Capítulo 12

...Narradora ...

...Días Atrás ...

Rebeca buscaba con desesperación un esposo a quien Isabella pudiera odiar, tal vez alguien de clase trabajadora o bien algún posible enemigo pero no existía nadie de interés en su vida, mucho menos en su pasado.

Viendo sus archivos, los anuarios y buscando desesperadamente logró contactar con alguien que le dijo lo que deseaba. Existe distinta clase de gente en cada colegio, nerds, populares, pobres, adinerados, los que se enteran de todo. Justamente Magali era alguien del último grupo, que pudo proporcionar suficiente información relevante.

Sebastián Benítez era justo lo que necesitaba Isabella y además en aquel momento la había odiado lo suficiente; sin dudas sería un esposo perfecto y de terror para su rival.

Unos cuantos clicks vinculaban a la niña rica junto al visitador médico pobre en una relación difícil de romper.

Carlos Rivera se encontraba solicitando el favor del juez para que no anule dicho matrimonio y que obligue a la pareja a permanecer junta un tiempo prudencial para mantener a su hija a salvo junto a su fortuna.

✉️Querida por favor necesito que me apoyes en lo que haré- fue el mensaje que Juliana recibió

✉️¿Que harás?- preguntó asustada por el misterio del texto que acababa de recibir

*✉️Lo mejor para nuestra hija

✉️Tienes todo mí apoyo*

Mientras tanto Sebastián preparaba sus pertenencias para el viaje de alrededor de veinticinco días que tendría que hacer junto a su odiosa esposa. Su casilla se mantenía limpia y ordenada, las medicinas guardadas en perfecto orden, dinero, documentos. Todo estaba perfecto.

Su camioneta estaba limpia, los neumáticos habían sido reemplazados y tenía siempre herramientas para solucionar algún pequeño inconveniente que pudieran tener.

La llamada de su esposa quien tenia la misma voz que recordaba fue recibida. Ella se escuchaba alterada mientras que él en absoluta calma. Si Carlos Rivera deseaba darle una lección a su hija, él sin dudas sería un excelente maestro.

...Actualidad...

Isabella empacaba dos grandes maletas repletas de cosas suyas, además un bolso lleno de productos de belleza y maquillajes. ¿A qué se dedicaba su esposo? Sin dudas no tenía dinero ni una gran educación.

-Señorita el joven Matías está en la sala- anuncio la empleada

-Dile que ya bajo, puedes retirarte

Su manera de dirigirse al personal era fría, siempre con aires de superioridad

Todo el personal la odiaba pero la paga era realmente buena y los señores Rivera eran realmente buenos empleadores.

Un retoque al perfecto maquillaje, unas cuantas gotas de perfume y la joven enamorada se dirigía a ver al hombre que creía perfecto.

Al verlo su corazón se saltó un latido y el calor en sus mejillas se hizo notorio. Él lucía guapo, encantador, prolijo y perfumado como siempre. Ella lo abrazó y no pudo evitar llorar de tristeza y miedo de perderlo al contarle la verdad.

Se perdió en sus ojos, aquellos que la miraron tantas veces con intensidad y pasión. Besó esos labios de sabor cereza con las lágrimas corriendo por sus mejillas deseando perderse en el sabor tan dulce de su amado y olvidar por fin el caos en el que se convirtió su vida y él que se avecinaba.

-Bella ¿Que sucede?- preguntó una y otra vez su amado novio mirándola a los ojos sin obtener respuesta porque las palabras no salían de sus labios dónde aquel tono rosado utilizado en el día se había corrido.

¿Cómo le diría la verdad? que de un momento a otro resultaba estar casada con alguien a quien vió apenas una vez y unos pocos minutos y que viajaría quien sabía dónde. Peor aún que el deseo de unir sus vidas se postergaría seis meses por orden de un juez...

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