Reglas Reales establecidas con antigüedad.

El Archiduque Imperial Eric Remington y su hijo Adler, se embarcaron en el carruaje que los llevaría al Palacio Real, para tener la audiencia con el Rey Richard, a la cual asistiría también el Duque de Windsor. Sin embargo, en el trayecto el Archiduque notó que su hijo estaba excesivamente pensativo, mirando por la ventanilla, por lo que no pudo evitar preguntar:

Adler, ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo? ¿Te preocupa lo que suceda en la audiencia con su Majestad? Porque si es eso, todo saldrá bien, no te preocupes por nada.

Lo sé. Estoy seguro de que tanto el Rey como tú, pondrán en su lugar a tío Scott, aunque eso lo enfurezca mucho. Lo que realmente me tiene tan pensativo, es algo más complicado. –le respondió su hijo.

Y, ¿Quieres hablar de eso mientras llegamos al Palacio? Sabes que siempre estoy dispuesto a escucharte, ¿Quieres sacar eso que te está ahogando? –dijo Eric comprensivamente.

La verdad sí, porque siento que si no hablo con alguien, estoy seguro que explotaré. –se sinceró el Duque de Wellington.

Eso es evidente, así que adelante suéltalo. –dijo Eric.

Se trata de Gigi. Antes de partir fui a despedirme y a saber cómo estaba, pero la encontré muy esquiva conmigo, ni siquiera quería mirarme. Cuando le pregunté si yo había hecho algo que le molestara, me contestó que todo lo contrario. Me dijo que se siente confundida y que yo soy el centro de sus confusiones. –Adler comenzó a hablar.

Y, ¿Por qué crees que ella se siente de este modo? –preguntó su padre.

Porque siente que, pese a que aún no confía completamente en mí, ella no quiere esperar más para que yo la vuelva amar. Pero, eso no es tan sencillo, es mucho más complejo y tú lo sabes. –dijo Adler.

Pero hijo, ¿No era eso lo que deseabas? Ella quiere entregarte de nuevo su amor y su corazón; yo sé que no es nada fácil, pero vale la pena intentarlo, ¿No crees?

Si yo supiera que eso es algo definitivo, estaría dispuesto a hacerlo sin siquiera pensarlo, pero Gigi está tan vulnerable y frágil, que siento mucho miedo de que un buen día se despierte odiándome por sentirse presionada, o peor aún, tengo miedo de que, de algún modo, yo le recuerde el abuso que sufrió. Es más, yo creo que si otras fueran las circunstancias, Giorgiana ni siquiera pensaría en darme otra oportunidad.

Te entiendo hijo, pero dime algo, ¿Cuánto amas a Gigi? Te lo pregunto, porque si la amas de verdad, tienes que llenarte de mucha paciencia, por experiencia sé que esto es muy delicado y complicado. –le respondió su padre.

Lo dices por lo que le pasó a mamá, ¿Cierto? –preguntó Adler con delicadeza, aunque de sobra sabía que estaban a punto de hablar, de un tema sumamente doloroso.

Exactamente, yo estuve en el lugar en el que tú estás, por lo que entiendo como te sientes, ya que el miedo que tú sientes, yo también lo sentí: y de hecho, todavía lo siento. –le dijo su padre.

Pero, creí que mamá ya lo había superado. –le respondió su hijo sorprendido.

Y ya lo superó, sin embargo, existen ocasiones en las que tu madre, aún siente mucho miedo. En ese momento, mi trabajo es lograr que ella vuelva a sentirse segura. ¿Te das cuenta del porqué te dije que debías tener mucha paciencia? Tu trabajo de ahora en adelante, será darle a Giorgiana la seguridad que le arrebataron, desde el lugar que ella decida darte en su corazón.

Gracias papá, gracias por darme la oportunidad de poder desahogarme y decir qué es lo que siento a este respecto. –le dijo Adler a su padre con afecto y añadió: “Padre, yo a Giorgiana la siento tan fuerte dentro de mi, que se asemeja a toda la fuerza de todo el universo, la amo con todo el corazón, con todos mis sentidos, con todas mis emociones, con toda mi piel, con cada uno de mis poros, con cada gota de mi sangre y con cada una de mis células. Por eso, ten por seguro, que yo la ayudaré a sanarse.

Tú sabes que yo te quiero muchísimo y que siempre contaras con mis oídos dispuestos a escucharte, con mi ayuda y mi apoyo, sobre todo, en este delicado asunto. –le respondió Eric conmovido. “Y el verte tan determinado, me complace mucho.”

