El Reemplazo De Su Prometida (Los Hoffmann)

Contrato familiar

No tienes de otra Leonardo, tienes que casarte con la muchacha quieras o no. – dijo Leonela al ver a su hijo que se negaba rotundamente al matrimonio que ella había encontrado como solución para sus males.

Ellos estaban dentro del despacho, discutiendo la suerte o el destino de Helen. Mientras que ella permanecía sentada en la misma silla que hace pocas horas había dejado. La vida había sido irónica con Helen o solo le devolvía el daño que había echo al coche.

Leonardo permanecía en silencio, ya había dicho un profundo y rotundo no, negándose a las peticiones de su madre. Él tenía las esperanzas de encontrar a Valeria y que le explicara por qué decidió irse sin dejar ningún tipo de explicación, pero ya no quería un matrimonio con ella, la traición es algo que no soporta ni perdona.

- Piénsalo bien, hijo. – volvió a decir su madre más calmada para que él entrara en razón. – si te casas con la muchacha la empresa familiar se convertirá en la más poderosa al unirse ambas familias. Como ya no está Valeria, sería Helen quien tomaría su lugar y se haría pasar por ella. Preséntasela a Margaret, ella creerá que es su nieta y la aceptará como de la familia. Después te casas, duras con ella al menos un año y se divorcian, le daremos una remuneración por reemplazarla para que viva feliz el resto de sus días.

Leonardo continuó en silencio, pensando en las palabras de su madre. Valeria y él habían sido comprometidos desde muy pequeños, cuando ella tenía ocho años y él quince. Ella era una niña y él un adolescente, que a principios no quería saber nada de Valeria, pues tenía una novia, pero por una promesa hacia su padre decidió aceptarla y aceptar tal matrimonio. Tiempo después cuando Valeria se convirtió en una adolescente, él cayó rendido a sus pies, su belleza era inigualable, era atenta, comprensible y hasta bondadosa. Se conocieron más y no pusieron ningún tipo de resistencia ante ese matrimonio, todo lo contrario, empezaron un noviazgo cuando ella tenía 16 y él 23. Estaban esperando a que ella cumpliese la mayoría de edad para poder casarse y juntar sus apellidos. Ambos estaban de acuerdo y sobre todo enamorados, pero dos días antes de que ellos formalizaron su matrimonio, ella desapareció y no dejó rastro.

- Valeria me dejó a tan solo dos días de cansarnos, ya no estoy interesado en ese matrimonio. Si te preocupa el apellido, haré todo lo posible para quitar esa mancha, pero no me voy a casar con nadie que lleve el apellido Wertheimer.

- Entra en razón. Hay un contrato desde hace años, quieras o no tendrás que finalizarlo y fusionar a ambas familias. – Leonela estaba frustrada ante la terquedad de su hijo, se topó la frente y volvió a decir. – Tenemos dinero, pero nuestro apellido ha sido pisoteado y despreciado, por más que te esfuerces, no lo conseguirás. Tu padre murió intentando levantar el apellido, pero las señales fueron muchas. Su última esperanza fue ese contrato, contrato que deberás cumplir quieras o no.

Si algo tenía en razón Leonela, era el esfuerzo de su padre Máximo Hoffmann para levantar el apellido familiar. Después de que su tío, Santiago Hoffmann, cometiera una cantidad de fraudes con su apellido, nadie quería alianzas en los negocios, la única opción que encontró fue el contrato prematrimonial. Tenía 11 años de muerto, pero murió con la satisfacción de que su hijo menor iba a cumplirlo e iba hacer que el apellido quedará impune de toda mancha.

- ¿Qué pasa si la señora Margaret no la reconoce como su nieta? – preguntó Leonardo alzando las cejas y llevando el dedo índice a la sien. Él la confundió con Valeria, pero esos ojos marrones las hacían diferentes, haciendo que se rectificara de su error de inmediato. Además, estaba presente la falta de educación de Helen – Ella viene de la calle y Va…

Leonela alzó su mano, teniendo las respuestas a todos los problemas le dijo.

- Contratarás a un personal adecuado que se encargue de eso. Desde beber té hasta caminar con clase, también debemos tener en cuenta que ella deberá saber todo acerca de la familia de Valeria y actuar como ella en lo más mínimo. Hasta entonces, la muchacha estará retenida en la mansión. Cuando al fin lo logre, podrás presentársela a Margaret y le dirás que la encontraste como se lo prometiste, con algo de suerte se casarán al siguiente día, y el divorcio dependerá de ti. Lo importante aquí, es fusionar esos apellidos.

- Estaríamos cometiendo un fraude. – Leonardo llevó las manos al mentón después de escuchar el plan descabellado de su madre.

- Si lo ves desde ese punto, pero si miras más allá, no es ningún fraude. Después de todo, ustedes estaban destinados a casarse para unir a ambas familias, sólo que, en este caso, Valeria estaría siendo reemplazada por la muchacha. Además, le estaríamos devolviendo algo de felicidad a Margaret, ella se ha sentido muy sola desde que su hija murió y se sintió peor cuando su nieta desapareció. No es un fraude, estamos cobrando su deuda después de todo. – se puso de pie para marcharse, antes de hacerlo le dijo. – piénsalo bien, hijo, si Margaret autoriza ese matrimonio, el esfuerzo de tu padre habrá valido la pena.

Leonardo se quedó pensando en aquellas palabras, no quería que el esfuerzo de su padre quedara en la nada, necesitaba el apellido de Valeria para continuar en los negocios. Por más que la odiara por su abandono, tenía que aceptar a su réplica. De todos modos, los Wertheimer están en deuda con ellos.

Ambas familias vieron una gran oportunidad en los niños. La familia de Valeria contaba con un apellido sin ningún tipo de antecedentes y con gran prestigio, pero no tenían suficiente dinero para el crecimiento de sus empresas. Mientras que los Hoffmann, tenían dinero de sobra, pero su apellido era su ruina. Fue así como se destinó el contrato de matrimonio, donde la fusión de los apellidos uniría a ambas familias favoreciéndolos por completo.