capitulo 10: “carta del emperador"

Emma y Nicolás salía de la habitación mientras que la sirvienta buscaba a ambos niños por la petición del archiduque. Sin embargo, sin interrupciones, ellos iban charlando con motivación.

Al parecer, ambos hicieron conexión después de hablar de esa manera, cuando Nicolás se preocupó de manera exclusiva hacia Emma, fue lo que hizo que ella se diera cuenta lo diferente que era él y que podría confiar en su presencia.

Llega la sirvienta al frente de los dos.

— oh aquí están. Sus padres lo anda buscando.

Siendo guiados por la empleada, llegan a la oficina. Alessandro al ver a su hija tan apegada de Nicolás, éste trata de cambiar la situación.

— ya es hora de irnos, Emma.

— pero padre...

— pueden venir mañana— anuncio Isaac con una pequeña sonrisa—... Al menos con el permiso de su padre, claro.

Alessandro toma a su hija en un brazo y le responde a Isaac.

— Emma tiene que seguir con sus prácticas de magia, cuando esté libre-...

Nicolás habla a su favor pero con buenas intenciones.

— yo podría ir a visitar a Emma, le prometo que no le seré de ningún estorbo en sus prácticas.

El duque no dejaba de ver al muchacho, es raro de él que hable o quiera ofrecerse en visitar a su hija cuando él siempre ha sido tímido. Sin embargo, Alessandro siente la mirada de Emma, suplicando que le diga que sí al joven Nicolás.

— Lo dejaré venir a nuestra casa, solo, si no interfiere con el entrenamiento de Emma...

— ¡¿Eso quiere decir que en mis descansos podría estar con él?!... Si es así, aceptó padre.

— no-... Emma-...— cuando iba a corregir a la albina, Alessandro ve la genuina sonrisa de ella, siendo consciente de que la presencia de Nicolás hará más feliz a su hija...— de acuerdo... Pero le tendré un ojo encima a Nicolás.

— Ja, no me preocupa, ya te dije que Nicolás es un niño decente...— aclaró Isaac.

Despidiéndose ambos familiares, antes de que Emma se subiera al carruaje, le ofrece una última sonrisa a Nicolás. Luego de que el carruaje daba su curso, Nicolás se quedó en la entrada hasta no verlos más, es cuando su padre le dice...

— veo que mi hijo tiene buenos gusto. No te preocupes por Alessandro, tal vez de miedo pero que eso no te impida acercarte a Emma. Una unión entre ambas familias sería lo mejor...

— padre... Hay algo que quiero comentarle.

Lo que iría a comentar Nicolás no sería nada de Emma o del duque, si no de la decisión de cambiar su destino haciéndose fuerte de igual forma. Al oír la petición de su hijo, Isaac acepta con gusto.

_______________ al día siguiente, en el mediodía.

Mientras que Emma seguía en sus prácticas con la magia y hechicería en el jardín, Alessandro la veía sentado en una silla. De repente, le llega una carta del palacio, la lee sin prejuicios.

“vaya, vaya, vaya... Así que el emperador rechazó mi carta de renuncia, ahora quiere que me dirija al palacio mañana temprano para hablar sobre el asunto... ¿Que hago?— miraba a Emma con total seguridad— aún es muy joven, tampoco la quiero hacer cargo tan pronto, sin embargo..."

Alessandro veía como Emma se esforzaba cada vez más, que le ponía empeño en cada práctica, su fuerza con la magia era asombrosa y sabe cómo manipularla en tan poco tiempo, haciéndole entender a Alessandro que su hija se volverá en una mujer muy fuerte en el futuro.

“debería enseñarle también esgrima, así sería capaz de defenderse sin usar la magia"

pensó Alessandro con una calidad sonrisa. Luego le dice a su hija.

— Emma, descansa, ya has trabajado mucho.

— de acuerdo...— la albina cierra el libro de práctica.

Ania entra con un invitado. Con una pequeña sonrisa, la cuidadora le dice.

— pequeña Emma, alguien vino a visitarte.

— ¡Nicolás!— exclamó ella, con alegría, dejando el libro en el suelo...

De inmediato, Alessandro alzó su vista, Emma, en modo de saludo abrazo al joven.

— a mi también me da gusto verte—... Nicolás sube la vista y choca con la de Alessandro—... Pero tú padre al parecer no.

— no le hagas caso, si no fueses del agrado de mi padre, te aseguro que no estarías aquí... Ven, te quiero mostrar la casa...

Ania sonreía dulcemente al ver a ambos niños irse, se veía tan adorable que era inevitable sentirse bien al verlos.

— Ania...— habló Alessandro detrás de ella.

— ¿Si, señor?

— vigila a Nicolás por mi, Emma es aún muy joven para tener pareja...

— d-de acuerdo...

Como ordenó, Ania se va tras de los niños para así cuidarlos. Alessandro recoge los materiales del entrenamiento de Emma y se lo lleva a su oficina. Ahí, el silencio perdura, guarda los libros en el estante, se queda pensando un buen rato sobre una cosa. minutos después, llama a su mayordomo. Cuando él llega, con una reverencia se presenta.

— necesito que me prepares el carruaje para ir al palacio. iré a ver al emperador.

— ¿Ira tan pronto?

— así es. Supongo, que lo que el emperador me va a decir es que vuelva, pero también quiero escuchar lo que me dirá aparte.

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