cap 13: Justicia.

⚕⚕ Francisco Ramírez ⚕⚕

La demanda procedió y en los siguientes días le llevaron la citación a mis hermanas.

Los cuatro chicos fueron aprensados y ni todo el dinero o poder que sus familiares pudieran tener los salvaría de la justicia y de la mano de hierro del tiburón Travis.

Permanecían en un centro de detención a la espera del juicio.

Los días pasaban y cada día mi salud mejoraba despacio, lo peor era mis costillas rotas, no podía hacer esfuerzo alguno, hasta el respirar era doloroso para mí, pero nada comparado por esas mald*tas pesadillas.

Por orden de Travis una psicóloga me visitaba.

Mi familia seguía viniendo con insistencia de hablar conmigo.

Le pedí a Isaac que instalara cámaras en el pasillo que estuvieran conectadas a mi celular para así ver y oír lo que dicen.

Mi padre, tío y abuelo querían verme para hacerme desistir de denunciar a mis hermanas, siempre defendiéndolas y consintiendo a esos monstruos.

Mi abuela Lupita era la única que estaba triste y llorando siempre, ella mi amada viejita ha sido tan dulce y buena conmigo, solo ella me ha consentido, para ella yo era el niño más especial del mundo.

Sergio... Sergio lo volvió a llamar sacándolo del entusiasmo del partido de futbol que miraba en el celular.

Dígame niño Francisco.

No me digas niño Francisco, solo Fran.

Si niño Fran, respondió apenado.

Rodé mis ojos con fastidio, no importa dije irritado.

Hice una pausa porque el hablar en un tono era doloroso.

Quiero ver a mi abuela Lupita, hazla pasar por favor.

Sergio me miro sorprendido y asintió, camino hasta la puerta, giro la perilla y abrió, todos tomaron sus posiciones, para preguntar por mí y pedir si podían verme.

Sergio se alejó de ellos en dirección de mi abuelita y le hablo con cariño, la ayudo a ponerse de pie y juntos caminaron.

Mi padre se acercó con intenciones de pedirle algo y Sergio lo fulmino con la mirada, ni lo intente señor Franco, le dijo serio tanto que hasta me sorprendió.

Mi abuelita entró a la habitación, su rostro se veía demacrado, hinchado y ojerosa, se notaba el cansancio y la falta de sueño.

Me regalo la sonrisa más cálida y linda del mundo, sonrisa que derritió mi corazón de amor.

Mi viejita linda ven y dame un beso, le dije pausadamente.

Y ella vino a mí con lágrimas en los ojos.

No llores abuelita, voy a recuperarme y me tendrás que consentir con una de esas tartas de manzana que tan deliciosas preparas, limpie su rostro.

Te amo tanto Pachito, tuve tanto miedo, me duele tanto lo que te paso, debiste decirme antes yo te hubiera ayudado mi cielo.

Ya él hubiera no existe abue, no podemos volver el tiempo, pero si podemos sanar e intentar continuar, voy a hacer justicia mi viejita y no quiero que llores más, es necesario que los responsables paguen, sé que para ti será duro y doloroso, pero tienes que prometerme que no me odiaras.

Como podría mi amor, si verte así es lo más doloroso, te amo y nunca podre odiarte, afirmo con dulzura.

Abuela, cuando todo esto acabe, me iré lejos, necesito poner tierra por medio para sanar, pero antes de irme me despediré de ti y me tienes que hacer esa tarta de manzana que tanto me gusta.

Claro que si mi niño, siempre podrás contar con mi apoyo beso mis manos y le sonreí feliz.

Ahora quiero que vayas a casa, comas y descanses, no quiero verte más en ese pasillo y cuando vaya a despedirme de ti, no quiero esos ojitos hinchados ni ojeroso, quiero mi abue sonriente y hermosa sí.

Esta bien mi amor, te amo Pacho.

Y yo a ti mi viejita hermosa.

Mi abuela salió junto a Sergio con una sonrisa en sus labios, todos se le abalanzaron como hienas para preguntarle si logro persuadirme.

Sergio envió un guardaespaldas a escoltarla hasta el estacionamiento.

Tres días pasaron y era lo mismo, mi familia insistiendo en verme.

Ya hacía una semana de lo sucedido, el juicio será mañana, mañana obtendré justicia, repetía en mi mente.

El médico me saco de mis pensamientos para decirme que estoy de alta.

Sergio ya acondicionó un apartamento que rento para los tres, porque Travis está viviendo ya en él.

Es cerca del juzgado.

Una camioneta negra blindada espera por mí, es temprano y mi familia no ha llegado, lo que es bueno, no quiero ni verlos.

Sergio me lleva en una silla de ruedas, mientras que los guardaespaldas nos rodean impidiendo que siquiera vean a quien llevan, mi rostro está vendado y Sergio usa lentes de sol y gorra.

Me suben al auto y partimos a mi nuevo hogar.

Una de las enfermeras va con nosotros.

Entramos y solo está el portero del edificio, quien saluda con respeto.

Me conducen al ascensor privado hasta el último piso, el apartamento es amplio y lujoso.

Travis me saluda y nos disponemos a desayunar, para ponernos al día de los acontecimientos.

Pase el día tranquilo, confiando en la justicia, anhelando que avancen las horas para que los malos paguen.

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Comments

ana maria talbott

ana maria talbott

Guau si eso hacen con el hijo 😡 con un extraño quizá lo desaparecen

2024-04-19

2

Noemi Rosado

Noemi Rosado

Padres desalmados, así es la realidad en muchas ocasiones 🤬

2024-04-19

1

Maritxu

Maritxu

que increíble la estupidez de los padres mira que querer convencer al hijo para que no demandé a las hermanas y si lo hubieran matado que ? haber qué????? malditas zorras ofrecidas, esos cuatro pagarás porque luego se iban a divertir con ellas jajaja quizás por cuántos han pasado y recién tienen 13 años 😡😞😕😞😡😞

2024-04-07

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