El cielo que antes era claro ahora estaba cubierto por nubes oscuras, y poco después comenzaron a caer gotas de lluvia golpeando el polvo sediento debajo.
Mientras todos los demás se habían refugiado en el santuario de sus hogares, una niña de pelo oscuro abrazaba sus rodillas en una caja de cartón cubierta con plástico.
Su ojo izquierdo estaba oculto por su flequillo, pero todos sabían que era una niña preciosa.
Esta niña no tenía ni casa ni padres; era una niña corriente que se encontraba en un mundo sin suerte, un mundo que era cruel con su soledad.
El hambre y el frío impregnaban todo su ser.
Cuando la lluvia cesó, ella comenzó a buscar en la basura y luego regresó a su preciosa caja, que podía llamar hogar.
Incluso un trozo de pan sería suficiente para llenar su estómago, que había estado vacío desde ayer, mientras contemplaba su destino, alguien de repente la llamó desde afuera.
"Sal, ¿cuánto tiempo vas a quedarte en este lugar deprimente?"
La recién llegada tenía el pelo rubio hasta los hombros y una constitución más pequeña que la niña de pelo oscuro, pero era evidente que poseía más valentía que la mayoría.
"¿Qué quieres de mí?"
"He notado que te escondes aquí todo el tiempo. Conviértete en mi amiga y cambiemos juntas este mundo cruel".
"¿Por qué me elegirías a mí?"
"¿No lo ves? Somos las únicas que quedamos aquí... todos se han ido".
"¿Eh?"
La chica rubia soltó un suspiro suave.
"El dragón de la destrucción ha arrasado nuestro pueblo; en otras palabras, no queda nada para que su gente reconstruya, así que han decidido irse... a propósito, ¿cómo te llamas?"
"Heliet Ladeosfa".
"¿Qué clase de nombre es ese? Difícil de pronunciar... Mi nombre es Vivia Legal, pero puedes simplemente llamarme Vivia".
Vivia, con su cabello rubio y su personalidad de marimacho, contrastaba con el cabello negro y la disposición apacible de Heliet, sin embargo, a pesar de sus diferencias, decidieron hacerse amigas.
Vivia tomó a Heliet de la mano y la llevó a un lugar llamado la biblioteca, donde había innumerables libros abandonados y cubiertos de polvo.
Apenas tocaban las portadas, nubes de polvo se levantaban en el aire.
"Mira esto... ¿no es genial? Podemos aprender todo lo que necesitamos en este mundo aquí mismo, desde técnicas de magia, alquimia hasta conocimientos generales, te encantará".
Heliet inclinó la cabeza.
"No sé leer".
"No te preocupes, te enseñaré a leer hasta que te conviertas en toda una experta en todo".
A partir de entonces, pasaron tiempo en la biblioteca. Para sustentarse, buscaban peces en el río o frutas en el bosque.
Vivia se paraba en una roca junto al río.
"Escucha, Heliet, algún día me convertiré en una gran caballero y en la mayor cazadora de dragones del mundo, incluso derrotaré al dragón de la destrucción con mis propias manos", declaró Vivia, sosteniendo una espada de madera.
Mientras tanto, Heliet estaba sentada apoyada contra un árbol, espiándola desde detrás del libro que estaba leyendo.
"Si quieres convertirte en una caballero, deberías comenzar como una aventurera".
"¿Por qué debería hacer eso?", preguntó Vivia.
"La experiencia es la mejor maestra, de esa manera crecerás más fuerte más rápidamente".
"¿De verdad? Entonces comenzaré como aventurera, hasta entonces, seguramente podremos salir de aquí".
"Seguramente lo haremos".
Días después, de manera bastante inesperada, una maga visitó el pueblo en ruinas. Llevaba un sombrero puntiagudo y una capa de mago a juego, y en su mano sostenía un bastón con una curva en su extremo.
Caminó entre las casas en ruinas y encontró a Heliet y Vivia practicando magia en las afueras de la ciudad.
"¿Quién está ahí?", preguntó Heliet, volteándose.
"Intrigada, ¿lo estoy? Mi nombre es Meliana, ¿ustedes dos están entrenando en la magia?".
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