Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 10
La mañana siguiente, Olivia despertó con una sonrisa radiante iluminando su rostro. La cena con los nuevos socios de Luciano la noche anterior había sido un éxito rotundo. Mientras se preparaba para el día, el pensamiento de la gran oportunidad que se abría ante ella la llenaba de emoción y determinación.
Tal como era su costumbre, se paseó por la cocina, preparando el desayuno con un entusiasmo renovado, esto debido a que a pesar de que su esposo era un hombre de mucho dinero, antes de casarse con él, ella llevaba una vida humlide, no era pobre pero tampoco acostumbraba a que le sirvieran. Así que tras hablar con Luciano acordaron que cada mañana ella se haría cargo del desayuno y de vez en cuando podría meterse a la cocina para realizar alguna que otra comida.
Cada movimiento de la muchacha estaba impregnado de una energía vibrante, mientras su mente revivía las conversaciones de la noche anterior. Recordaba cada palabra, cada gesto de aquellos hombres de negocios que representaban la posibilidad de un futuro próspero para ella y Luciano.
Una vez que el desayuno estuvo listo, llamó a Luciano, quien aún descansaba en la habitación. -¡Luciano, despierta! ¡El desayuno está listo!- exclamó con una mezcla de alegría y anticipación en su voz.
Luciano se levantó con un bostezo, pero al ver la expresión radiante en el rostro de Olivia, su somnolencia se disipó al instante.
-¿Qué pasa, cariño?- preguntó, contagiado por la emoción de su esposa.
Olivia le contó sobre sus planes para el día, emocionada por las oportunidades que se avecinaban. Juntos, compartieron un desayuno lleno de risas y sueños de un futuro brillante.
-Nuevamente debo agradecerte, Luciano- le dijo con mucha sinceridad la muchacha, el alzó su vista y ella prosiguió- por permitirme ser parte del proyecto del hotel.
-Mira, cielo- dijo él tomando su mano- Creo que esta es la mejor oportunidad para que comiences a demostrar tu valía como diseñadora.
Olivia sonrió agradecida y luego le dio un beso a su esposo.
Después de despedirse de Luciano, quien partió hacia la oficina, pues le había surgido un asunto muy importante que no podía esperar para ser resuelto. Olivia se sentó frente a su computadora, lista para comenzar a trabajar en los detalles del proyecto hotelero. Cada clic del teclado resonaba con su determinación, mientras visualizaba el papel clave que desempeñaría en la construcción de la cadena de hoteles.
A medida que avanzaba el día, Olivia se sumergió en el trabajo, dejando volar su creatividad y dedicación en cada tarea. Cada documento, cada planificación, era un paso más hacia el éxito y reconocimiento que anhelaba.
Al caer la noche, Luciano regresó a casa, encontrando a Olivia aún absorta en su trabajo. La miró con admiración, orgulloso de tener a una esposa tan talentosa y dedicada. Juntos, compartieron una cena llena de complicidad, celebrando el inicio de una nueva etapa en sus vidas.
Mientras se retiraban a descansar, estando ya recostados en la suave y mullida cama que compartían, Olivia se acurrucó junto a Luciano, apoyando la cabeza sobre su pecho sintiendo el latido acelerado de su corazón. Sabía que el camino hacia el éxito estaría lleno de desafíos, pero también estaba segura de que, con determinación y trabajo arduo, alcanzaría todas sus metas. Y con esa certeza en su corazón, cerró los ojos, lista para enfrentar el mañana con renovada determinación.
Mientras tanto Sebastián se hallaba recostado en su cama, la mañana lo recibió con una sensación que no se sentía capaz de reconocer. Su día empezaría tarde por el solo hecho de ser domingo, así que se dejó llevar por la multitud de pensamientos que llegaban a su mente.
El joven arquitecto puso las manos debajo de su cabeza y se quedó contemplando el cielo raso de su habitación.
Un sentimiento de soledad aleteó en su pecho, eso de estar solo a él se le daba muy bien, así que no comprendía la razón de estar sintiéndose así. De pronto cerró los ojos, al hacerlo y sin que él lo hubiera planeado el rostro de Olivia le llegó a la memoria. Una sonrisa de lado se dibujó en su rostro, no cabía duda de que la esposa de su nuevo socio era muy bella e inteligente. Ni tampoco podía negar que Luciano Reyes era muy afortunado de tenerla para sí.
-¿Qué haría yo si tuviera a una mujer como ella a mi lado?- se preguntó en voz alta y también se respondió- La llevaría conmigo a todas partes, no la dejaría a sol ni a sombra, me aseguraría de mantenerla a mi lado siempre.
Luego hizo un movimiento negativo con la cabeza, como queriendo borrar esos pensamientos que sabía eran inapropiados. Llevo las manos a sus ojos, los restregó y decidió que debía salir de la cama, pues seguir allí no era buena idea.
Así que se levantó, fue al baño a ducharse y media hora después se hallaba en la cocina preparándose el desayuno. El resto del día pasó sin mayor ajetreo, y por la noche se dispuso a ir a descansar, ya que el día siguiente comenzaría muy ajetreado, se reuniría con Nicolás para terminar de gestionar los permisos para la construcción del hotel.