VERONICA
Sigo al antiguo Gran General hasta un carruaje y los dos subimos a él, el hombre deja a Valerio sin muchas consideraciones en uno de los asientos del carruaje antes de subir y partimos rumbo a quien sabe donde
- ¿A dónde nos dirigimos? – le pregunto una vez el carruaje se puso en marcha
- Vamos a mi casa, allí ya se encuentra un médico de confianza, él lo tratara – me contesta
- Y ¿por qué no tratarlo en su casa? – le pregunto ya que seguramente su abuelo debe de estar preocupado
- No es viable, muchos médicos se venden, el mío es confiable – me dice y yo no entiendo para que necesitamos a un médico confiable, y creo que se da cuenta de mi confusión porque me lo aclara – lo que tenía esa espada es un droga, y estoy seguro que intentaran convencer al consejo de que Valerio hizo trampa, aunque sea absurdo, así que para evitar esos problemas mi médico lo revisara – oigo que dice
- ¿cómo sabemos que su médico no se venderá? – le pregunto comprendiendo lo delicado de la situación, si se sabe lo de la droga nunca acusarían al hijo de un noble de alto rango por hacer trampa, así que la reputación de Valerio estaría en duda así como su honor
- Porque es mi esposa – me dice y yo me sorprendo, la mujer del gran General no es muy conocida en los círculos sociales ya que es de origen humilde, así que no sabía que fuera medico
Llegamos a la casa del antiguo Gran General y este saca a Valerio como si de un saco se tratara del carruaje
- Lorenzo acaso eres un animal, como te atreves a traerlo así – oigo que dice una mujer bajita, de complexión algo robusta pero sin dudas muy hermosa – y ustedes que esperan vayan a ayudar a ese animal – les dice la mujer a dos de los sirvientes de la casa quienes se apuran a trasladar a Valerio de una manera más cuidadosa
- Eres una exagerada, Valerio es un guerrero, el mejor que he visto, un traslado algo brusco no representa nada para él – oigo que le contesta
- Esa es la excusa más barata que te oído decir, ahora entren y déjenlo en la habitación de abajo en un momento voy – le dice la mujer y solo cuando los hombres desaparecen por la puerta la mujer repara en mi – un placer tenerla en mi hogar señorita Volana – me saluda
- El placer es mío y llámeme Verónica, al fin y al cabo usted tratara a mi prometido – le digo
- En eso caso llámame Ariana, adelante pase – me dice y yo entro junto con ella a la mansión – Ingrid guía a la señorita al jardín y sírvele un poco de té – le ordena a una chica y esta se va a cumplir su orden – sé que debes de estar muy preocupada por tu prometido, pero debes entender que ahora lo único que puedes hacer es esperar, ve y relájate un poco y cuando termine mandare por ti – me dice
- Está bien – le contesto y me dejo guiar por la tal Ingrid, quien ya está de regreso con la charola del té
En verdad lo que quiero hacer es ir y ver a Valerio pero sé que solo entorpeceré su trabajo y pondría en riesgo a Valerio, por lo que solo me queda esperar, llego al jardín e Ingrid me sirve un poco de té y cuando está a punto de irse recuerdo algo.
- Sería posible que pudiera mandar un mensaje – le digo
- Le preguntare a mi señor – me dice y se retira
Mientras espero a que vuelva decido tomar un poco del té y me doy cuenta de que es medicinal, ya que cada sorbo que tomo me relaja; no pasa mucho tiempo cuando veo al antiguo Gran Genera llegar
- ¿A quién desea mandarle un mensaje? – me pregunta
- Al abuelo de Valerio, a la princesa Leila y a mi padre, a los dos primeros para informarles que Valerio está bien y a mi padre para decirle en donde me encuentro – le digo
- Está bien, mandare a unos de mis hombres, ellos llegaran más rápido que cualquier mensajero – me dice y me da un poco de papel y tinta para que redacte los mensajes y una vez he acabado los toma y se los lleva
Entre más tiempo pasa más angustiada estoy por Valerio y cuando siento que no puedo más me levanto y parto rumbo a la mansión en busca de información sobre mi amado, pero no llego muy lejos cuando la señora Ariana sale a mi encuentro
- Veo que tu paciencia se estaba acabando – me dice
- ¿Cómo está? – le pregunto ignorando su cometario
- Está bien, las heridas eran menos profundas de lo que creía, y aunque se necesitó sutura alguna de ellas, estas no causaron daños muy importantes, tuvo una perdida muy importante de sangre, pero no es algo que una buena temporada de descanso y buena alimentación no hagan que se recupere, con respeto a la droga que había en su cuerpo esta fue expulsada en su mayoría de su cuerpo durante el combate, atreves del sudor y de la misma sangre que perdió, por lo que la poco que aun queda en su sistema desaparecerá con el paso del tiempo, por lo que puede que sufra los efecto de esta unas pocas horas más – me explica
- Y ¿Qué hay de su fiebre? – le pregunto
- Es uno de los efectos de la droga, pero en estos momento funciona a nuestro favor ya que hará que sude y así la eliminara más rápido – me dice y yo suspiro aliviada
- ¿puedo verlo? – le pregunto
- Por supuesto, sígueme – y yo lo hago gustosa
Llegamos a una habitación que se encuentra en el piso inferior de la casa, lo cual no es muy usual, pero si practico a la hora de tener que tratar a alguien que llega herido y sin la capacidad de desplazarse con facilidad.
Al entrar a la habitación veo a Valerio que no se ve muy bien, esta pálido y suda demasiado pero lo que me preocupa es el hecho de que se encuentra inconsciente.
- ¿Por qué aun no despierta? – le pregunto a la señora Ariana
- Porque le di algo para que durmiera, es mejor que pase los efectos de la droga estando dormido que despierto, con suerte cuando despierte esta habrá desaparecido por completo de su cuerpo – me contesta a lo que yo le sonrió en señal de agradecimiento
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Ana Laos reyna
Tenía que ser ese cobarde que siempre le tuvo cólera por ser un joven con mejores valores que el tal Tomás
2023-12-17
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