Capítulo 10

Teresa miró a la preciosa niña que tenía delante y que estaba ocupada comiéndose un batido helado.

Teresa se sorprendió de que aún hubiera gente vendiendo hielo cuando ella era niña. Teresa acababa de terminar de disfrutar de dos helados. Porque era delicioso y adictivo.

"¿No está delicioso el hielo, querida?"

"Sí, Tía, está muy bueno. Es la primera vez que Sofíaa come hielo así". Dijo Sofía con entusiasmo. Su rostro, que había estado sombrío, parecía ahora más alegre.

"¿Ah, sí? Esto era hielo cuando la tía era pequeña, sabes..." explicó Teresa con una gran sonrisa.

"¿En serio, tía? Eso significa que el hielo es viejo, ¿no?", preguntó Sofía inocentemente.

"Jajaja, dónde está el hielo viejo de Sofía... La vieja es la tía jijiji"

"No, tía, tía es hermosa, como si todavía estuviera... Todavía en la escuela primaria. "

"Jajajaja, Sofía.... Sofía.... Qué graciosa eres, chiquilla".

A Teresa le divertían mucho las payasadas de la niña. Parecía estar enamorada de Sofía.

Pero... ¿Cómo puede Sofía decir que su propia madre no la quiere?

En medio de la excitación de Teresa y Sofía, de repente un hombre con la camisa y la corbata algo desordenadas corrió hacia ellas.

"Sofíaa..." exclamó el hombre.

Sofía, que oyó la voz de alguien a quien reconoció, volvió la cabeza.

"¡¡¡Tío....!!!" La niña saludó alegremente al hombre con la mano.

Teresa, por su parte, se limitó a observar a las dos personas de distintas generaciones.

"Gracias a Dios, ¿por qué te fuiste sin decir nada, querida? Tío estaba casi en shock cuando Javier dijo que habías desaparecido".

"Perdona, Sofía, tío... Sofía solo está triste porque esta mañana su mamá volvió a enojarse con ella", dijo Sofía, con la vista gacha, recordando el momento en que su madre la insultó con palabras hirientes.

El tío de Sofía cerró los ojos y suspiró cansado.

"Cariño... como tío ya te ha dicho, no debes pensar en nada de lo que tu madre diga, solo haz como si no escucharas nada".

"Pero, tío... yo quiero que mi mamá me quiera, quiero que ella me lleve a la escuela como hacen las madres con los amigos de mi escuela, pero ella nunca quiere, siempre se enoja conmigo", dijo Sofía, sintiéndose triste y desilusionada al recordar sus esperanzas rotas.

El hombre llamado tío por Sofía se agachó para enfrentarse a su amada sobrina. Acarició suavemente las gorditas mejillas de Sofía y dijo:

"Vale... desde ahora yo te llevaré a la escuela, mi amor".

"Pero yo quiero que mi mamá lo haga, tío...", dijo Sofía tercamente.

"Bueno, poco a poco persuadiremos a tu mamá, ¿está bien?".

"Está bien entonces", respondió Sofía asintiendo con resignación.

De repente, Sofía recordó que Teresa estaba allí presente.

"Oh, lo siento tío, me olvidé de presentarte. Esta es la linda tía que me ayudó hace un rato".

Sofía se levantó de su asiento y se acercó a Teresa, quien había sido un espectador fiel de la pareja tío-sobrina.

El hombre finalmente se dio cuenta de que había alguien sentado frente a Sofía. Una mujer hermosa y... con un hijab.

Sintiéndose incómodo, él se disculpó de inmediato.

"Lo siento, no me di cuenta de su presencia, estaba demasiado emocionado al ver a Sofía."

"Sí, no hay problema. Además, entiendo que usted debió estar muy nervioso," respondió Teresa con una sonrisa suave mientras acariciaba la cabeza de Sofía, quien ahora estaba abrazándola por la cintura.

"Por cierto, permítame presentarme como el tío de Sofía, Antonio Burgos," dijo el hombre que se identificó como Antonio mientras extendía su mano.

"Soy Teresa, señor Antonio", respondió ella, acercando su mano y apenas tocando la punta de los dedos de Antonio.

"Lo siento, señor Antonio, yo..."

"Oh, está bien. Lo entiendo", respondió rápidamente Antonio. Sinceramente, él en absoluto se sintió ofendido, incluso se sintió impresionado por la presencia de una mujer como Teresa en este mundo.

"Gracias, señor".

"Por cierto, aún no te he agradecido por haber ayudado a Sofía," dijo Antonio sinceramente.

