Al límite de la muerte

Al tener certeza de que he acabado con todos, me encamino apresuradamente donde Antonio y Elizabeth, pero mayor es mi sorpresa al no encontrar rastros de ellos por ningún lado, ansioso me dispongo a buscarlos por todas partes hasta llegar a una especie de cabaña ubicada a unos metros de lo ocurrido, con cautela me adentro a esta para comprobar que los tienen de rehén, cuando intento actuar observo como dos hombres con máscaras torturan a Antonio, el cual se resiste a darle cualquiera información mientras intenta liberarse, sin poder tolerar más la situación interrumpo abruptamente mientras empiezo a disparar a los hombres en cuestión, causando sus muertes en el acto.

Rápidamente, comienzo a desatarlos pero un dolor punzante en el abdomen me atrapa, haciéndome saber que he sido herido y llamando la atención de los presentes.

- ¿Estás bien?.- pregunta Antonio al borde del desfallecimiento al ver mi cara de dolor.

- Todo controlado, necesito que me ayudes y te pongas de pie, ¿puedes?. - hablo mientras toco su hombro.

En mis actuales condiciones no puedo darme el lujo de cargar a dos personas, eso abriría mis heridas y seríamos presas fáciles de cazar, me inquieta no saber cuantos hombres están haya fuera.

- Eso creo.- intenta disimular la gravedad de sus heridas al ponerse dé pie.

- Es hora de marcharnos, amigo mío.- digo mientras tomo a Elizabeth entre mis brazos.

Su condición me está preocupando seriamente, ya ha pasado alrededor de una hora y esta no muestra señal de despertar, ojalá solo sea por la conmoción del accidente y nada de gravedad, porque me lo reprocharle toda la vida.

Sin tardar, salimos del lugar con pistolas en manos muy cautelosos de no llamar la atención, pero al avanzar unos metros la condición de Antonio empieza a complicarse, su constante pérdida de sangre está causando que pierda de conocimiento de a poco, un tanto desesperado intento mantenerlo despierto, pero mis esfuerzos son en vano, ya que se desmaya.

Con el último de mis alientos, los traslado hasta una cueva cercana de la carretera, solo espero que mis hombres nos encuentren a tiempo o si no estaremos perdidos.

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Solo escucho como una voz llorosa me llama una y otra vez, la cual me ruega que despierte y por más que quiera abrir mis ojos no lo consigo, es como si algo no lo permitirá; después de mucho batallar soy capaz de abrirlos para encontrarme a una agobia y ansiosa Elizabeth, que al ver que he recuperado el conocimiento limpia rápidamente sus lágrimas.

- ¿Estabas llorando por mí?- intento burlarme.

- ¿Dónde estamos?, ¿Por qué tu amigo parece muerto?.- dice nerviosamente mientras ignora mi pregunta.

- La verdad no sé, solo espero que vivir para contarlo y por Antonio no te preocupes, hierva mala nunca muere.- digo estas palabras para tranquilizarla.

Aunque tenga diversas heridas de bala se que sobrevivirá, hemos pasado por cosas peores y aún estamos en pie; cuando dispongo verificar el grado de daño de las mía observo que están vendadas, no hay que ser muy inteligente para saber quien lo hizo.

- Gracias por no marcharte y dejarnos a nuestra suerte.- digo si más.

- De nada- aparta inmediatamente su mirada cuando intento verla a los ojos.

Aún me sorprende que haya decidido ayudarme y no dejarme morir, esa hubiese sido la solución a sus problemas.

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*** Elizabeth***

Esa fiesta ha sido la peor de mi vida, que persona en sus cinco sentidos asistiría a una donde sabe que lo van a matar, realmente este hombre está loco, pero lo que realmente me enoja es que le haya dicho a todos los presentes que soy su pareja, que no se le olvide que estoy a su lado por sus amenazas no por gusto. De regreso a la mansión no lo puedo soportar más y exploto, me enfurece que me consideren como un maldito adorno, mi vida es igual de valiosa que la de ellos, así que rápidamente pido explicaciones, las cuales son reemplazadas por palabras vacías, cuando intento reclamarle soy callada por sus labios.

No se porque con este hombre las cosas deben ser a su modo, con enojo intento alejarlo pero solo consigo que me aprisione y haga lo que desee conmigo, cuando satisface su deseo decide liberarme, si dar mucha espera lo abofeteo, no significa que por ser un mafioso se deben hacer todo como él quiere, cosa que lo hace enojar y cuando piensa actuar es interrumpido por su amigo que si no mal recuerdo se llama Antonio, avisándole que estamos siendo atacado, desde allí las cosas empeoran hasta llegar a disparos y explosiones, con mis nervios al límite trato de mantener la compostura, pero mis lágrimas brotan como un mar, lo último que recuerdo es como la sangre del conductor cae sobre mi rostro hasta perder la conciencia.

Al abrir mis ojos un mundo de oscuridad me acoge, apresuradamente intento averiguar en donde me encuentro para dar con un cuerpo muy frío, es como si estuviese muerto, lo que ocasiona que me altere y grite del mismo miedo, pero después de un tiempo al observar que este no se mueve, rápidamente busco algo que me permita salir de aquí y para mi suerte doy con un teléfono, el cual tomo entre mis manos e intento encender su linterna, pero para esto necesito la huella del portador, así que rápidamente busco su mano para comprobar de que se trata de Marc, con temor tomo su dedo y desbloqueo su dispositivo, cuando me dispongo a marcharme y dejarlo allí con su amigo casi moribundo mi conciencia me lo reprocha.

En contra de mis deseos me devuelvo, a pesar de que ellos me han causado mucho daño no tengo el corazón y principios para dejarlos morir, así que rápidamente rompo mi vestido y como puedo los vendo; después de varios minutos y ver que no despiertan mis lágrimas empiezan a desbordarse, no sé cuando mi vida cambió tanto, hace unos días era una chica normal y ahora me encuentro en el infierno, una sonrisa burlona me saca de mis pensamientos para comprobar que Marc a recobrado la conciencia.

Sin tardar le pregunto dónde nos encontramos, pero por lo visto ni el mismo sabe, después de que ese me contará la gravedad de la situación, podemos observar como diversas luces se acercan lo cual nos alerta, por más que este quiera levantarse y afrontarlos sus heridas no se lo permiten, al ver la gravedad de la situación le pido que me explique brevemente como disparar, aunque me tiemble las manos soy capaz de captar la información y cargar la pistola, cuando me dispongo a disparar Marc lo impide y me dice que es su gente, un suspiro de alivio sale de mí, por lo visto creo que he salido con vida de todo esta tortura.

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