Capítulo 19

...Isabella Rivera...

¿Cómo se atreve a decirme que tengo cirugías y que parezco una tabla? La furia no cabía en mi cuerpo.

-Te odio- dije con total seguridad

-Podria morir de pena- detuvo la camioneta y se tocó el pecho causándome miedo al instante

-¿Que te pasa? ¿Que tienes? No te atrevas a morirte- dije alterada y asustada

-¿Miedo de quedarte viuda corazón? jajajaja nunca moriría por un comentario tuyo, a menos que sea inteligente, eso sí que sería un sorpresa- comenzó a reírse de manera descontrolada

-¡Eres un estúpido, te odio!- le grité y me acerqué para golpearlo, se lo merecía más que nunca

-No te atrevas, la única mujer que me puso un dedo encima fue mi madre- me amenazó pero seguí intentando pegarle, estaba demasiado enojada

-Sueltame vagabundo- le dije al tenerme sujeta y tener su pierna encima de las mías mientras su rostro se acercaba más al mío

-Te advertí que no intentaras golpearme

-Sueltame porque te golpearé igual

Soltó mis manos y le pegué una bofetada pero automáticamente me arrepentí, primero porque le pegué sin mucha fuerza y segundo porque me sujetó de inmediato. Sus ojos brillaban y podía notar el desafío junto al enojo en ellos que hoy se veían tan claros como si fueran dorados.

Su mirada me causaba escalofrios, él parecía un león y yo su presa, no había mejor manera de describirlo. Era un salvaje y yo no era competencia en lo absoluto. Lo que más podía hacer era insultarlo pero en fuerza no podía ni siquiera defenderme.

-Te lo advertí- chocó sus labios con los míos con fuerza y me mordió para que lo abriera y así poder adentrarse. Lo mordí para que me soltara y así lo hizo.

Se despegó de mí y limpió su boca con el dorso de su mano mientras se reía. Su barba me había causado incomodidad en la piel y aunque limpié mi boca aún podía sentir su sabor.

-¿Que crees que haces?

-Es lo menos que puedo hacer si no te callas ni dejas de golpearme y agradece que no reclamo mis derechos como esposo en su totalidad. Vuelves a golpearme y te besaré, no seré tan bueno de soltarte así me muerdas, adelante golpeame ahora- me dijo soltandome y poniendo su rostro cerca

-Te odio

-No hace falta que me lo repitas cada cinco minutos, ya lo sabía. Ah cierto que con tu pequeño cerebro no puedes ni siquiera pensar en más insultos- instantáneamente levanté mí mano para pegarle pero me contuve y la bajé

Me alejé lo más que pude de él. Ya ni pensar en el mensaje dulce de mí amado ni en la hermosa canción podía quitarme aquella sensación escalofriante recorriendo mí cuerpo. No sé que hice para merecer éste esposo porque si de algo estoy segura, es de que jamás lo habría elegido.

-Parece que alguien te comió la lengua y no fui yo precisamente- rió el muy hipócrita

-Espero que no se me caigan los dientes- murmuré por lo bajo

-Quien sabe cuántas cosas te hayas llevado a la boca como para preocuparte por un simple beso- rodó los ojos y volvió a reírse

-Eres un estúpido, atrevido, malpensado, yo jamás hice nada de eso que estás intentando insinuar

-No tienes que probarme a mí nada querida esposa, me lastima saber que deseas que alguien más ocupe mí lugar en tu vida. ¿Por qué mejor no me cuentas como es el pobre idiota ese?

-No permito que le digas así, el es un hombre maravilloso y lo amo, él será mí verdadero esposo cuando ésta pesadilla acabe

-Lo compadezco al pobre infeliz, para poder tocarte tendrá que esperar veinte horas hasta que te pongas cremas y demás porquerías

-El no espera veinte horas ni mucho menos

-De modo que si te toca, ¿Que tal lo hace?

-Eres insoportable

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