arrepentirias y te pondrías como anoche después de matar a los guardias . Necesito que tú me perdones a mí por haberte tomado del cuello. No fue mi intención",, respondió Darío. "Yo lo sé, mi amor. Como te dije, eres una mujer muy especial y yo te ayudaré". Ella solo asintió y Darío se acercó al oído de ella para decirle: "Tengo un problemita que necesita tu ayuda, mi amor". Diciendo esas palabras, dejó caer la toalla y quedó completamente al descubierto. Lucía se ruborizó al instante y Darío se subió encima de ella para besarla. Lucía sentía un enorme bulto en su estómago.

Darío desabotonó la parte de arriba de la pijama y con una mano desabrochó el sostén mientras con su boca le daba placer a cada uno de sus p3z0n35, dejándolos húmedos. Bajó de un solo golpe la parte baja de la pijama y dejando su cuerpo d35nud0, abriendo sus piernas y viendo su zona muy mojada. Pasó su lengua para probar el sabor de sus mieles y ver cómo empezó a gemir lo hizo calentarse mas . Introdujo su enorme p3n3, haciendo que Lucía soltara de su sensual boca un pequeño grito muy seductor para él y empezar a entrar y salir al compás de los gemidos de su amada, haciéndole ver las estrellas y sentir un enorme placer.

Llenó la sábana de las mieles del amor, llenando el cuarto de pasión, gemidos y el sonido de sus cuerpos chocar, haciendo música en los oídos de los dos amantes deseosos de fundir sus cuerpos convirtiéndose en uno solo. Darío tomó las caderas de Lucía, volteando de espaldas a él y empezó la cabalgata, teniendo a la vista la hermosa espalda color canela y su pequeña cintura con un cu10 de tentación. Vió cada introducción de su p3n3 en la v@g1na de Lucía, llenando y viendo cómo escurría por sus piernas un líquido blanco.

Cayendo de espaldas sobre la cama para poder atraerla a sus brazos y llenarla de besos antes de que tuvieran que levantarse para dirigirse a la ducha y lavar el resultado de su pasión y el sudor de sus cuerpos.