El Reemplazo De Su Prometida (Los Hoffmann)
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Escuchar el sonido de la música ligera, más la cafetera indicando que ya estaba listo el café, era el momento indicado para llevar la orden, siendo Helen la encargada de hacerlo. Tenía que ir a dejar dos recipientes de café frente al local en que trabajaba. Los señores Wilson, fieles clientes siempre pedían café cada mañana antes de iniciar con sus labores. Helen Antes de irse, fue llamada por Efraín un hombre de 35 años, algo robusto, alto, cabello negro azabache, de tez blanca y capitán de la cafetería le dijo.
- Helen, una vez que termines con esa orden, te encargas de la mesa tres.
- Claro, volveré de inmediato. - respondió ella. Tenía puesto su uniforme, un vestido de color negro y delantal marrón, le quedaba algo grande de la cintura, su delgado cuerpo no podía llenarlo, era lo único que consiguieron para su talla. Tomó la bandeja que contenía los recipientes de café y caminó hasta donde era la orden.
Efraín la vio irse, la chica era muy callada y algo tímida, tenía 19 años, delgada, estatura mediana, su piel blanca, cabellos castaños, rasgos finos y de ojos marrones. Llevaba trabajando para la cafetería un año. Sonreía pocas veces, no era coqueta. Desde que llegó a trabajar, ha mantenido su puesto con mucha seriedad, dedicándose sólo a su trabajo. No tenía problemas con ella, ya que fuera de tener una personalidad aburrida, ella era eficiente en lo que hacía y nunca ningún cliente se ha quejado.
Helen, aun con la charola en mano esperaba pacientemente a que el semáforo cambieara a rojo, necesitaba pasar la calle. Cuando al fin el semáforo cambió, ella caminó con mucha calma hasta que un conductor irresponsable frena de golpe frente a ella, bloqueando por completo su camino. Helen se queda paralizada, la charola con los recipientes de café rodaron por el suelo, pero no se derramaron gracias a que están sellados.
Ella aparte de estar asustada por lo sucedido, se molesta mucho, pues por poco pierde la vida.
Un joven con un traje muy elegante, alto, de tez blanca, de cuerpo musculoso y con los ojos más azules que ella haya visto en toda su vida, bajá de forma rápida, parece conocerla. No aparenta tener menos de 26 años. Sus ojos se clavan a los de ella y ella da una mirada fría queriendo respuesta de ese hombre tan imprudente que por poco le avienta el carro encima.
- Al fin te encuentro, Valeria. - dice aquel joven con la voz más profunda y ronca, que parecía un estruendo salir de sus labios. Decide tomarla de manera violenta del brazo, la acerca más a su pecho y la mira con mucho odio.
Helen lo desconoce, no sabe quién es y por qué la ha llamado Valeria. Intenta apartarlo y explicarle que se ha confundido de persona. Al abrir sus labios se ve bloqueada cuando él la besa a la fuerza.
- ¿Creíste que podrías esconderte de mí? - pregunta con un rostro duro como si la despreciara. No contento con esas palabras, vuelve a buscar sus labios e intenta besarla nuevamente.
Helen se da cuenta de lo que está pasando. Un desconocido la ha tomado a la fuerza como si fuera parte de su propiedad. Fue lo primero que vino a su mente. Abrió sus ojos y con ayuda de sus brazos lo apartó de inmediato. Miró al suelo y ahí en los recipientes continuaba el café intacto. Tomó ambos, los abrió, se acercó a él y regó el líquido todavía caliente sobre su cuerpo.
- ¡¿Pero qué le pasa?! - pregunta furiosa esperando respuestas de aquel hombre. Era la primera vez que actuaba de esa forma frente a tanta gente que no paraba de observarlos.
Aquel joven se dio cuenta de su error. Buscó en los ojos de Helen, no era la mujer que con tanto desdén buscaba, se había equivocado de persona.
Se confundió de persona estaba claro, pero aquella muchacha no tenía ningún derecho de hacer eso, bastaba con que hablara. Frunció el ceño e invadido por la rabia volvió a su coche a pasos grandes, cerró la puerta de un solo golpe y se marchó de inmediato sin dar explicaciones.
Helen no entendía lo que acababa de suceder, muchas preguntas recorrieron su mente, pero ni una respuesta llegó. Sólo tenía una cosa en claro, ahora debía dos cafés y esto iba directo a su paga, todo por un hombre imprudente que se ha equivocado de persona.
Tomó la bandeja del suelo y antes de regresar, le dijo a la multitud que no paraba de hablar a sus espaldas.
- Señores ¿No tienen otras cosas que hacer?
Las personas se avergonzaron, tal vez tenían que ayudar a la muchacha, pero no eran capaces de enfrentase a aquel hombre. Poco a poco se fueron marchando y Helen volvió por su orden.
- ¿Pasó algo allá fuera? - preguntó Efraín al verla regresar por más café.
- Un imbécil se me atravesó en el camino. - respondió ella tomando los recipientes y poniéndolos en la charola. - Descuenta las dos tazas de mi paga, se ha ido sin pagar. - dijo y se fue a dejar la orden nuevamente donde los señores Wilson.
Efraín sonrió por el comentario de Helen, era honesta en muchas cosas. Dejó pasar esa deuda y lo anotó como un accidente cualquiera.
En una de las mesas lejanas, una mujer algo mayor de unos 55 años, levantó su mano indicando que cobraran su orden, Efraín lo entendió y fue a su mesa, era una clienta que ultimadamente iba muy a menudo por las tardes. La mujer pagó gustosa y hasta pagó las tazas de café que Helen había derramado encima de aquel joven.
- Señora, ha pagado de más. - dijo Efraín sorprendido por la cantidad.
- No querido, es la cantidad que vale el café. - tomó su bolsa y se marchó de la cafetería.
Una vez a fuera le habló a uno de sus hombres al oído, era su guardaespaldas, este asentó su mirada aceptando su petición, le abrió la puerta del coche y se marcharon.
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Comments
Elvira Fretes
que comienzo, muy interesante
2024-04-24
3
elizabhet santos sanchez
interesante🤔
2024-04-01
1
alexa c.amadeus
wau
2023-08-12
1