Helen supo que era hora de salir, ya todo estaba en silencio. Llegó hasta los columpios y se sentó en uno de ellos. La fría brisa que cubría todo el jardín, ahora se había convertido un clima cálido que ella disfrutaba y amaba.
Siempre se preguntaba que habrá sido de Erika, después de su dura despedida no la volvió a ver, sólo habían pasado juntas 1 año, el tiempo suficiente para extrañarla y encariñarse con ella.
“- Por favor ábranme la puerta, tengo que despedirme de Erika. – gritó Helen encerrada en uno de los baños. Había ido porque no se sentía bien y en cuanto entró la puerta fue cerrada con una silla. – Por favor. – volvió a decir llorando.
Al poco tiempo llegó una niña, quien escuchó los gritos de Helen y se apresuró a abrirle. Helen salió como una bala y fue a despedirse antes que los padres adoptivos de su amiga se la llevaran, pero ya era tarde, en cuanto fue a su habitación ya no estaba. Corrió con todas sus fuerzas y fue para la salida del orfanato. Ahí vio con amargura a su amiga a través de la ventana trasera del carro en que se la llevaban.
- ¡Erikaaaa! – gritó la pequeña mientras corría.
Ella la miró y con lágrimas en sus ojos le dijo.
- Pórtate bien, Helen, recuerda lo que te he dicho. – Erika movió sus manos con mucho dolor al ver como poco a poco se alejaban.
Helen dejó de correr, el auto había desaparecido y con el, su amiga.
Cada día que pasaba, ella recordaba sus palabras. En la calle sobrevive el más fuerte, no seas un esclavo. El tiempo pasó y Martina intentó hacerle daño aprovechando que Erika ya no estaba para defenderla.
- ¿Qué vas a hacer ahora niña tonta? Erika no está, nadie te puede defender, así que vuelves hacer mi esclava. – dijo poniéndose frente a ella y agarrando su brazo.
Erika ya no estaba, pero ella podría defenderse de sus agresoras. Recordó que gracias a Martina y a sus secuaces ella no pudo despedirse de su mejor amiga. Se llenó de valor, se soltó de su agarre y la tomó de forma violenta del brazo.
- ¡Ya no seré tu esclava nunca más! - gritó. - ¡ya no me vas a lastimar, ya no más agresiones! - sus pupilas se habían contraído de la rabia y Martina tuvo algo de miedo. – desde ahora me defenderé de ti y de todo aquel que intente hacerme daño.
Martina empezó a quejarse cuando sintió la presión que Helen ejercía en su brazo, no puedo más contener su llanto y empezó a llorar.
- Suélteme, sé lo diré a la hermana. – amenazó con sus ojos llenos de lágrimas.
Helen sonrió y la soltó por pena. Las niñas le tuvieron miedo y se marcharon de manera rápida, llevando a Martina con ellas. Desde ese día Helen se vio obligada a cambiar para defenderse. Pero ese cambio tuvo terribles consecuencias. Había hecho todo lo posible para que fuera adoptada, cada vez que las hermanas decían que llegarían familias, ella se preparaba para su llegada. “Demasiado pequeña, muy grande, muy delgada, muy pálida, no es la niña que buscamos, es algo agresiva” escuchaba esas palabras salir de los labios de cada familia que iba al orfanato. Se rindió, ya no había por qué luchar más y aceptó su derrota. Esperó a la llegada de su cumpleaños número 18 para salir de aquel lugar e iniciar su vida, dejaría todo atrás, pero tan mala fue su suerte que terminó en las garras de los Hoffmann”.
Dejó de pensar en eso, vio el reloj en su muñeca, ya habían pasado dos horas, tenía que volver a su habitación antes que fueran a buscarla y notaran que se había escapado.
Con ayuda de la pared empezó a escalar hasta alcanzar su balcón. Al estar adentro se aseguró en cerrar bien la ventana y fue a dormir.
Leonardo como todas las noches la observaba de lejos, se volvió una costumbre para él. En cuanto Helen se iba, él también hacia lo mismo. Aquella chiquilla no sonreía, siempre estaba seria, se notaba que era infeliz. Ella era muy diferente a una alegre Valeria, que disfrutaba de aquellos juegos y que siempre mantenía una sonrisa apegada a su rostro. Podrían tener cierto parecido, pero sus almas eran diferentes.
Subió hasta su habitación y tomó un baño. Al salir se puso la pijama, caminó hasta la mesa de noche y de uno de los cajones sacó uno fotografía donde estaba él y Valeria disfrutando de un Helado. Ni él sabía porque había guardado aquella foto. Del mis cajón sacó una fosforera, la miró un par de veces y decidió prenderla para después acercarla a la fotografía y empezar a quemarla. Quería olvidar toda recuerdo de Valeria, quería desaparecerlo por completo, pero había una imagen más grande que no podía desaparecer, una imagen que se movía de una lugar a otro, que la vería todos los días y que sería pronto sería su esposa de reemplazo.
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Comments
Elvira Fretes
Valeria, creo que no amaba a Leonardo, quizás se fue con algún amante. Helena espero que alguna vez te puedas vengar de lo que te hacen
2024-04-24
0
Analia Vila
yo creo que se fue con el hermano
2023-07-26
3
yoltzin
maldito estúpido valeria lo tenía todo y ella jamas tuvo nada imbecil a huevo que tienen que ser diferentes baboso
2023-06-08
2