Incondicionalmente

Es molesto tener la mirada de James sobre mí a cada segundo. Heather se nota molesta e intenta llamar su atención de cualquier forma.

Pierce me invita a bailar y acepto, hasta el momento se ha comportado muy respetuoso y galante. Me siento confiada porque estoy en un ambiente controlado por mis padres.

- Cuéntame, ¿te gusta vivir en Londres?

- Me encanta, seguramente también va a gustarte.

- Teniéndote como compañera es seguro que sí.

- ¿Qué edad tienes?

- Estoy por cumplir 20 años, estudiaré dolo el último año de la carrera allá. ¿Y tú?

- Cumpliré 19 en un mes.

- Supongo que cuando termines la carrera volverás aquí para hacerte cargo de los negocios de tus padres.

- Ese es el plan, me imagino que tú tienes planes similares.

- Con la diferencia de que yo me iré a Italia a manejar los negocios que mi padre tiene en ese país.

- Hace años vi viajén mis padres a Italia y me encantó.

- Cuando me instale allá me encantaría que le visitases.

- Lo pensaré.

- Eres una chica bastante desconfiada.

- Créeme, tengo mis motivos.

La música termina y me disculpo para ir al tocador. Justo antes de entrar alguien toma mi mano y de inmediato me pongo a la defensiva.

- Soy yo, Sam. Tranquila- escucho la voz de James y me doy la vuelta.

- Eres un tonto, me asustaste.

Sin decir palabra me abraza.

- Lo siento, solo quería saludarte.

- James, por favor- me separo de él- tu esposa está a unos metros de nosotros y no quiero malentendidos.

- Te he extrañado muchísimo, ¿podemos vernos algún día mientras estás aquí?

- No ea prudente, tú eres un hombre casado. Lo mejor es mantener la distancia.

Escucho pasos que se acercan y me meto al baño antes de que alguien pueda vernos.

Al salir agradezco que James ya no esté ahí. Me dirijo a la mesa y puedo ver que Pierce conversa con mis padres.

- Hija, espero que al volver a Londres ayudes a Pierce a instalarse. Serán vecinos.

- Claro papá, así lo haré.

- Tienes una hija tan hermosa como su madre- elogia el señor O'Connor.

- Es usted muy amable- agradece mamá.

La conversación se centra en los negocios del señor O'Connor y mis padres y al parecer eso incómoda a Heather que discretamente le pide a James que se vayan y así lo hacen.

La noche resultó ser muy agradable.

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Volver a ver a Samantha removió en mi demasiados sentimientos, cada día que pasa me es más difícil fingir en público que tengo un matrimonio feliz.

Pero siendo honestos, quien podría creer que dos jóvenes como nosotros podemos llevar una matrimonio ejemplar. Es absurdo.

Samantha lucía bellísima, ya no es la pequeña niña con la que jugaba. Es una mujer en toda la extensión de la palabra y más de uno quedó fascinado con su belleza.

Ver a ese tal Pierce tan cerca de ella despertó en mí los celos que nunca en mi vida había sentido. Quería alejarla de él y que solo tuviera ojos para mí, es en este momento cuando recuerdo que antes solía ser así y nunca me di cuenta.

Al llegar a casa comienzan los reproches de mi "querida esposa".

- ¡Eres un cínico, James!- comienza a gritar- a mí jamás me has mirado como lo hiciste con ella.

- No sé de qué hablas, Heather. Estoy cansado y me voy a la cama.

- Sabes muy bien de quien hablo, ¡de la insignificante de Samantha!

- Si de verdad fuera insignificante no me estarías reclamando.

- ¡No te atrevas a dejarme hablando sola!

La ignoro y me voy a mi habitación, al entrar pongo el seguro en la puerta. Desde lo que sucedió el día del aborto no he bajado la guardia y no permito que me provoque.

No fue posible hacerle el análisis de ADN al feto, ya que Heather dio la orden de que fuese incinerado de inmediato.

Mi padre decidió tomar otras medidas y mandó instalar cámaras en toda la casa para tener registro de cualquier locura que pueda realizar esta chica.

Desde antes de casarnos no he mantenido relaciones sexuales ni con ella ni con nadie más y ya comienzo a creer que me está trayendo estragos.

Tuve el sueño más real de toda mi vida, logro quedarme a solas con Sam en el estacionamiento del salón donde fue la fiesta. En esta ocasión no me rechaz y me permite acercarme a ella.

Rodeo su cintura con mis brazos, se ve tan sensual con ese vestido rojo. Es ella quien busca mi boca y yo no puedo controlarme más. La beso, lento en un principio. Sus manos suben y se entrelazan en mi nuca, eso me vuelve loco y la beso con pasión.

