capitulo 8

El padre de Darío estaba sentado en la mesa esperando a su hijo y a Lucía. Estaba encantado de poder tenerla en sus tierras además ella era muy hermosa. La leyenda de la gran bruja decía que ella era una mujer hermosa pero nunca penso que tanto y donde ella estaba siempre había abundancia. Además, el tenerla en su poder los hacía casi invencibles. Su sangre era capaz de regresar a cualquier persona de la muerte y si ella aprendía a usar sus poderes podría invocar a demonios que al tomar su sangre la obedecerian fielmente , no habría poder que la detuviera. Su hijo había sido bendecido, solo esperaba que por andar de mujeriego la perdiera. A pocos minutos llegó la pareja tomados de la mano. Lucía llevaba la marca de los colmillos de Darío. Su padre no estaba muy de acuerdo con cómo estaban llevando las cosas. Él era un hombre chapado a la antigua, pero con Lucía haría una excepción. No podía esperar a que alguien la robara. Se acordó de poner más guardias y tratar de esconder lo que ella era. Se sentaron, pero ella estaba un poco inquieta e incómoda. Era la única comiendo mientras ellos platicaban haciéndole compañía. De repente, el padre de él habló y le preguntó a Darío: "¿Cuándo se hará la ceremonia?" "Por favor, padre, es muy pronto." "No fue muy pronto para otras cosas", dijo señalando el cuello de Lucía. Ella solo se sonrojó por las palabras y volteó a ver a los dos hombres que solo la voltearon a ver, preguntando su opinión. Ella solo desvió la mirada y se puso nerviosa. En ese momento, se escuchó el timbre y después de unos segundos entró una mujer de ojos azules, piel clara y pelo rubio. Darío se paró enojado y le preguntó: "¿Se te ofrece algo?" "Claro que sí, amor. Te he estado esperando desde hace una semana en nuestro apartamento y no llegas me siento muy sola y necesito a mi hombre además. Estaba preocupada por ti." Lucía solo lo miró con lágrimas en los ojos y se levantó de la mesa para ir a su cuarto. La mujer miró a Lucía, pero no le tomó mucha importancia. "Te mandé un mensaje diciendo que ya no te quería y que buscaras a otro." "¿Cómo me puedes hablar así, Darío? Escuché, suegro, cómo me habla." "Ya basta de dramas. Te vas ahora mismo y no regresas."

Lucía era una loba y podía escuchar lo que decían en el comedor. Estaba en el pasillo y se había arrepentido de salir así, pero cuando terminaron la plática se sentía más triste y derrotada. Prefirió salir a caminar un rato y aclarar sus pensamientos.

Entrando en el bosque sintió que la observaban y caminó hacia esa dirección. Pudo ver a un hombre en lo oscuro del bosque, no era otro que su adorado Alex, quien la había seguido como un perro fiel con su amo. Él se acercaba, pero ella seguía retrocediendo. Lo podía ver y sentía vergüenza y una enorme tristeza, ella se había olvidado de él.

Intentó escapar, pero Alex la tomó del brazo. Él olía a frutos rojos. Ella lo observó y por primera vez pudo escuchar la voz de Kora otra vez.

-Él es nuestra segunda oportunidad.

Lucía no podía creer eso si ya tenía una marca. Kora podía escuchar todo lo que pensaba Lucía y le contestó:

-Él es por tu lado vampiro, pero yo necesito un mate y es nuestro y lo voy a reclamar. Así no puedas hacerlo, sentiré ese amor que tanto anhelo, por lo menos hasta que te decidas.