capítulo 15.

Recuerdos.

Dylan Córner.

Una vez dije que sería maravilloso despertar enferma porque así tendría una

excusa para faltar a clases y así quedarme en casa con mamá para que ella me

enseñara a cocinar.

Muchas veces si me funcionaba y cuando ya estaba lista para dar todo de mí

en la cocina esto se volvía un caos total, ya que, la comida era incomible,

quemaba todo hasta el agua se consumía.

Pero hoy no deseaba estar enferma y aunque lo deseará no se cumplirá. Mi

cuerpo duele como si un tractor me paso en sima para poder hará la tierra para

cosechar, aunque francamente lo que sembraran en mí los intoxicaría y terminarían

con diarrea crónica.

—Auch…— me queje al tratar de darme la vuelta porque estar en una sola

posición en la cama me está pasando factura más con mi espalda.

—Siempre te quejas de las cosas, aunque estas sean las más cómodas— dijo una

voz muy conocida para mí.

—Oh… cállate— le dije tratando de lanzarle una almohada con los ojos

cerrados algo muy estúpido.

—Venga pitufina llevas mucho tiempo durmiendo a este paso te volverás una

haragana— me dijo levantando la manta que me cubría en la zona de los pies

luego tomando esto y jalándome, pero como yo no quería salir de la cama me tomo

de la cabecera en un intento desesperado de que me dejara en ella.

—No…— dije como berrinche.

—Esa cama no es tuya— por un momento creí que se abría arrepentido, pero al

decir eso me solté de la cama en un intento desesperado de saber en donde rayos

estaba.

Lo que desencadeno que al Dark seguir jalando mis pies con un poco de fuerza

(más la suficiente) este me sacara de la cama quedando yo a la orilla, pero él

se calló de culo, ya que no se esperaba que yo me soltara.

—¡Podrías avisarme la próxima vez! — me dijo aún en estando en el suelo y

casi llorando de la risa.

—Te queda como advertencia que la próxima vez no trates de sacarme la cama—

le saque la lengua juguetonamente.

—Pues la próxima vez te levantaré con un poco de agua helada— me amenazo

mientras se levantaba del suelo con una mueca de indignación.

—¿Así? —— le pregunté alzando las cejas y viéndolo de manera amenazante

—Pues si tú haces eso me veré en la obligación de volver a teñir esos pelos

tuyos de amarillo vómito— le recordé y una sonrisa se apoderó de mis labios al

ver su cara de terror  —Otra

vez— finalice.

—No te atreverías.— me dijo más pálido que mis nalgas por la falta de sol.

—No te atreverías.—  me dijo más pálido que mis nalgas por la falta de

sol.

—¿Cuánto quieres apostar? — le pregunte viendo su cara de espanto. —Sabes

que soy capaz de eso— le recordé.

Lo vi tragar saliva forzadamente para luego soltar una risita nerviosa y

levantar las manos en señal de paz.

—Solo bromeaba. Como crees que yo sería capaz de levantarte con agua helada—

me aseguro.

Y yo asentí satisfecha mientras me reía un poco.

—¿Dónde estoy? — pregunte ya calmada porque al ver a mi alrededor me

encuentro con una habitación nada extravagante, pero con lo necesario no es

lujosa es sencilla hermosa con colores claros.

Veo la cama donde estaba acostado no es grande, pero lo suficiente para

dormir dos personas el color de las sábanas es negras con rayas blancas al

pasar la mano por ella su textura es muy suave.

—Es la cabaña de un amigo mío— me dijo y yo lo volteé a ver y vi como su

miera se oscurecía por un momento para luego ver como presionaba las manos en

puños clara señal de que estaba molesto. —¿Cómo te encuentras? — me pregunta

con voz grabe.

Yo tragué saliva difícilmente porque al recordar el incesante dolor en mi

cuerpo un escalofrío lo recorre.

Bajo la cabeza y juego con mis dedos.

—Me siento bien— dije bajito —Solo me duelo un poco el cuerpo— finalicé.

—¿No recuerdas nada más? — me preguntó y yo negué con la cabeza.

—Solo recuerdo que mientras estaba en el bosque y trate de volver a casa un

dolor me atravesó por todo el cuerpo impidiéndome caminar. Luego se volvió más

fuerte y fue cuando perdí la conciencia— le relaté.

Escuché como suspiro así que dirigí mi vista a él.

—Yo pasaba por ese lugar de puro milagro— lo vi y como sus ojos se

cristalizaban mi corazón se estrujó al verlo en ese estado quise levantarme,

pero cada vez que trataba de moverme mis músculos de pollo lo reciente —Si no

hubiera pasado quizás tú hubieras muerto— susurro él con voz rota.

A como pude me levanté de la cama mordiendo mis labios para no gritar por el

dolor que tenía en ellos.

—Todo pasa por algo y si era tu destino estar ahí para salvarme entonces aún

no me tocaba morir— le dio abrazándolo con cariño él apoyó su cabeza en mi

pecho como si fuera un niño pequeño.

Cuando ya se calmó saco su cabeza para verme con los ojos brillantes por las

lágrimas le di una sonrisa para que supiera que todo estaba bien.

—Perdóname por haberme ido— me dijo.

Negué con una sonrisa él a pesar de todo no cambiaría.

