Capítulo 7

Después de dejar el hospital, Alexander no fue directamente a casa o continuó con su trabajo en la oficina, sino que se dirigió al bar que frecuentaba con sus amigos Darren, Camilo y Víctor.

El apuesto hombre con un rostro tallado como el de un dios griego quería celebrar su felicidad hoy. El sonido ensordecedor de la música que llenaba la habitación llena de luces parpadeantes típicas del lugar de la discoteca saludó la llegada de Alexander.

Sus tres amigos ya estaban esperando frente al bartender. Agitando las manos para que Alexander se acercara rápidamente.

"¡Wow, wow, wow! ¡Mira! El heredero de Román Group ha llegado... Su majestad..." Dijo Víctor haciendo una reverencia como un guardia real, haciendo que Camilo y Darren siguieran riendo, mientras que Alexander solo se limitó a sonreír ligeramente.

Como de costumbre, su aura fría e indiferente ya estaba arraigada en él. Alexander se sentó en uno de los asientos vacíos entre sus amigos.

"Bueno, ¿qué pasa hoy? ¿De repente nos invitas a una fiesta?" Preguntó Darren curioso, mientras que los demás asintieron como señal de acuerdo con esa pregunta.

Alexander levantó un poco su labio superior, luego dijo con calma: "Mi abuelo repentinamente accedió a que divorcie a Teresa".

"¿Qué?", exclamaron los tres hombres guapos al unísono.

"¿Estás hablando en serio?" Agregó Camilo.

"Hmm", bostezó Alexander en voz baja.

"Felicitaciones, finalmente te casarás con Alexa", Víctor los interrumpió con una mirada traviesa.

"Estás equivocado, si te has casado mucho, ahora es hora de casarte, bro", dijo Darren.

"¡Ja, ja, ja, tienes razón, tienes razón!", los demás rieron.

"Cállate chicos". Dijo Alexander en tono molesto. Por alguna razón, tenía la cara un poco triste.

"¿Sabes qué? Estás muy cansado". Dijo Camilo sorprendido.

"Pero, para ser sincero, siento que algo no va bien", respondió Alexander, con los ojos entrecerrados.

"¿Qué pasa?"

"Sabes, mi abuelo es una persona que no cambia de opinión fácilmente, especialmente sobre mi matrimonio con Teresa".

"Uumm, ¿qué quieres decir?"

"La semana pasada, el abuelo todavía me decía que la cuidara y la hiciera feliz"

Alexander enciende su cigarrillo y le da una lenta calada.

"De repente, el abuelo accedió a divorciarse de mí, es extraño"

Alexander dio una calada al humo de su cigarrillo mientras miraba a sus tres amigos, que parecían estar pensando también.

"Pero en mi opinión, lo importante es que tu abuelo ha aceptado. No creo que necesites pensar en la razón".

"Estoy de acuerdo con Camilo, después de todo tú también puedes estar libre de pecado porque puedes dejar de jugar con Alexa, bro", replicó Víctor.

"¡Cállate! Deja de mencionar a Alexa, yo soy el que no la deja ir"

"Sí, sí, lo que sea."

"Así que... Deberías alegrarte", exclamó Víctor, levantando su vaso lleno de su bebida favorita.

"Sí, tienes razón. Se supone que hoy tengo que divertirme. Así que... Salud por mí"

"¡¡¡Salud!!!" Dijeron al unísono los tres amigos de Alexander. Pasaron el resto de la noche divirtiéndose, bebiendo y jugando un poco con las chicas contratadas que les habían proporcionado.

*****

Al día siguiente,

Alexander seguía con los ojos cerrados a pesar de que ya eran las 7.30 de la mañana. Anoche, el apuesto y gallardo hombre, llegó a casa casi de madrugada, por lo que hacía apenas 3 horas que había cerrado los ojos.

Alexander empezó a despertarse con la luz del sol, entrando por el hueco de las cortinas de la ventana de su habitación, además del sonido de la alarma sonando con fuerza en sus oídos.

Alexander abrió perezosamente los ojos, que aún le pesaban, y la cabeza, que le palpitaba ligeramente por haber bebido demasiado.

Tras recobrar el conocimiento, Alexander se sentó apoyado en el cabecero de su cama.

Alexander miró el despertador que había sobre la mesa junto a la cama.

El hombre se dirigió perezosamente al baño para asearse.

20 minutos después, Alexander estaba listo con su habitual look “perfecto”. Alexander está acostumbrado a preparar su propio vestuario, no le gusta que la criada le prepare la ropa.

