En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Presión Familiar
El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido tono dorado. Sin embargo, la luz que entraba por la ventana del aposento de Aric no lograba disipar la sombra que se cernía sobre su corazón. Era un nuevo día, pero las expectativas de su familia lo aplastaban como una pesada losa.
Mientras se vestía, Aric no podía evitar pensar en la cena de la noche anterior, donde las sonrisas y las risas habían sido solo una fachada que ocultaba la tensión creciente en su interior. La imagen de Kael, esperándolo en la penumbra del bosque, lo llenaba de anhelo, pero también de miedo. ¿Podría realmente luchar contra las expectativas familiares y encontrar su propio camino?
La voz de su madre, la reina Isolde, resonó en su mente. “Tus deberes son más importantes que tus deseos personales, Aric.” Esa frase había sido un mantra en su vida, y ahora parecía más pesada que nunca. Se miró en el espejo y trató de encontrar el príncipe que había sido alguna vez, pero solo encontró a un hombre dividido.
Al salir de su habitación, se encontró con Elara en el pasillo. Su hermana lo miró con preocupación. —¿Estás bien? Pareces… distante.
Aric forzó una sonrisa, aunque sabía que no era convincente. —Solo estoy pensando en lo que se espera de mí.
Elara frunció el ceño y lo siguió mientras caminaban hacia el comedor. —No tienes que hacer esto solo. Puedes hablar conmigo.
—Lo sé —respondió Aric, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración—. Pero la presión es intensa. No puedo ignorar lo que significa ser príncipe.
Cuando entraron al comedor, el ambiente era tenso. Su padre, el rey Aldric, ya estaba sentado en la cabecera de la mesa, revisando documentos con una expresión grave. La reina Isolde se encontraba a su lado, y Liora ocupaba un lugar cercano, luciendo radiante como siempre.
—Buenos días, hijos —dijo el rey sin levantar la vista de sus papeles—. Hay mucho de qué hablar hoy.
Aric se sentó con un nudo en el estómago. Sabía que la conversación inevitablemente giraría en torno a su futuro y a la unión con Liora. La reina Isolde levantó la vista y lo observó con una mezcla de amor y preocupación.
—Aric, necesitamos discutir tu compromiso con Liora —comenzó la reina con suavidad—. Es importante para nuestro reino y para nuestra familia.
Aric sintió cómo su corazón se hundía. —Madre, ya hemos hablado de esto…
—Lo sé —interrumpió ella—, pero las circunstancias han cambiado. Valen ha estado hablando con otros nobles sobre tu futuro y hay quienes cuestionan tu compromiso.
—¿Qué? —exclamó Aric, sintiéndose atrapado entre la ira y la incredulidad—. ¿Por qué le importa a Valen lo que yo haga?
El rey Aldric finalmente levantó la vista, sus ojos fijos en Aric con una intensidad que lo hizo sentirse pequeño. —Porque Valen busca poder, hijo. Y si hay dudas sobre tu compromiso, podría aprovecharse de eso para socavar nuestra familia.
Liora sonrió con dulzura, pero Aric pudo notar un matiz de preocupación en sus ojos. —Aric, todos queremos lo mejor para ti. Este matrimonio no solo es una unión entre dos personas; es una alianza que fortalecerá nuestro reino.
—Pero ¿a qué precio? —preguntó Aric, sintiendo cómo las emociones comenzaban a desbordarse—. ¿Acaso mi felicidad no importa en todo esto?
La reina Isolde se inclinó hacia adelante, su expresión seria. —Tu felicidad es importante, pero también lo son nuestras responsabilidades como familia real. No puedes permitirte ser egoísta en este momento.
Aric sintió cómo su frustración crecía. —No se trata de egoísmo. Se trata de vivir mi vida como yo decida hacerlo.
El rey Aldric golpeó la mesa con fuerza, haciendo que todos se sobresaltaran. —¡Basta! Este es un asunto serio, Aric. No puedes dejarte llevar por impulsos adolescentes.
La tensión en el aire era palpable mientras Aric luchaba por contener su rabia. —No soy un niño, padre. Tengo derecho a decidir por mí mismo.
Liora intentó intervenir. —Aric, entiendo que esto es difícil para ti… pero piensa en todo lo que hemos trabajado para construir esta unión.
—¿Y qué hay de Kael? —preguntó Aric con voz temblorosa—. ¿Acaso no importa lo que siento por él?
La habitación quedó en silencio absoluto. La mirada de la reina Isolde se endureció mientras el rey fruncía el ceño. Finalmente, fue Liora quien rompió el silencio.
—¿Kael? ¿Quién es Kael? —preguntó con curiosidad genuina.
Aric sintió cómo su corazón latía con fuerza; había cruzado una línea peligrosa. —Es… es alguien a quien he conocido bien. Alguien importante para mí.
El rey Aldric se enderezó en su silla, su mirada penetrante fija en Aric. —¿Importante cómo? ¿Estás insinuando que tienes sentimientos por él?
