Capítulo 5

Samara salió al jardín y se encontró con Alicia, la niñera de Byron cuando él era un niño, ella la miraba con duda, por lo que la invitó a caminar juntas, pero la señora se negó diciendo que tenía cosas pendientes que hacer, pero que le pidiera cualquier cosa luego, que con gusto la acompañaría.

 Cuando encontró un banco en medio del jardín, el cual apuntaba a muchas flores que estaban ahí, decidió sentarse un momento y apreciar la vista, ya cuando estaba tranquila, por fin pudo pensar un poco en todo lo que había pasado en estos días. Había perdido absolutamente todo lo que tanto le había costado conseguir desde joven, su historia no se resumía a llorar en un callejón y volverse stripper, antes de eso hubo mucho más.   Empecemos por su vida el día que conoció a Byron en persona, ella, como era usual, había ido a trabajar, en una pequeña empresa que pudo construir con años de trabajo. Le estaba yendo muy bien de hecho, pero cuando llegó a casa se llevó una gran sorpresa al ver a su prometido con su hermana, a la cual no veía hace muchos años.

—¿Qué mierda haces Alexis? Llego temprano después de dos semanas de trabajo agotador y veo esto

—Samara, llegaste por fin

—Hermanita, esto… —Dijo con algo de duda.

—¡Ni se te ocurra decir “no es lo que parece” porque voy a matarte yo misma!

—Esto es completamente lo que parece, estoy con Luna hace mucho y ya es hora de que te vayas de mi vida, ya no aguanto estar un minuto más cerca de ti… no quiero volver a verte

—¿Qué? Váyanse de mi casa entonces, ahí tienen la puerta —contestó ella enojada, todo esto parecía un mal chiste

—Aquí la única que se irá eres tú —Dijo Luna levantándose de la cama y poniéndose frente a su hermana, quien no hizo ni un solo paso hacia atrás, esa era su casa, no la del idiota de Alexis.

—Esta es MI casa, ustedes pueden irse, Alexis, no quiero que nada de lo que yo compré salga de mi casa, pueden irse o llamaré a la policía

—Te equivocas cariño, esta casa es mía, al igual que la empresa… ya no tienes nada de nada. —Contesta Alexis con una sonrisa de burla

—Está a mi nombre, claramente es mía

—Mira esto y entenderás que fuiste una completa idiota —Luna le entrega a Samara un varias hojas, un contrato para ser más precisos en el que decía que ella le cedía todos sus bienes a Alexis Olivos, los cuales incluían la empresa y su casa, al igual que todo su dinero de ahorros, etc. Su firma estaba allí, era un contrato que Alexis le había hecho firmar un día en el que ella estaba trabajando en su oficina diciendo que era parte del contrato prenupcial y sin dejar que lo mirara. Sí, había sido una idiota, tantos estudios para que un imbécil la engañara solo porque ella estaba enamorada.

—Ahora, puedes irte de mi casa Sami, espero no volver a verte nunca más. Ten, por darme todo lo tuyo, empacamos algo de tu ropa —En ese instante, Alexis la sacó a empujones de la casa mientras llovía, ella comenzó a caminar sin rumbo, completamente hundida en sus pensamientos. Caminó hasta que llegó a un extremo de un callejón y ahí se sentó en la valija que le habían dado… después de años de haber trabajado duro, eso es lo único que le quedaba, sin poder contenerse más, las lágrimas fluyeron como hacía mucho que no salían, luego Byron apareció y le ofreció un trabajo.

Como ya leyeron, él le ofreció el trabajo y ella lo rechazó, luego volvió a la casa de Dante, un amigo de la infancia que siempre la había ayudado desde lo que pasó cuando era joven. Ya rendida le confesó que no sabía qué hacer para salir adelante, Dante ofreció ayudarla sin que ella le dé nada a cambio y que luego si quería podía devolverle el favor cuando ya esté un poco mejor, él conocía bien a su amiga y sabía que era capaz de lo que sea, pero ella no aceptó; sin embargo, decidió que si lo que quería hacer Dante era ayudarla podía darle trabajo en su club. Al principio él se negó, pero Samara fue muy convincente y dijo que solo bailaría y así podría ayudarla de forma en que ella no se aproveche de su generosidad y la trate como una más de sus empleadas.

 Luego se reencontró con Byron y aceptó la oferta para ya no sentirse una carga para su amigo, además, ese trabajo no estaba tan mal. El teléfono sonó sacándola de sus pensamientos y se dio cuenta de que un par de lágrimas se le habían escapado.

—¿Está bien, señorita? —Alicia, quien había llegado hace unos minutos, la había observado como estaba perdida en sus pensamientos y sus lágrimas caer, ella solo podía preguntarse que le habían hecho a esa niña para que esté así.

—Oh, sí, no se preocupe, señora, yo estoy bien. —Samara cambió su expresión rápidamente a una feliz, sonriéndole a la mujer, pero Alicia se daba cuenta de que solo fingía que estaba bien, había criado a un hombre que hacía lo mismo desde niño.

—El señor Byron quiere hablar con usted y la estaba buscando, la espera en la oficina.

--Está bien, ¿Puede guiarme? Aún no conozco bien la casa… si está ocupada no es necesario, puedo buscarla sola —Dice ella algo incómoda porque se dio cuenta de que nuevamente había molestado a Alicia con sus pedidos.

--Claro, no hay problema, venga conmigo, por favor. --contesta la mujer con un tono amable, a ella no le molestaba guiarla, antes realmente tenía algo urgente que hacer, ya que la señora la había llamado, sí, la madre de Byron.

Samara llegó a la oficina de Byron y él estaba vestido con un traje muy formal, lo cual la había sorprendido un poco, pero creía que se veía tan bien.

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