capitulo 11

Me encanta que, aunque haya pasado esto, la gente siga sintiendo amor y entienda la situación y se ayuden y no discutan tanto.

De verdad que somos unas de las mejores manadas.

No por nada tenemos el apodo de ser la más pacífica y me siento orgulloso de eso. Además, no solo una persona está tomando esta decisión, sino tres.

No peleamos por el puesto ahora que mi padre está en cama, simplemente apoyamos los tres y con mamá tomamos decisiones.

Siento un orgullo por eso, comparado con otras manadas, somos los mejores, pero eso tiene su punto débil.

Nuestros guerreros son muy buenos, pero siempre los más buenos salen lastimados y es algo que no me gusta admitir de mi manada.

Prendo un fósforo y lo tiro donde están los cuerpos de los especímenes raros y veo arder sus cuerpos.

Veo a unos trabajando y me uno a ayudar, levanto y pongo cada cosa en su lugar.

Tres días después.

En tan solo estos días no hemos organizado bien.

Tomé el corazón de dos de los semi-lobos, les saqué sangre, los revisé y estoy en el laboratorio que tengo debajo de la casa.

Está un poco polvoriento y lo limpio. Siento pequeñas punzadas y dolor en mi pecho.

Mis ojos están cansados, no he podido dormir bien, tengo ojeras y mucho cansancio y estrés.

Tiro las cosas que necesito de un lado. Ya no aguanto estar tan lejos de él. Me duele.

Se creó un pequeño vínculo cuando nos besamos por primera vez.

Si así se siente sin estar marcados, no me imagino cuando lo esté, si es que llega a pasar. Y pensar que son dos mordidas me eriza la piel.

Además, me fui sin decirle nada, por eso siento lo que él está sintiendo.

Guardo las cosas y cierro bien todo. Necesito ir a verlo ya, o si no tendrán que hacer un cajón para mí mañana.

Me doy un baño relajante, me pongo un poco de maquillaje para disimular mis ojeras y saco uno de los carros de mis padres y emprendo mi camino.

Dura bastante, pero llego a buena hora. Huele a comida. Tanto es el estrés que olvidé comer y ahora recuerdo.

Salgo y los guardias me reciben.

Estoy en la puerta cuando voy a entrar y bruscamente se abre.

Vladimir aparece con ojeras y sus ojos negros me empujan adentro y me lleva a su cuarto.

—¿DÓNDE ESTABAS? — me grita.

—A ver, primero que todo, relájate y no me grites. Me tuve que ir por una emergencia.

—¡Por qué no me avisaste!

—Es que... No sé tu número — digo tímida.

¿Bipolar yo? Si soy, ¿verdad?

—No sabes lo terrible que la pasé. Te pedí una sola cosa y es que no me dejaras solo.

—Lo siento tanto, mi amor. —Me acerco y le doy un beso muy picante y delicioso.

—Te necesito tanto, solo de pensar en cogerte bien duro y con mi hermano y que seamos solo los tres, me vuelve loco.

—Mierda, no te vayas más.

—No lo haré, mi vida.

—Tengo que contarte algo, Vladimir.

—Dime, soy todo oídos. —Se sienta y adopta una pose de chico malo.

De verdad ya lo necesitaba. Sentí que mis energías volvieron.

Me río de él y sigo haciendo gestos raros.

—Basta. —Río fuertemente.

—¿Qué pasó con la máscara de hielo 3000 y el señor serio más frío que un hielo?

—Solo tú conocerás mi lado romántico, amor.

Ese amor es tan exquisito. Sigo enamorada de él.

—Bien, hablemos.

Me he dado cuenta de que los dos hermanos bromean, pero Vladimir es más serio y frío, y Dmitri no.

Él es más divertido, aunque los dos pueden serlo.

Vladimir no lo hace para que no pierdan el respeto que le tienen, y lo entiende.

Esta familia es rara de verdad, con esos abuelos que tienen, ni para qué enemigos.

Paso la tarde con Vladimir y ya es hora de volver.

—Vladimir, tengo que volver a mi manada y, por último, escucha atentamente lo que te voy a decir.

Pone una pose seria y su cara cambia a seriedad total.

—Ayer atacaron a mi manada y eran semilobos. —Veo su cara y no parece sorprendido.

—Sé que existen hace meses. Me pasó lo mismo, solo lo mantuve en secreto y ahora, como los lobos se están portando, es increíble.

—Primero se hace un mito cierto y después aparecen lobos convertidos y no vuelven a su forma humana.

Además, no mueren con plata y eso me lleva a la conclusión de que sea magia.

— Sí — dice con evidente enojo.

— Te amo ¿sí? Cuídate mucho porque no es mentira que si tú te mueres, me muero yo también — dice firmemente.

— Te amo, niño.

— Yo también, mujer.

Nos damos un abrazo y un beso de despedida muy dulce como el azúcar.

Salgo corriendo a mi auto y emprendo mi camino a mi hogar.

Después de algunos minutos llego y me encierro en el sótano sin que nadie me moleste.

La verdad, creo que el único que sabe de este lugar es mi papá y Erick.

No sé quién sabe exactamente de este lugar.

Camino y me pongo guantes y que empiece la acción.

Corto el corazón por la mitad y veo algo negro.

Estudio muy bien sus partes, pero no reconozco muchas cosas claramente. Es un corazón, pero esto jamás en mis años de estudio había visto algo negro y raro.

— Las partes del cuerpo solamente las puede tener una sola cosa.

«El libro de las hadas» — decimos al unísono mi loba y yo.

El libro lo tiene, pero él me contó que no se le ve nada y lo tiene una hada. Mierda.

Seguiré con mi investigación aquí.

Saco sangre y la analizo.

Es muy sorprendente esa sangre. Saco toda la que puedo y la meto en un congelador para conservarla por un tiempo.

Corto algunos conductos y cosas pequeñas que tiene este corazón tan extraño. Paso y paso mis días tratando de adivinar y estudiar este especimen tan raro.

También tendría que haberme quedado con un cuerpo, pero bueno...

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