Aric tragó saliva; sabía que estaba caminando por una cuerda floja. —No estoy insinuando nada; estoy diciendo que Kael es alguien que me importa profundamente.
La reina Isolde intercambió miradas con su esposo antes de hablar nuevamente. —Aric, esto es inaceptable. Tu deber es hacia el reino y hacia Liora.
—¿Y qué pasa conmigo? —gritó Aric, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar—. No quiero ser un prisionero de sus expectativas.
Liora observaba con preocupación mientras las emociones se desbordaban en la mesa. —Aric… no estoy aquí para presionarte. Solo quiero entender.
El rey Aldric se inclinó hacia adelante, su voz grave resonando en la habitación. —No puedes permitirte ser débil en este momento. La debilidad será aprovechada por aquellos que desean ver caer a nuestra familia.
Aric sintió cómo cada palabra del rey le pesaba como plomo en el corazón; sabía que debía luchar por lo que quería, pero también comprendía las implicaciones de sus acciones.
—No estoy siendo débil; estoy siendo honesto —respondió finalmente—. Y si eso no es suficiente para ustedes, entonces tal vez debería reconsiderar mi lugar aquí.
Cuando finalmente terminaron la comida, Aric decidió dar un paseo por los jardines del palacio para despejarse. Necesitaba aire fresco y un momento para reflexionar sobre lo que había sucedido.
Los jardines estaban llenos de flores vibrantes y el canto de los pájaros resonaba suavemente en el aire; sin embargo, nada podía calmar el torbellino emocional que sentía dentro de él. Caminó hasta un pequeño estanque rodeado de sauces llorones y se sentó en un banco cercano, dejando que los pensamientos fluyeran libremente.
¿Qué haría ahora? La idea de renunciar a todo lo que conocía le resultaba aterradora, pero permanecer allí sin poder ser él mismo era igualmente desgarrador.
De repente, escuchó pasos acercándose y levantó la vista para encontrar a Elara a su lado. Ella se sentó junto a él sin decir una palabra al principio; simplemente disfrutaron del silencio compartido mientras Aric contemplaba el agua.
—Te vi pelear con ellos —dijo Elara finalmente—. Eres más valiente de lo que crees.
Aric suspiró profundamente. —No sé si eso es valentía o locura. Me siento atrapado entre lo que quieren y lo que realmente deseo.
Elara le dio una ligera palmadita en la espalda. —A veces tienes que hacer ruido para ser escuchado. No permitas que te apaguen solo porque tienen miedo de perder el control.
Las palabras de su hermana resonaron dentro de él como un faro de esperanza; tal vez había una manera de equilibrar sus deseos personales con sus responsabilidades reales.
—¿Y si me rechazan? —preguntó Aric con voz temblorosa—. ¿Y si pierdo a todos?
Elara sonrió suavemente. —Tal vez descubras quiénes son realmente las personas que te rodean cuando finalmente hables desde tu corazón.
Mientras hablaban, Aric sintió cómo una nueva determinación comenzaba a tomar forma dentro de él; sabía que debía actuar antes de que fuera demasiado tarde.
De repente, un sonido extraño interrumpió sus pensamientos: un crujido entre los arbustos cercanos seguido del sonido de pasos apresurados. Ambos se volvieron hacia la dirección del ruido y vieron a Valen emergiendo de las sombras con una expresión burlona en su rostro.
—¿Qué tal la charla familiar? —preguntó Valen con tono sarcástico—. Espero que no hayan olvidado quiénes son realmente los poderosos aquí.
—¿Qué quieres? —preguntó Aric con frialdad.
Valen sonrió maliciosamente mientras se acercaba más a ellos. —Solo venía a recordarles lo frágil que puede ser todo esto… especialmente cuando hay secretos ocultos entre ustedes.
Aric sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esas palabras; ¿qué secretos conocía Valen?
—No tienes nada que hacer aquí —intervino Elara con firmeza—. Deberías irte antes de que te arrepientas.
Valen ignoró su advertencia y continuó hablando como si estuviera disfrutando del momento. —Solo quiero asegurarme de que ambos estén preparados para las consecuencias de sus elecciones… porque créanme, hay quienes están observando cada movimiento que hacen.
Con esas palabras inquietantes flotando entre ellos, Valen dio media vuelta y desapareció entre los arbustos como si nunca hubiera estado allí.
Aric sintió cómo el miedo se apoderaba de él nuevamente; sabía que Valen estaba jugando un juego peligroso y ahora más que nunca entendía que había fuerzas externas observando cada paso que daba.
Mientras Elara lo miraba preocupada, Aric sintió una oleada de determinación recorrerlo; sabía que debía actuar antes de que fuera demasiado tarde… porque el tiempo se estaba agotando y las sombras del pasado amenazaban con devorarlo todo.
La presión familiar era solo el comienzo; lo peor aún estaba por venir… y no podía dejarse atrapar sin luchar por lo que realmente quería: su libertad.