Capítulo 20

Ante el tenso ambiente que se estaba formando allí, Igor intentó sacar otro tema de conversación. Como no tenía experiencia en eso, se sentó y preguntó al fotógrafo:

- ¿Tomamos la foto así? ¿Uno al lado del otro?

- Sí, pero deberías recoger un poco tu cabello para que no te tape la cara.

Al fotógrafo le parecía que el largo del cabello de Igor molestaba. Su rostro era bonito y tenía cierta delicadeza, luciría mejor si estaba expuesto.

Igor estuvo de acuerdo con la sugerencia. Sacó una pequeña liga del bolsillo de su pantalón, luego miró el rostro severo de Enrico y, antes de que el equipo pudiera entregarle un espejo, acercó un poco la silla de ruedas. Tenía algunas ideas divertidas en mente, se acercó a Enrico y le hizo una petición.

- Quédate quieto y no te muevas.

La distancia entre los dos se acortó repentinamente, estaban tan cerca que podían sentir la cálida respiración de Igor. La espalda de Enrico se apoyó más en el respaldo de la silla.

- ¿Qué crees que estás haciendo?

- Usando la lente de tus lentes como espejo, será rápido.

Enrico miró el rostro del hombre frente a él y no dijo nada. Su piel morena combinaba con sus ojos almendrados, su nariz era recta y bonita, sus labios bien formados se abrieron ligeramente y parecía que podía ver su lengua rosada.

El cuello de su camisa estaba abierto, como una especie de seducción silenciosa que desconcertaba a cualquiera que lo mirase. Obviamente, no había hecho nada, pero parecía que lo había planeado todo. Terminó de atarse el cabello y volvió a hablar con Enrico.

- Señor Enrico, ¿qué debo hacer? Tus ojos ahora están llenos de mí -susurró su nombre y tenía una expresión de satisfacción al lograr lo que quería.

Enrico miraba a Igor y su rostro no revelaba ninguna emoción diferente. Cuando el otro comenzó a retroceder triunfalmente, él hizo un movimiento. Enrico agarró su muñeca y lo atrajo de nuevo, y su voz sonó firme como siempre.

- Tú tampoco te muevas.

- ¿Qué? -Igor se sorprendió.

De repente, Enrico extendió su mano y alcanzó el cuello de Igor, cerrando lentamente aquellos dos botones abiertos. Sus dedos eran largos, las puntas tenían una ligera capa de callos; al tocar intencionalmente la piel bajo la tela, un escalofrío y un estremecimiento confundieron la respiración de Igor.

Inconscientemente, Igor quería alejarse, pero Enrico continuó sus movimientos. Una luz brilló en sus tranquilos ojos, como si estuviera mirando a una presa que acababa de entrar en su territorio.

- ¿Qué pasa? ¿Solo tú tienes permiso para jugar? ¿Pero yo no puedo moverme ligeramente? Señor Igor, usted es bastante pretencioso.

Igor quedó bloqueado por esas palabras, mostrando segundos raros de obediencia. Enrico estaba satisfecho y retiró su mano.

- Listo, ahora podemos tomar la foto.

- Espera.

Igor, quien recuperó sus sentidos después de esos segundos de aturdimiento, no aceptaba ser superado. Llevó sus manos al rostro de Enrico, quitándole los anteojos; pero las puntas de sus dedos rozaron la piel de Enrico de forma ligera y seductora, con el objetivo de recuperar su compostura.

- Señor Enrico, te ves mejor sin lentes.

El fotógrafo, que estaba cerca y veía y escuchaba todo, ya estaba sintiéndose incómodo y sonrojado con esa escena. El coqueteo de esa pareja estaba volviendo el ambiente pegajoso, lo cual lo hacía sentir incómodo. Igor, quien no vio la expresión del fotógrafo, continuó.

- Esta es nuestra primera foto juntos, debemos estar bien presentables. Quién sabe, tal vez la muestre a las personas en el futuro -guiñó un ojo a Enrico.

La forma en que habló daba la impresión de que no estaban fingiendo ese matrimonio, sino que de verdad usarían ese certificado por el resto de sus vidas. Enrico no se negó.

- De acuerdo, deja que Natanael se encargue de esto.

Natanael, que escuchó su nombre, se acercó a ellos y tomó los anteojos. Cuando regresó a su lugar, le dio un toque a Meng.

- ¿Lo viste? El humor del señor Enrico mejoró.

Peterson, que estaba a su lado, no dijo nada, se limitó a asentir. Uno era su ayudante y el otro su guardaespaldas, ambos estaban acostumbrados a leer las expresiones y los estados de ánimo de Enrico. En comparación con el momento en que entró en la habitación, podía decirse que el humor de Enrico había pasado de nublado a soleado, y Nathaniel se dio cuenta de que se debía a Igor, lo que le hizo sentirse extraño.

Media hora más tarde, los dos se marchaban con el certificado en la mano. Estaba hecho como una especie de pasaporte, en él aparecía la foto que se habían hecho los dos y cada uno recibía un certificado. Igor se metió un caramelo en la boca y se dirigió al coche.

Enrico usó sus fuerzas para llegar de la silla al coche, y lentamente le hizo señas con los ojos a Nathaniel, que comprendió el mensaje y sacó una tarjeta de crédito del bolsillo, entregándosela a Igor.

- Sr. Igor, esta tarjeta la ha preparado el Sr. Enrico para usted, la contraseña es su cumpleaños.

Los dos acababan de firmar ese documento, y Enrico ya estaba cumpliendo parte de su acuerdo, añadió.

- La tarjeta no tiene límites, pero todos los gastos se me enviarán en tiempo real, siempre que no la utilices para infringir la ley, así que lo que quieras gastar es cosa tuya.

Igor miró a Enrico y luego la tarjeta, ¿así funcionaba el ingreso en una familia millonaria? Aceptó sin rechistar, sonriendo alegremente.

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