Elysia pensaba que había encontrado el amor verdadero en los brazos de Davian, su esposo, pero la traición y la codicia hicieron añicos sus sueños. En un fatídico encuentro en medio del océano, ella descubre que Davian y su mejor amiga, han conspirado para despojarla de su fortuna y de todo lo que ama.
Destrozada y abatida, Elysia cae víctima de sus maquiavélicos planes. Sin embargo, en las profundidades del océano, una poderosa entidad le da una segunda oportunidad, depositando todo su poder en su cuerpo. Así resurge con un nuevo propósito y una sed insaciable de venganza, Elysia se convierte en la encarnación de la justicia.
¿Qué crees qué pasará ?, ¿Logrará Elysia su objetivo?¿Encontrará él amor en el camino ?
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Capítulo .10.
Elysia se acercó a Rhyse con una mirada fría y autoritaria, y la tensión en el aire se hizo palpable.
—Detente.
Rhyse se quedó inmóvil, paralizada ante la orden.
—Aún no puedes irte. ¿Acaso has olvidado tu parte del trato?
Tragó saliva, esforzándose por mantener la compostura.
—¿Qué es lo que deseas que haga?
Elysia esbozó una sonrisa cruel, disfrutando del control que ejercía sobre ella.
—Quiero que salgas de la empresa y, frente a la entrada, te arrodilles mientras gritas: “Soy una mujer deshonrosa, me arrodillo ante mi propia deshonra. Soy una amante despreciable, una persona carente de dignidad y respeto. Soy la otra, y siempre seré la otra.”
Rhyse sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies; la humillación era total y devastadora.
—¡Soy tu amiga! ¿De verdad serías capaz de hacerme esto?
Elysia, manteniendo su apariencia de inocencia, respondió con frialdad.
—No lo consideraste cuando decidiste interferir en mi relación. Ahora, ve y actúa en consecuencia.
A pesar de la presión, Rhyse levantó la mirada, mostrando una chispa de desafío.
—No lo haré. Esto es una locura, Elysia. No puedes pedirme que haga algo así —exclamó, sintiendo que la indignación se apoderaba de ella. Su voz temblaba entre la frustración y la incredulidad.
Elysia se acercó un poco más, provocando que Rhyse retrocediera involuntariamente.
—Si no lo haces, ¿quieres que yo misma exponga todo esto públicamente? —murmuró, con un tono bajo y amenazante—. ¿Quieres pasar el resto de tus días sin poder levantar la mirada ni salir a la calle sin ser señalada por todos?
Davian, que observaba desde un poco más atrás, hizo un gesto apenas perceptible a Rhyse, indicándole que sería mejor someterse a las exigencias de Elysia. Era un consejo tácito, pero claro en su intención.
Rhyse cerró los ojos con fuerza, intentando contener la humillación y el pánico que la invadían. La lucha interna era feroz, pero finalmente, se sintió atrapada por la inevitabilidad de la situación. Con un suspiro resignado, asintió con la cabeza, aceptando lo que no quería, pero sintiendo que no tenía elección.
—Está bien. Haré lo que pides —murmuró, su voz apenas un hilo, pero llena de una determinación sombría.
Con desdén, se dio la vuelta para salir de la sala, sintiendo cómo la sombra de la amenaza la seguía.
Elysia, al ver cómo Rhyse se alejaba, experimentaba una profunda satisfacción. Su mente se llenaba de pensamientos placenteros sobre el poder que tenía sobre ella y los que la rodeaban. Para Elysia, las interacciones humanas eran un intrincado juego de dominación, y su meta era evidenciar su superioridad. Cada movimiento, cada palabra, era una oportunidad para reafirmar su posición en esta dinámica de control que tanto disfrutaba.
Cuando Rhyse se dispuso a abandonar la empresa, su corazón latía con intensidad mientras caminaba por el pasillo. Cada paso resonaba en su pecho, llenándola de nerviosismo y anticipación. A medida que se acercaba a la salida, se detuvo un instante, observando a su alrededor con cautela. A primera vista, no parecía haber nadie; esa fue su conclusión, convencida de que estaba sola en ese momento. Tomó una profunda respiración, sintiendo cómo el aire llenaba sus pulmones, y con gran esfuerzo, se arrodilló ante la entrada, preparándose para lo que estaba a punto de hacer.
