EXTRAÑESA

-- Nada amor, no me pasa nada. Por qué la pregunta?

-- Mami es que te estaba hablando, te hablé muchas veces y nada.

Su carita al expresarse me dio ternura y a la vez risa, que solo la tomé en mis manos y le dije…

-- No tengo nada mi amor, solo que me siento un poquito cansada.

-- Mmm, déjame hablarle a mi hermanito.

-- Ok amor.

Acto seguido se acercó a mi estómago, lo abrazo y empezó a decirle...

-- Hermanito, sabes que te amamos mucho verdad? Bueno, solo te pido un favor, no canses muchos a mamá, ella se cansa, duérmete un ratito, para que mami coma. De acuerdo? Te amo. Listo mami, ya hablé con mi hermanito.

Su sonrisa era lo que más me gustaba... Verla reír de esa manera me llenaba de amor... Su ternura era devastadora, y que decir de sus palabras.

La abrace, la bese y sentía que toda la oscuridad que tenía dentro de mí, se había vuelto luz.

-- Gracias mi amor!!!

-- Ya te sientes mejor?

-- Si mi amor, gracias a ti.

-- Si mami, fue por qué hablé con mi hermanito.

-- Si tienes razón…

Sonreí y la abracé más fuerte. Su inocencia era espectacular. Y para que dejara de preocuparse le cambié la conversación.

-- Bueno mi pequeña chefcita, que prepararemos hoy de comer?

Frunció el ceño, puso su dedo en el mentón y me dijo.

-- Y si hacemos una sopita mami? Es que se me antojo.

-- Ja, ja, ja princesa a ti no hay cosas que no se te antoje.

-- Es que mami, yo también estoy embarazada, mira?

Acto seguido se alza su blusa y me muestra su pancita. Me dejó perpleja por lo que me dijo, y muy seria le respondí.

-- Por qué dices eso amor? Tú no estás embarazada, como crees? Estás pequeña aún.

-- Claro que sí mami, es que mientras tú estás embarazada yo también. Yo te voy a ayudar con la pancita donde traes a mi hermanito.

-- Ja, ja, ja hay amor, tus locuras. Está bien pues. Vamos a hacer de comer antes que llegue papá.

-- Ok

Empezamos a preparar las cosas para hacer la comida, estuvimos lavando, picando y preparando las cosa que necesitábamos para la comida cuándo de repente sonó mi teléfono.

-- Diga…?

-- Chiquilla… Hola.!!!

-- Hola.

-- Estás enojada conmigo?

-- No, no tengo por qué, al contrario estás en todo tu derecho de dejarme de hablar y no querer saber nada de mí.

-- Te equivocas, sé que estás casada y es algo normal que te entregues a tu marido, solo que para mí fue difícil aceptar que estás embarazada. Perdóname.

-- Ya te dije que estás en todo tu derecho, no tienes por qué pedirme perdón.

-- Si por qué sé que tú tienes que estar tranquila. No debes enojarte, y menos estar triste. Yo no quiero que nada malo te suceda.

-- No me sucederá nada, tranquilo.

-- Bueno de hoy en adelante de lejos yo te cuidaré, dejaré que duermas tardecito y después te marcaré para que desayunes y así estaré pendiente de ti... ¿De acuerdo?

Me sorprendió su reacción, que hizo que me saliera una sonrisa y se dio cuenta.

-- De acuerdo, si con eso estás tranquilo que así sea.

-- Bueno, que estás haciendo en este momento?

-- Bueno, voy a preparar la comida.

-- Que harás?

-- Sopita... A mi hija se le antojó y pues eso estoy preparando.

-- A bueno, entonces las dejo que terminen de cocinar, yo tengo algo que hacer de acuerdo?

-- Bueno, cuídate mucho...

-- Tú también, recuerda que estás en mi corazón chiquilla, te quiero.

-- Yo también te quiero. Hasta pronto.

Bueno, que les puedo decir. Este hombre es cambiante, unas veces está bien y otras demasiado extraño.

Así transcurrieron los días, no había realmente un detalle por el cual pelear con Antón, cuando se enteró de mi embarazo, procuro cuidarme, ya no se portaba grosero, hasta incluso me traía los antojos, yo solo lo miraba.

Para que negarlo, también amaba a mi esposo. Me dolían sus acciones, pero pues al final, siempre mirábamos hacia el mismo lado.

Pero no sé si el destino me hizo una gran jugada o que paso...

Tenía 5 meses de embarazo, estábamos bien o al menos eso yo creía que lo estábamos.

Habíamos acabado de hablar Marcos y yo. Era un día viernes lo recuerdo bien.

Cuando de repente mi marido me mandó msj por WhatsApp. Al instante lo abrí y me llevé una gran sorpresa.

Eran las capturas de pantalla de las conversaciones que teníamos Marcos y yo, sentí que mi corazón se me fue, no entendía cómo es que las obtuvo, como llegaron esas conversaciones a él?

Me enojé tanto que le envié todo a Marcos, reclamándole por su acción. Creo que mi proceder era entendible, ya que pues al primero que culpe fue a él, pues nadie, según yo, tenía acceso a su celular.

-- Como te atreves a enviarle esto a mi esposo? Así no son las cosas, así no era como tenía que enterarse de esto.

-- Pero de que hablas amor, no entiendo???

-- No te atrevas a mentirme.!!!

-- Es que no sé dé que me hablas, yo no envié eso que me mandaste.

-- ENTONCES QUIEN?

-- Déjame marcarte.

-- No, no quiero.

-- Por favor no te enojes, no puedes enojarte.

-- Déjame en paz, si pensaste que yo iba a dejar que así terminamos la relación mi esposo y yo estás muy equivocado. Así no.

Deje de mandarle msj y en un momento de rabia, lo bloqueé. No podía permitir que le hiciera daño de ese modo.

Yo era quien tenía que hablar con él, después del nacimiento de mi bebé, así no era como yo quería que se terminarán las cosas.

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