Emma había terminado de leer esa carta, Nicolás pudo plasmar las palabras ideales para sacarle una sonrisa a la albina mientras que leía cada letra; dejándole un sentimiento que jamás había conocido, ni siquiera de Williams, su pareja de la vida pasada.
Con gusto, ella guardo esa carta en un cofre. Sacando un hoja y pluma, empieza a escribirle la respuesta. Al terminarla, le pide a Ania que se lo envié.
— te esperaré con ansias... Nicolás...— susurró ella.
________________ al día siguiente.
La albina después de eso, sola, sin su padre, se va a entrenar en el jardín. Recordando cada enseñanza que su padre le daba en la magia. Con un libro en la mano ejercía cada hechizo con facilidad, a pesar de tener poco tiempo, lo hacía casi a la perfección.
Ania se quedó en la entrada del jardín, observando como Emma se esforzaba sola.
— mi pequeña Emma...
— Ania...— habló el duque—... ¿Crees que estoy haciendo bien mi trabajo como su padre?
— ¿Eh?— La mujer se sorprendió al oírlo, ella dirigie su mirada, pero él solo veía a Emma. Con una pequeña sonrisa le responde.
— ... Yo diría que sí, miré como su hija es capaz de recrear sus enseñanzas tal cual como le dijo... Yo, me siento feliz, ya que así se convertirá en una hermosa y fuerte mujer... Oh, lo siento, me pidió su opinión y-...
— Ania... Esta bien, se que quieres tanto a Emma cómo yo. Lo único que te pido es que sigas así con ella, ya que también es gracias a tí... Sigues como hasta ahora, Ania.
La mujer sin querer veía directamente a los ojos de él, y las palabras perduraban aún en su mente, sonrojándose así.
— yo-...
— ¡Ania, padre!...— exclamó Emma, con una sonrisa, ella se acercaba...— ¿Me estaban viendo?... ¿Como lo estoy haciendo?
— yo diría que le falta más a tu postura, y pronunciar mejor los hechizos— Emma se encoge de los hombros y minimiza su sonrisa, luego el duque se ríe y dice la verdad—... Solo bromeo, has superado mis expectativas...
Emma vuelve a sonreír, su padre jamás había hecho una broma y menos con ella.
— por favor, quédense. Con ustedes a mi lado, siento que mis magia es más capaz...
Ambos habían aceptado esa petición de la albina. Ella se sentía feliz, era como tener la pequeña familia que nunca tuvo en su niñez de su vida pasada, por lo menos de Ania si, pero la indiferencia de su padre en ese tiempo fue lo que la había marcado... Pero está vez... Esta vez será muy diferente y habrá nuevos retos para Emma que si sabrá cómo enfrentarlo.
En la noche, Ania acostó a Emma, deseándole la buenas noches, ella se va pensando que ya estaría dormida. La pequeña niña no se podía dormir, aunque la paso bien este día, tenía un presentimiento, así que se levantó de la cama. Cada vez que caminaba por el pasillo, escuchaba la voz de su padre hablar con Ania...
— necesito que sepas esto, Ania... Renuncié a la corte del emperador.
Emma estaba rescotada en la pared escuchando todo con asombro, la puerta medio abierta de la oficina de su padre le aseguraba oir todo con claridad...
— ¡Mi señor...!— susurró Ania con impresión...— ¿Por qué?
— algo hizo que mis poderes se debilitaran o posiblemente desaparezcan, así que decidí renunciar... Y para así tener más tiempo con Emma.
— ¿Y ahora que le ocurrirá a su título de noble?
— el emperador está reconociendo el gran talento de Emma, así que me propuso que cuando fuera mayor de edad, le propusiera a mi hija si debía de tomar mi cargo en la corte y convertirse en duquesa... Te cuento esto porque tengo confianza contigo y tú la conoces más.
— no lo sé, Emma aún es una niña, eso le podría aterrorizar... Tener tanto cargo siendo joven...
— por eso quiero preguntarle, no ahora pero sí-...— Alessandro se queda callado al ver a Emma en la entrada—... ¡Emma!
Ania igual se sobresaltó al ver a la niña despierta.
— ¡Pequeña Emma, ¿Que hace despierta?!— Ania se acercó a la niña y la cargó entre sus brazos.
— no podía dormir... Padre.
El duque se levanta de su asiento y le pide a Ania que le dé a Emma, cargada en los brazos de su padre, Alessandro le dice.
— Ania prepárale un té de manzanilla a Emma para que pueda dormir, yo la llevaré a a su habitación.
— sí.
En el camino, un silencio entre ambos perduraba.
— pad-...
— ¿Escuchate, Emma?
— si... Todo. ¿Es cierto que tus poderes-...?
— sí, hice un mal hechizo que causó la perdidas de mis poderes hace un tiempo, eso es todo.
Alessandro llegó a la recámara de ella, dejando en la cama a Emma, la albina no dejaba de ver a su padre con muchas dudas, sin embargo, preguntarle ahora no sería una buena idea, ya que escuchar a escondidas conversaciones ajenas le vendría un regaño. Alessandro veía un poco el rostro preocupado de su hija, así que le dice.
— Emma... quería decirte ésto cuando fueras un poco más grande. Tampoco quería dejarte una responsabilidad tan pesada en tus hombros siendo tan joven.
— papá... ¿Puedes confiar en mí?
Alessandro ancho un poco los ojos, ya que la seguridad que tenía Emma en sus ojos y en su voz lo dejo sin habla. Sin embargo, le responde.
— sí, completamente...
— entonces... En un futuro, aceptare ser tu sucesora, lo único que pido es tu apoyo y consejo como mi maestro y padre, ya no soy esa niña débil, gracias a ti y a Ania puedo con ello.
— Emma...— Alessandro sentía muchas cosas que un padre siente cuando ama a su hijo, con una pequeña sonrisa le acaricia la cabeza—... Si esa es tu elección, la respetaré, eres muy valiente para tomar esa decisión.
Emma le sonríe con dulzura, luego de eso, Ania llega con el té. Luego de que Emma se lo había bebido, nuevamente Ania le ofrece las buenas noches. Alessandro es el último en hacerlo.
— buenas noches... Emma.
Cuando la albina se había quedado sola otra vez, piensa sobre el tema de ahora. Muchas teorías pasaba por su cabeza, del porque su padre ya casi no tenía sus poderes pero de repente, siente soñolienta y poco a poco se estaba quedando dormida olvidando el tema por ahora.
Ania y Alessandro se encontraba lejos de la habitación de Emma.
— lo siento mucho, mi señor, fue culpa mía por haber hablado tan alto...
— nada de eso fue culpa tuya, son cosas que pasan, Ania...— le duque ve como Ania oculta una mano—... ¿Que te ocurrió?
— yo-... Me quemé la mano en la cocina...
Pensando que el duque la iba a ignorar, hace todo lo contrario tomándole de la muñeca.
— ¡¿Mi señor?!
— te llevaré a mi oficina, ahí podré curarte.
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🙆🏾♀️chicas presente aquí para responderle un dato;
Ania tiene 28 años.
Alessandro (el duque): 37 años.
nueve años no son nada- (dice la autora que le gusta mayores)
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Comments
Maria Socorro Ascencio Montes
A mí también me gustan mayores /Drool//Drool//Drool//Drool/
2025-03-12
1
Rosario Zapata
hacen una ecxelente pareja 👍🏻👍🏻👍🏻👍🏻👍🏻👍🏻👍🏻
2025-01-21
0
Nohe
Bah, que son 9 años? 😅👀
Los dos son mayores de edad, así que si ambos están de acuerdo no hay pedo
2025-01-12
3