Comenzó a gritar las palabras humillantes que Elysia le había indicado. Su voz resonaba con una mezcla de rabia y vergüenza mientras soltaba cada frase, como si las palabras estuvieran grabadas a fuego en su mente.
—¡Soy una mujer deshonrosa! —exclamó, dejando que la indignidad de esa declaración la invadiera—. ¡Me arrodillo ante mi propia deshonra! ¡Soy una amante despreciable, una persona carente de dignidad y respeto! ¡Soy la otra, y siempre seré la otra!
Cada palabra hería su orgullo profundamente, mientras sus pensamientos se convertían en un torbellino de odio y deseos de venganza. —Elysia, desearía verte arrastrándote ante mí, sufriendo como yo lo hago ahora. No permitiré que esta humillación se quede así. Pagarás por esto.
Elysia permanecía atenta, dirigiéndose a Grace:
—Necesito que me traigas una taza de café. Esto promete ser muy interesante.
Los guardias se acercaron y le llevaron una silla, la cual colocaron en el centro de la habitación. Elysia, con un gesto decidido, pidió que abrieran las puertas. Luego, se volvió hacia Grace y le pidió que comunicara a todos los empleados que tenían el día libre.
Con esa instrucción, Grace se dirigió a la oficina de trabajo, donde se encontraban todos los empleados. Antes de regresar, hizo una parada para recoger una taza de café. Una vez que llegó a la oficina, anunció con voz clara:
—Hoy tienen el día libre —les informó—. Vengan todos conmigo.
Regresando a Rhyse, ella giró la cabeza con angustia, apretando con fuerza la parte inferior de su vestido entre sus manos. Sus ojos buscaron a Elysia, quien, sosteniendo una taza de café, le hizo una señal con la mano para que continuara.
Al ver esto, Rhyse se armó de valor y comenzó a gritar nuevamente aquellas palabras humillantes. De repente, un grupo de personas comenzó a congregarse alrededor de ella; entre la multitud, se destacaron varios fotógrafos. Algunos comenzaron a capturar el momento con sus cámaras, mientras otros grababan en video. Rhyse, angustiada, trató de cubrir su rostro con las manos, implorando que por favor dejaran de fotografiarla.
“¡Qué vergüenza!” —murmuró una persona entre la multitud, evidenciando su descontento. “¿Cómo pudo hacer algo así?”
“No me sorprende en absoluto,”— intervino otra voz con desdén. “Se lo merece por haberse metido en asuntos que no le correspondían.”
“Deshonrando a su propia amiga, ¿qué clase de persona se comporta así?” —cuestionó un tercero, su tono lleno de indignación.
“¡Qué descaro!” —exclamó alguien más, con una mezcla de asombro y reprobación. “Después de lo que hizo, realmente tiene lo que merecía.”
“¡Qué espectáculo tan patético!”
Al percibir la situación que se desarrollaba frente a él, Davian no dudó ni un momento y salió corriendo en dirección a ayudarla. Elysia, en ese instante, esbozó una sonrisa irónica y, sin poder evitarlo, dejó escapar algunas palabras, ya que la escena era lo suficientemente intensa como para justificarlo.
—Y ahí va Romeo a socorrer a su amada Julieta —comentó con un matiz sarcástico.
Grace, que se encontraba a su lado, agregó con desdén:
—Es todo un descarado.
Mientras tanto, Davian se despojó de su saco para cubrir a Rhyse, levantando la voz de manera autoritaria y exigiendo a los demás que se mantuvieran alejados.
—¡Apártense! ¡Déjenla en paz! —gritó, con urgencia en su voz.
***QUERIDAS LECTORAS✨🙏🏻***,
Últimamente he estado muy ocupada con el trabajo, por lo que no he tenido tiempo de subir nada. Quiero disculparme por la falta de actividad en la cuenta. Sin embargo, aquí les dejo esta historia que estaré actualizando diariamente. Espero que me tengan paciencia, solo quise subir esto para no dejar la cuenta en flop.
De corazón espero les guste, y cualquier sugerencia o crítica pues se verá bien recibida como siempre.