El pequeño Samuel fue a su asiento, abrochándose el cinturón de seguridad, pero se sonrojó un poco por lo que había pasado, así que se acercó a su tío, queriendo saber quién era ese hombre.
— Tío, ¿es tu amigo?
Igor sonrió y levantó una ceja al escuchar la pregunta, él era más que un amigo, tenía que hacer el papel de novio y esposo de Enrico, cuando estaba a punto de provocar al niño pequeño, Enrico se dio la vuelta y pronunció cada palabra en serio para él.
— Él es de la familia, vivirá con nosotros a partir de ahora.
¿Familia? Cuando Igor escuchó esa palabra, su sonrisa provocadora se desvaneció, escuchó ese término que para él era desconocido, ya que no podía referirse a sus parientes de esa manera.
Igor bajó la mirada para ocultar su expresión, la mano dentro del pantalón también ocultaba que sus manos estaban apretadas.
— ¿Por qué no entras al auto? — le llamó la atención al ver que estaba parado mirando hacia abajo.
Igor levantó rápidamente la vista para encontrar la misma expresión de siempre, en el rostro de Enrico, pero trató de cambiar su propia expresión, poniendo una sonrisa.
— Parece que usted ha asumido el papel mucho más rápido que yo, en el primer día y ya nos estamos tratando como familia.
Enrico todavía lo observó por un momento, mientras el otro estaba al lado de la puerta con esa sonrisa, aunque aún estaba bien escondida, todavía tenía un poco de desánimo y sorpresa, de la cual aún no se había recuperado, Enrico desvió la mirada fingiendo no haberlo notado y lo llamó por su nombre.
— Igor Rossi, entra al auto y vamos a casa.
Esas pocas palabras parecían incluso un hechizo mágico, que en cuanto las escuchó, su sonrisa volvió a ensancharse, se sintió más dulce y entró al auto, observando a esos dos con expresión seria, aunque uno parecía estar bastante curioso.
Al llegar de vuelta a la mansión, Enrico se aseguró de hablar con Igor sobre el matrimonio, incluso si los dos habían acordado algo tan instantáneo, aún había trámites por hacer, si hicieran un banquete de bodas de forma tan apresurada, podría parecer falso a los ojos de los demás, así que acordaron hacerlo más adelante, por lo tanto, esa noche no sería como lo había dicho en la puerta de la casa de la familia Rossi.
Durante la cena, Samuel removía distraído el pescado deshuesado con su cuchara, mientras no podía dejar de mirar a Igor, él también prestó atención a la mirada del niño hacia él y decidió romper el silencio.
— Pequeño hámster, ¿soy muy guapo? ¿Por eso no puedes dejar de mirarme?
Las últimas palabras fueron dichas lentamente, con la intención de provocar a Samuel, quien se puso incómodo y rojo por la provocación del otro.
— No.
Respondió luego y bajó la cabeza, mirando su plato, fingiendo que nada había pasado, Igor miró su mejilla y se contuvo al máximo para no reír, ese niño fingía ser un adulto serio, pero aún era un niño y era natural su curiosidad.
— Señor, ¿la comida no es de su agrado? — Odete expresó su preocupación al ver que Igor apenas había tocado la comida.
— No es eso, simplemente no tengo apetito.
Enrico, que estaba sentado en la silla principal, escuchó la conversación, dejando su cubierto y pronunciándose.
— Odete, ¿queda pescado en la cocina?
— Sí, como sabemos que a Samuel le gusta mucho este plato, hicimos un poco más.
— Sirve un poco para Igor.
Los ojos de Igor brillaron inconscientemente, pero todavía intentó no admitirlo.
— No es necesario quitarle comida al niño para servirme.
Enrico, que tenía una mirada cautivadora detrás de esas gafas, tenía un toque de diversión.
— ¿En serio? Pero pude ver cómo mirabas con deseo el pescado de Samuel.
Igor se avergonzó un poco al ser sorprendido codiciando la comida de Samuel, y que se pusiera incómodo era algo raro de ver en él. Odete sonrió disimuladamente y se fue a preparar el pedido. Pronto regresó con pescado cocido en una salsa de huevo, el pescado era cuidadosamente seleccionado y solo se utilizaban los filetes sin espinas, ya que Samuel solía atragantarse con ellas, por lo que comenzaron a hacerlo de esa manera.
Igor miró el plato frente a él, solía disfrutar mucho comiendo pescado, pero después de la muerte de su madre y que nadie más lo cuidara, se atragantaba con las espinas en varias ocasiones y dejó de comer su plato favorito. Fue sacado de sus pensamientos al escuchar la voz de Enrico hablando con su sobrino.
— Come, no se debe desperdiciar la comida.
Samuel sujetó firmemente la cuchara de nuevo y miró a Igor.
— Tú también debes comer, no puedes desperdiciar.
— ¿Quién dijo que no voy a comer? No pienso dejar ni una gota.
Igor le respondió, pero la satisfacción en sus ojos era evidente, miró a Enrico, quien todavía lo observaba, pero cuando se dio cuenta de que fue sorprendido en esa mirada, volvió a comer. La cena transcurrió tranquila, el pequeño hámster parecía sentirse animado y volvió a comer, Odete observaba esa escena y no pudo evitar sonreír, hacía mucho tiempo que el ambiente no estaba tan bueno en esa casa, miró a Igor, que comía satisfecho, pensando que esa había sido la mejor decisión que Enrico realmente podría haber tomado.
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