Su cuerpo se pega al mío y mi cuerpo reacciona a su cercanía. Mis manos recorren su espalda y llegan a su trasero. Ambos estamos perdiendo el control de la situación.

- James, abre la puerta.

Los gritos y los golpes afuera de mi habitación interrumpen ese magnífico sueño.

- ¿Qué quieres, Heather? Déjame en paz.

Y así comienza mi día, discutiendo.

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Llegó el último día del año y Steph y yo estamos listas para irnos al club. Por supuesto Christopher irá con nosotras y de último minuto decidí invitar a Pierce.

Este es el vestido que elegí para esta noche.

Steph eligió algo más acorde con su personalidad.

Nos encontraremos con los chicos en el club. Nuestros padres estaban renuentes en un principio, pero al final accedieron a dejarnos celebrar esta fecha entre amigos.

- Wow, te ves fabulosa Samantha.

- Gracias, Pierce.

- Tú no te quedas atrás, Steph.

- Ni pienses que con tus halagos vas a conseguir algo de mi Chris.

- No comiencen a discutir y mejor vamos a divertirnos.

Tenemos reservada una de las salas VIP y desde ahí podemos ver lo que sucede en la pista.

Ordenamos algunas bebidas y comenzamos a bailar ahí, pronto nos aburrimos y decidimos bajar.

Estamos disfrutando y pasándola genial. Mientras bailamos Pierce coloca una de sus manos en mi cintura y la retiro de inmediato, al parecer entendió que es algo que me incomoda y no vuelve a hacerlo.

Se acerca la media noche y todos en el club nos preparamos para brindar por el Año Nuevo, de pronto siento una mano en mi hombro y me giro para ver quien es. Lo que menos esperaba era que James estuviese aquí.

- Hola, Sam.

- ¿Qué haces aquí? ¿En dónde está Heather?

- Vine solo.

La cuenta regresiva comienza y me pierdo en la mirada de mi amor platónico. Estoy en otro mundo, en uno donde no existe nadie más que nosotros dos. Lo veo acercarse cada vez más y no hago el más mínimo intento por alejarme.

Nuestras miradas se concentran en los labios del otro y lo inevitable sucede. Nos besamos dulcemente, sin prisas. Las sensaciones son indescriptibles, quiero quedarme para siempre entre los brazos de este chico.

La algarabía del lugar nos hace volver a la realidad, me alejo de inmediato. Necesito tomar aire, busco la salida y salgo de ahí lo más rápido que puedo.

Al llegar afuera lleno mis pulmones con ese aire que tanta falta me hacía, mi respiración es irregular y mi corazón late a mil por hora.

Lo siento observándome a mis espaldas, escucho que se acerca lentamente y me rodea con sus brazos escondiendo su rostro en mi cuello.

- Por favor, James. Esto fue un error, nunca debió pasar.

- Sabes que no es un error, los dos sentimos lo mismo. En ese beso estaban todas las palabras que no hemos podido pronunciar.

- Estás casado, independientemente del por qué le debes respeto a Heather y yo me debo el mismo respeto.

- Voy a divorciarme y podremos estar juntos.

- Sé realista, ella jamás va a firmar el divorcio.

- Te juro que no descansaré hasta que lo haga.

Justo en ese momento escucho pasos que se acercan.

- ¿Así que fue por esta que me dejaste sola esta noche?- es Heather que está totalmente fuera de sí.

- Heather, cálmate- James se interpone para que ella no se acerque a mí.

- ¿Ya le contaste lo que me hiciste? Mejor dicho, lo que le hiciste a nuestro bebé.

- ¿De qué está hablando?

- No te atrevas a mentir una vez más- le advierte James.

- ¿Mentir? Para nada, tu adorada Samantha debe saber que me arrojaste por las escaleras para que perdiera a mi bebé y tú pudieras deshacerte de mí.

- ¿Es eso verdad?- Las palabras de Heather me dejan en shock.

- No, todo tiene una explicación.

- No te vuelvas a acercar a mi James.

Camino hacia la entrada del club.

- Samantha, por favor escúchame.

- Te dijo que no te vuelvas a acercar- advierte Pierce que al parecer ha escuchado todo.

Me pone su saco sobre mis hombros y me ayuda a llegar a nuestra mesa. Estoy atónita, no puedo creer lo que acabo de escuchar.

Stephanie y Christopher se acercan a mí, no puedo pronunciar palabra y ellos lo entienden. Se limitan a darme mi espacio y minutos más tarde Pierce me lleva a casa.

Una vez sola en mi habitación logro asimilar lo que sucedió y me desplomó en mi cama en un mar de llanto.