Después de sentirse satisfecho con su aspecto, el hombre salió de su habitación y bajó las escaleras hasta la mesa del desayuno. Aunque se había quedado dormido, el hombre no mostraba ninguna expresión de pánico o apuro en su rostro. Sí, es su jefe, ¿quién se atrevería a reprenderle por llegar tarde, verdad?

Tras terminar su desayuno, Alexander se levantó rápidamente y se dirigió al coche que le esperaba para llevarle a la oficina de Román Group.

Durante el viaje, Alexander parecía muy serio con la libreta en sus manos. Su trabajo como el nuevo líder de la compañía Román Group no era tan impresionante como lo había imaginado. Todos los días, el hombre apuesto se enfrentaba a documentos apilados como la ropa de las amas de casa que nunca acaban.

Además, las reuniones con diferentes clientes que a veces le hacen perder el tiempo hasta el punto de aburrirse, incluso si programara todo, quizás no estaría en casa durante los próximos tres meses.

"Señor, hemos llegado".

"Oh... bien, gracias, señor López", dijo Alexander mientras abría la puerta del coche.

"De nada, señor", contestó el conductor preferido de Alexander, a menudo llamado Ricardo López.

Alexander entró en el vestíbulo de su compañía, donde fue recibido con saludos de sus empleados, mientras él apenas sonreía y asentía con la cabeza.

Como esperaba, había muchos documentos acumulados en la habitación que parecían estar diciendo hola al verlo.

Alexander solo respiró lo más que pudo para que su mal humor no empeorara. ¿No es esto lo que había ambicionado? ¿Ser un líder? Entonces, es el riesgo que tiene que asumir.

"Linda, lleva el café a mi oficina, por favor". Alexander habló por el intercomunicador con su secretaria y prima.

"Sí, jefe".

Siete minutos después, Linda llegó con una taza de café negro con una cucharada de azúcar a gusto de su jefe.

"Aquí tiene, señor".

"Hmm, gracias Lin".

"De nada, señor. Con su permiso".

"Espera un momento Lin, cuando estamos a solas, no seas tan formal conmigo."

"Bueno, es que eres un jefe torpe. Tengo que ser profesional."

Linda, quien aparentemente también estaba de mal humor, frunció el ceño.

"Estoy cansado, en serio. ¿Hay alguna reunión que podamos cancelar hoy? Necesito una siesta."

"Dios mío, fuiste tú quien se empeñó en ser el nuevo CEO y ahora te rindes así de fácil".

Linda, quien ya estaba sentada, volvió a sentarse en el banco justo al lado de su primo.

"No es que me rinda, anoche fui a una fiesta y llegué a casa temprano con unos amigos."

"Te lo mereces, además, ¿por qué no me invitaste a la fiesta?"

"Era una fiesta solo para hombres."

"Por favor, ¿qué tipo de fiesta?"

"Mi abuelo estuvo de acuerdo en mi divorcio con Teresa, así que ahora puedo estar con Alexa. Eso es por lo que festejé".

"¡Oh Dios mío! Sí, ahora recuerdo algo".

De repente, Linda recordó que el abogado de Alexander la había llamado anoche.

"¿Qué pasa?", preguntó Alexander, frunciendo el ceño con curiosidad.

"Ernesto me llamó anoche."

"Ernesto Vargas, ¿mi abogado?"

"Sí, nos programó una reunión para hoy. Me olvidé, debido a que tenía una agenda tan ocupada como tú."

"¿Sobre qué quiere hablar? ¿Hay alguien demandando a nuestra empresa?"

"No es un asunto de la empresa Alex, sino el problema de tu divorcio con Teresa".

"¿Qué?"

"Sí, dice que Teresa ya firmó los papeles del divorcio cinco días atrás".

"¿Estás bromeando?"

"No, en serio."

"Si es así, haz que Ernesto venga aquí después de la reunión con los delegados japoneses, antes del almuerzo".

"De acuerdo, Alex. Bueno, volveré a mi escritorio".

Linda notó que Alexander solo le respondió con un asentimiento. Por su expresión, ella podía ver que su querido primo estaba desconcertado y sorprendido.

¿Teresa está de acuerdo en divorciarse? Casi no se podía creer, considerando lo tenaz y paciente que ha sido la mujer durante los tres años de matrimonio con Alexander. ¿De repente ya firmó los papeles del divorcio???

Continuará…

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