Capítulo 17

"Siete sombras, seis muertos vivientes y su maestro, un controlador, bastante irónico", declaré, provocando que el hombre de pelo blanco simplemente encogiera ligeramente los hombros.

"Fueron asesinados en una misión anterior, ¿qué puedo hacer más que controlarlos, y parece que la resurrección ya no es una opción?"

"Ah, precisamente... Te sugiero que te rindas y te entregues a los caballeros o al ejército".

En lugar de responder, él se rió.

"Detesto ambas opciones, ya sea en el reino que me emplea o aquí, es todo lo mismo".

"Entonces, ¿por qué aceptar esta tarea?"

Sus palabras y acciones no coincidían.

"La respuesta es simple, necesito dinero".

Suspiré profundamente.

"Bueno, entiendo la importancia del dinero, pero seguramente puedes encontrar otro trabajo que no sea matar. Incluso yo, sin trabajo, soy mejor que tú".

"Eso es imposible, ya que este es el trabajo que disfruto".

Frente a él había una figura invocada, un noble de una familia de vizcondes que anteriormente tenía derechos sobre la ciudad del laberinto.

Era Douglas, aunque en forma de zombi.

No es de extrañar que los aventureros no hayan podido localizarlo. Si ya no es necesario, simplemente mátalo.

"En forma humana, era repugnante, y ahora aún más".

"Es nobleza, sin embargo".

"No me importa".

Balanceé mi espada, enviando su cabeza volando hacia el cielo antes de que cayera. La cabeza estaba intacta, así que más tarde podría enviarla a la guild.

Sería lamentable que los aventureros buscaran a este noble durante mucho tiempo.

"No habrá misericordia, para un hombre verdaderamente incomprensible".

Aparecí frente a él, pateándolo con tanta fuerza que fue expulsado de la ciudad, con la cabeza chocando primero contra el suelo; salté ligeramente mientras él volvía a levantarse, sus extremidades fracturadas mientras su cabeza se giraba hacia atrás.

"Hace décadas oí hablar de un maestro nigromante capaz de crear excelentes títeres de cadáveres y transferir su espíritu al siguiente cadáver; nunca imaginé que esa persona estuviera ante mí ahora".

"Un honor ser reconocido, es una lástima que hasta ahora nadie se haya dado cuenta".

Surgió un ataúd y, al abrirse, dentro yacía un nuevo cadáver, el cuerpo del hombre anterior se derrumbó, y el cuerpo en el ataúd abrió los ojos.

Su pelo blanco era más corto y sus ojos tenían un matiz plateado.

"Mi nombre es Pride, un nigromante".

"Orgullo, arrogancia... ah, se nota... en efecto, eres presumido al usar a los humanos como juguetes".

"Así es como es, ¿acaso algo así solo es alcanzable por un poder divino? No... tal vez yo mismo merezco más la divinidad".

Suspiré profundamente y balanceé mi espada, interrumpido por un cráneo que había aparecido en algún momento, solo fue un instante hasta que destruí su cuerpo.

Pride saltó hacia atrás en una evasión juguetona.

"¡Ay, ay... Esta misión solo requería que matara a los poderosos de la ciudad del laberinto, estoy seguro de haber matado a cien, así que es hora de retirarse".

"¿Planeas huir?" dije con sarcasmo.

"No, más bien he preparado otro escenario para terminar mi trabajo".

Incliné la cabeza mientras él retrocedía lentamente, poco a poco.

Dicen que debo matar a los poderosos de esta ciudad para debilitar las fuerzas de este reino, pero en realidad, tengo un plan mejor. ¿Por qué matar a unos pocos cuando se pueden masacrar a muchos?

Un ejército de esqueletos emergió de los bosques camuflados, su número alrededor de cincuenta mil.

"Entonces, me retiraré; esta ciudad es lo suficientemente intrigante como para arruinarla".

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