—No hay nada que perdonar. ¿Creí que ya lo habíamos arreglado? — le pregunté

por qué entre todos mis borrosos recuerdos había uno donde estábamos los en el

bosque y yo a punto de perder la conciencia.

—No me hagas recordar pensé que hasta yo me moriría si algo te pasaba a ti—

expreso.

Suspire ante todo lo que había sucedido sabía que ese dolor infernal no es

normal ¿Pero qué lo sería? Estada rodea do de seres sobrenaturales.

—¿Me dirás dónde estoy? — le pregunte mientras lo soltaba y me acercaba a la

cama, puesto que mis piernitas de pollo no me aguantarían por mucho.

—Bueno…— dijo poniéndose recto llevo su mano a su noca para rascarse

nerviosamente. Lo vi con los ojos entrecerrados algo estaba pasando y yo lo

descubriría. —Estamos en la casa…— me aclaro la garganta para poder continuar.

—En la casa de un amigo brujo— me dijo al final.

—¿Amigo? — le pregunté con la mirada seria, pero luchando con la sonrisa que

quería salir —¿Y por qué te has puesto nervioso? — dije alzando una ceja al ver

su reacción.

—¿Nervios? ¿Yo? — negó con la cabeza haciéndose el desentendido. —Yo jamás

me pongo nervioso.— me aseguro.

Le iba a decir de lo que se iba a morir por no contarme, pero el sonido de

la puerta siendo abierta me detuvo.

De ella entro un chico rubio.

Al verlo no le presté atención, pero hubo algo que me hizo verlo más detenidamente,

entrecerré los ojos tratando de recordar el por qué se me hacía muy familiar.

—Veo que ya se siente mejor señorita— me hablo, pero yo no dije nada por

estar tratando de recordar. Él se removió incómodo ante mi silencio y volteo a

ver a Dark.

—Ella es así no le hagas caso— le dijo muy confianzudo.

Pero bueno son amigo, de esta manera como él conmigo, pero sabía que había

algo más ahí.

—Bueno…—

—¿Nos conocemos de algún lado? — le interrumpí porque no me podía quedar con

la duda.

—No señorita es la primera vez que nos vemos— me dijo muy seguro.

Ladee la cabeza tratando de recordar el por qué.

—Pues yo pudiera juraría que te he visto en algún otro lugar— le aseguré.

—Lo dudo señorita, ya que no salgo del bosque— dijo mientras se acercaba a

la mesita de noche que estaba a la par de la cama donde yo me encontraba.

Un silencio se apoderó de la habitación.

—Dark nunca me hablo de un amigo brujo— rompí el silencio entre todos.

El brujo de cabellera rubio solo se encogió de hombros y al darse la vuelta

entre sus manos traía un recipiente y en el interior se daba a notar un líquido

rosado viscoso.

—Tampoco hablo de una amiga humana curiosa— dijo él.

Voltee a ver a Dark indignada por tal información.

—¿No le has hablado de mí?— le pregunté mientras le lanzaba una almohada que

estaba cerca de mí.

Una que esquivó muy fácilmente.

—No hablo de mi vida— dijo como si nada.

—Pues tenía que hablar de mí— le reproche con evidente diversión en mi voz.

—¿Y decirle que estás loca?— negó con la cabeza —No gracias— finalizo.

El rubio veía todo como un juego de pin-pon

—Pues tú no estás muy cuerdo que se diga— le dije —¿O no te acuerdas de que

a una anciana le quisiste robar el gato— recordé esa vez donde casi morirnos

por el bastón de ella y las garras del gato?

—No lo hubiera hecho si tú no me hubieses llamado gallina pálida— me dijo y

cruzo los brazos indignado.

—Pues yo cumplí con el reto que tú me habías puesto y si hubieses hecho bien

tu trabajo esa anciana junto con su gato nos hubieran matado— le recrimine el

cómo terminamos todos aruñados.

Nos quedamos viendo y luego soltamos a reír.

Que buenos momentos.

A nuestras carcajadas se nos unió el rubio porque a pesar de que se mantenía

serio no pudo evitar reírse de esto y lo entendía muy bien.

—En realidad el sí me hablo de usted— dijo al ya estar más cerca y

entregándome el recipiente.

Bajé mi vista al contenido de este e hice una mueca de asco.

—No me trates de usted dime Dylan— le aclaré. —¿Y esto? — pregunté mientras

alzaba el recipiente.

—Es algo que le ayudara a recobrar todas sus energías y le quitara el dolor

corporal— me dio, pero al ver sus ojos sabía que algo está ocultando.

—Pero se ve horrible— dije viendo la cosa rosa dentro.

—Es por su bien— le dijo me lo acerqué a la boca sin ánimos de tomarlo, pero

de manera sorpresiva él con una velocidad sorprendente tomo mi mano que estaba

cerca de mi boca abierta y esto conllevo a que el líquido entrara y resbalara

por mi garganta.

—Sabe asqueroso— dije al tragar todo.

—Pero hoy se pondrá mejor— me aseguro.

Unos segundos pasaron y sentí como una corriente pasaba por mi cuerpo y de

manera cálida se quedaba en mi vientre ignoré eso, ya que sentí como la energía

se repartía por mí, anatomía.

—¿Qué me paso? — hice la pregunta que desea hubiera respuesta y que ellos me

la dieran.

Al verlos sus cuerpos se tensaron.

Algo estaba mal ellos lo sabían, pero no

querían decirlo.

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