Capítulo 13

El viento que entró por la ventana soplo una hebra de cabello de Igor, que ondeaba frente a su rostro. Esa imagen podría hacer que el corazón de cualquier persona vacilara. Enrico no apartó la mirada, lo observó por algunos segundos antes de responder en un tono bajo y tranquilo.

— No estoy curioso porque la propuesta la hice yo. Tu aceptación es suficiente. Respecto a querer dividir los bienes de mi familia frente a mis narices, solo puedo pensar que te consideras muy capaz.

Al terminar de decir esas palabras, el coche se detuvo frente a la mansión. El asistente y el guardaespaldas bajaron rápidamente. Uno abrió la puerta trasera y el otro colocó la silla de ruedas en su lugar. Enrico ya estaba acostumbrado a todo ese proceso. Pasó de su asiento a la silla por sus propios medios, sin ayuda de nadie.

Igor aún estaba sentado observando cada movimiento de Enrico. Luego levantó una ceja con cierto interés y alzó los ojos para ver a una señora que se acercaba con otros empleados listos para recibirlos.

— Señor, ha vuelto rápido. ¿Todo está bien?

— Sí, todo en orden. — Miró hacia el coche. — Baja.

La señora siguió la mirada de su jefe y encontró a Igor sentado inmóvil en el asiento trasero. Su mirada mostraba cierta sorpresa y su voz sonaba un poco temerosa.

— Señor, este... este es el joven de la familia Rossi?

Igor descendió y se amarró el cabello de forma casual mientras ondeaba al viento antes de presentarse.

— Hola, soy Igor Rossi. La razón por la que estoy aquí es que su jefe y yo nos enamoramos a primera vista, nos llevamos muy bien y tenemos la intención de casarnos. — Dijo todo eso sin soltar la mano de la anciana, que se quedó con la boca abierta, pero la broma en su tono era muy obvia.

— Eso... — Intentó decir algo, todavía algo asustada.

— Bueno, a partir de hoy él será uno de los dueños de esta casa. Odete, avisa a todos los empleados que estén atentos a esto. — No negó las palabras de Igor.

— Sí, señor. — Intentó estabilizar sus emociones.

— Natanael, tú y Meng vuelvan a la casa de Igor. — Dio la orden y luego dirigió su atención al hombre detrás de él. — ¿Cuántas cosas dejaste en tu casa?

— Solo una maleta y mi billetera. — Respondió encogiéndose de hombros.

Natanael asintió y justo cuando estaba a punto de entrar en el coche, Igor se acordó de algo más.

— Espera, debe haber un portarretratos en el segundo cajón de la mesita de noche. Tráemelo, por favor.

En ese momento, no había rastro de broma o burla en la voz de Igor, pero parecía estar hablando en serio. Natanael miró primero a Enrico y luego aceptó lo que le pidió.

— Lo haré, señor Igor.

Después de que sus hombres subieran al coche, Enrico manejó la silla de ruedas y empezó a dirigirse hacia la casa.

— Entra. — Dijo a Igor sin mirarlo.

Se había hecho una rampa para facilitar su movimiento y poder entrar y salir de la casa con facilidad. Él entró y los empleados lo siguieron, pero ninguno sobrepasó a Enrico. Igor aún se quedó parado observando eso. La sensación de entrar en una familia millonaria era realmente buena.

Igor solo aceptó ese acuerdo de matrimonio por el sueño que tenía. Hasta ese momento, no sabía hasta dónde estas situaciones seguirían fielmente lo que soñó. Necesitaba algún apoyo en caso de que las cosas se pusieran mal.

Enrico había tomado la iniciativa de proponer ese acuerdo y darle un alto estatus. ¿Por qué debería decir que no? Después de todo, si todo lo que soñó era verdad, se podría decir que ese acuerdo sería como una alianza entre víctimas. Si algo pasara en el futuro, podrían apoyarse mutuamente. Y lo más importante, Enrico era muy atractivo. Vivir bajo el mismo techo que ese hombre y no tener que preocuparse por comida y ropa ¿Cuándo podría encontrar un trabajo tan bueno como ese?