¿Sabes? Yo también te quiero muchísimo papá, no pude haber tenido un padre mejor. –dijo Adler con sentimiento.

Si seguimos hablando de esto, ambos terminaremos llorando como bebés, así que mejor cambiemos de tema, especialmente porque acabo de recordar que hay un asunto de suma importancia, que aún no hemos tomado en cuenta. –respondió Eric.

¿De qué asunto de suma importancia me estás hablando? –preguntó Adler.

Ahora hablaremos de ello, pero debes saber que, si tienes esos sentimientos tan intensos por ella, vívelos y compártelos con Gigi con total transparencia, porque ambos merecen alcanzar la felicidad, después de tanto dolor, ¿No te parece? De hecho, ahora más que nunca, necesito que tengas una muy buena comunicación con Gigi. –le dijo Eric.

Por supuesto que sí, porque créeme, yo sería el hombre más dichoso si pudiese alcanzar dicha felicidad junto a ella. –declaró Adler.

Pues a mí se me ocurre una manera muy vital de hacerlo, una manera que te dará muy buenos resultados. –propuso Eric.

¿De qué forma, padre? Yo sólo quiero estar a su lado, ya que no sé porque, pero presiento que habrá muchos más problemas que ella y yo tendremos que afrontar. –respondió Adler.

No te equivocas. Por lo tanto, mantén una comunicación con ella, una comunicación de forma constante, honesta y transparente. –le confesó Eric.

Precisamente eso fue lo que le dije a Gigi. De hecho, le dije que cuando volviera del Palacio Real, tendríamos una larga conversación a este respecto. Yo necesito que ella esté completamente segura de dar este paso conmigo, porque, a pesar de mis miedos, yo estoy dispuesto hacer lo que sea necesario para devolverle la alegría y la seguridad. –la determinación en las palabras de Adler, era muy grande.

Una decisión mu sensata, ya que hay algo muy importante que tú tienes que hacer hoy. Hijo, tendrás que notificarle a su Majestad, lo que le ocurrió a Giorgiana. Ya sabes las reglas que están establecidas sobre este asunto, por lo que es mejor notificárselo al Rey cuanto antes, ya que no tardará mucho en hacerse público, aunque hagamos hasta lo imposible por evitarlo. Perdóname por no habértelo recordado antes, hasta yo lo había olvidado. –al fin Eric le dijo a su hijo, de que se trataba el complicado asunto.

¡Dios! También lo había olvidado por completo. Padre, ¿Tú crees que el parlamento se oponga a mi relación con Gigi, cuando se entere sobre su abuso sexual? –y al decir esto, Adler cerró los ojos.

Honestamente, no lo sé hijo. Como bien sabes, a un miembro de la Nobleza tan cercana al Rey como tú, le queda prohibido comprometerse o casarse con una mujer mancillada por otro hombre; y que para agregarle un ingrediente extra, que dicha mujer haya sido sentenciada al exilio por traición, aunque más tarde su inocencia haya sido comprobada irrefutablemente. No obstante, cuentas con la ventaja de que tanto el Rey como algunos miembros del Parlamento le tienen mucho cariño a Giorgiana, eso juega a tu favor. Así que aprovéchalo con sabiduría, puesto que, de ahora en adelante, tienes que actuar de forma muy cautelosa y sabia. Tienes que ser un muy buen estratega. –le dijo el Archiduque.

Padre, si Gigi está segura de querer que yo la vuelva a enamorar, lo haré sin miramientos, así tenga que defender este amor ante cada aristócrata en la Corte inglesa. –dijo Adler con seguridad.

Me complace que estés tan determinado, me recuerdas a mi mismo cuando tuve que defender mi amor por tu madre, ante todo el parlamento británico. No obstante, tienes que informarle todo esto a Gigi lo antes posible. Por favor, no le ocultes nada, háblale con la verdad absoluta sobre esto, por muy difícil que sea. –le aconsejó su padre.

Lo sé y lo haré en cuanto vuelva, no te preocupes. -le respondió Adler.

Entonces, haz las cosas bien esta vez y te aseguro que tendrás éxito, aunque las cosas se compliquen un poco. Porque no te niego que esta situación, con toda seguridad, te enfrentara al propio reglamento Real británico. Pero, no estás solo en esto, pues yo estoy contigo. –le dijo Eric Remington.

Gracias, papá. Sin tu apoyo y consejos, de verdad no sabría qué hacer. –y diciéndole esto, padre e hijo se fundieron en un cálido abrazo.

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