"Oh, no hay problema señor, simplemente estaba pasando y vi a Sofía llorando sola, así que decidí acercarme."

"Aun así, gracias," dijo Antonio con sinceridad.

"De nada".

"Mmm, ¿qué tal si te acompaño a casa?"

"Oh... no te preocupes, mi casa está cerca de aquí."

"No hay problema, déjame acompañarte."

"Sí tía, para que así Sofía conozca la casa de la tía y puedan jugar después", respondió Sofía emocionada.

"Mmm, si es así, está bien. Una vez más, gracias señor Antonio".

"De nada, pero puedes llamarme Anto si quieres, eso será más fácil".

"Entendido... señor Anto... ¿Puedo llamarte, señor?, porque llamarte solo por tu nombre me parece un poco grosero".

"Sí, eso también está bien. Vamos," dijo Antonio.

"Vamos..."

Los tres se dirigieron hacia el coche de Antonio que estaba estacionado y se dirigieron hacia la casa de Silvia, donde Teresa vive actualmente.

*****

"Tía... ¿Puede enseñar a leer el Corán?" Preguntó de repente la pequeña niña llamada Sofía a su tía.

"Si Dios quiere... ¿Por qué lo preguntas?"

"Sofía quiere aprender a leer el Corán tía, ¿puedes ser mi maestra de Corán?" Sofía preguntó con ojos llenos de esperanza.

"Mmm, cómo lo ves... Porque a partir de mañana empiezo a trabajar en la fábrica..."

"Puedes enseñarme los sábados o domingos cuando estés libre. Le pagaré, como a los otros maestros de Sofía."

"Mmmm, déjame pensarlo primero, tengo que pedir permiso a mi tía."

"Está bien, ¿y si apunto mi número? Para estar seguros más adelante"

"Oh, sí por favor. ¿Cuál es tu número?"

"08234567890" Dijo Antonio, esta es la primera vez que da su número de Teléfono personal a una mujer.

Teresa inmediatamente guardó el número después de escribirlo.

"Voy a enviar un mensaje para guardarlo",

"Dale. Si estás dispuesta, te daré 6 mil dólares por sesión"

"Se-is seis mil?" Teresa casi se sorprendió al no creerlo, es una gran cantidad de dinero.

"Sí..." Dijo Anto con determinación.

"Puedo aumentarlo si Sofía aprende rápidamente", continuó Antonio.

"Está bien... Señor.. Lo pensaré bien"

"Perfecto. Esperaré tu respuesta pronto."

"Sí, si Dios lo quiere, te avisaré tan pronto como pueda."

Teresa asintió con una sonrisa. Su mente ya había calculado la cantidad de honorarios que ganaría en un mes. Era bastante para pagar las cuotas de la deuda de su madre a Alexander. Y también podría ahorrar para los gastos del parto.

Antonio estudió a Teresa cuidadosamente.

"Parece que está interesada en su remuneración...", pensó.

Cuando llegaron a casa de Silvia, Teresa bajó inmediatamente del coche e invitó a Sofía y Antonio a pasar por casa de su tía.

"Gracias por llevar a tía, hermosa niña... gracias Anto... ¿Quieren pasar?"

"Oh, no hace falta, Teresa. Estoy un poco apurado porque este coche es un préstamo, así que tengo que devolverlo rápidamente".

"Ah, entendido... gracias de nuevo. Hasta luego, Sofía..."

"Hasta luego, tía. Me alegro de haber conocido hoy a tía."

"Yo también ... Espero que podamos volver a vernos pronto..."

"Sí, tía. Definitivamente, tienes que aceptar ser la maestra de Sofía para el Corán".

"Si Dios quiere... Espero que podamos arreglar el tiempo. Te avisaré lo antes posible".

"De acuerdo, tía..."

"Vámonos, Teresa, nos vamos ya".

"Oh, sí, por favor..."

Confundido por lo que decir, Antonio solo sonrió y agitó su mano, Teresa le devolvió la sonrisa y asintió con la cabeza.

Antonio y Sofía se alejaron dejando a Teresa reflexionando sola en el amplio jardín de la casa de Silvia.

"Seis mil por sesión..."

Teresa recordó de nuevo aquel honorario.

"Oh Dios, debería enseñar a leer el Corán sin cobrar, Pido perdón a Dios... ¿Qué está pasando por mi mente?"

"No quiero llegar al punto de buscar cualquier medio para ganar dinero y pagar las deudas de mi madre, busco refugio de Dios... Enseñar el Corán es una adoración noble... Pido perdón a Dios"

Teresa suspiró profundamente y entró en la casa de su tía.

Continuará...

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