Igor estaba más que dispuesto a cooperar en aquel acuerdo, él tendría que estar con algún problema si pensara en recusar, los beneficios son mayores que las desventajas, así que solo tenía que aprovechar su suerte, ya que no solía aparecer así, mientras pensaba en esas cosas, siguió a Enrico hacia dentro de la enorme mansión.

Cuando Natanael volvió, fue en dirección a la sala de entrenamiento, Enrico estaba allí, un equipo médico estaba en el lugar y varios aparatos estaban conectados a sus piernas, ellos hacían el monitoreo de los resultados.

Odete estaba en la sala, y miraba de una forma aprensiva esa situación, estaba con miedo de que él cayera y se lastimara, el esfuerzo y el dolor eran visibles en el rostro de Enrico, que tenía venas visibles en su frente y el sudor cubría su rostro y su cuerpo.

Había solo algunos sonidos amortiguados que él producía, más parecía una fiera que estaba atrapada en un pequeño espacio, él estaba pasando por su rehabilitación semanal, y el grado de dolor que Enrico pasaba en cada sesión, no podía ser descrito en palabras.

Natanael se despertó temprano esa mañana de invierno. A pesar del frío que se colaba a través de las rendijas de la ventana, se levantó de la cama con energía. Se acercó al lavabo, se lavó la cara y se peinó el cabello. Luego, se vistió con su mejor traje y se calzó unos elegantes zapatos de cuero negro. Se miró en el espejo y sonrió, sabiendo que ese día sería especial.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Allí, su madre había preparado un delicioso desayuno para él. Natanael se sentó a la mesa y comenzó a comer, saboreando cada bocado. Su madre lo observaba con cariño mientras él disfrutaba de la comida.

Después de desayunar, Natanael salió de casa y caminó por las calles del pueblo. La gente lo saludaba con entusiasmo y él respondía con una sonrisa amable. Todos sabían que ese día Natanael cumplía uno de sus mayores sueños.

Finalmente, llegó al lugar donde se llevaría a cabo su presentación. Era un hermoso teatro con butacas de terciopelo rojo y un imponente escenario. Los nervios se apoderaron de Natanael, pero su determinación era más fuerte.

Subió al escenario y se colocó delante del micrófono. Miró al público expectante y comenzó a hablar. Sus palabras fluían con naturalidad y su voz resonaba en todo el teatro. Cada vez que terminaba una frase, el público aplaudía emocionado.

Cuando terminó su presentación, el teatro estalló en aplausos. Natanael se sentía lleno de gratitud y alegría. Había logrado su cometido y había emocionado a todos con su talento.

Natanael se despidió del público con una reverencia y abandonó el escenario con una sonrisa radiante en su rostro. Sabía que ese era solo el comienzo de una exitosa carrera como escritor.

El personaje principal de la novela es Peterson Meng, un hombre de mediana edad con una apariencia notable. Su cabello oscuro y desordenado cae sobre su frente arrugada, y sus ojos verdes penetrantes parecen siempre estar escudriñando el horizonte en busca de algo. Peterson tiene una barba canosa que le da una apariencia algo salvaje, pero a la vez sofisticada. Su figura es alta y delgada, lo que le da un aire de misterio y elegancia. Siempre viste trajes oscuros y formales, con corbatas bien ajustadas y zapatos lustrosos. Peterson siempre tiene una actitud seria y reservada, rara vez mostrando emociones abiertamente. Sin embargo, sus ojos brillan con intensidad cuando está analizando una situación o descifrando algún misterio. Su voz profunda y calmada transmite sabiduría y experiencia. Aunque guarda sus secretos celosamente, Peterson es conocido por su devoción a la justicia y su habilidad para resolver casos complejos. Es un hombre enigmático, que lleva consigo los pesos del pasado pero también la esperanza de un futuro mejor.

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