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"Infancia Robada, Poder Sellado"

"Infancia Robada, Poder Sellado"

Status: En proceso
Genre:Venganza / Familias enemistadas / Secretos de la alta sociedad / Mundo mágico
Popularitas:3.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

En las tierras frías del Reino de Belfast, un niño fue arrancado de los brazos del amor y lanzado al abismo del desprecio. Victor, de apenas ocho años, sobrevive bajo el techo de sus propios enemigos, el Rey y la Reina que arrasaron su pasado. Lo llaman débil, lo humillan, lo marcan con su odio… sin imaginar lo que realmente duerme en su interior.

Esta no es la historia de un héroe elegido. Es la travesía de un alma quebrada que se arrastra por los escombros del trauma, el dolor y la soledad. Cada mirada de desprecio, cada palabra cruel, cada herida invisible es una chispa que alimenta una tormenta silente. Y cuando el momento llegue… ni el trono ni la sangre real podrán detener lo que ha nacido del silencio.

Un cuento oscuro donde no hay luz sin sombras, ni infancia sin cicatrices. Un viaje que transforma al niño temeroso en la incógnita más temida por todos.

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 9 – El Silencio Antes del Grito

El cielo estaba cubierto de nubes bajas, tan pesadas que parecían aplastar el techo del castillo. La lluvia no caía, pero el aire era húmedo, pegajoso. Como si algo contuviera la tormenta a propósito.

Esa mañana, el castillo se preparaba para la ceremonia mensual: la limpieza de la sangre real, una absurda tradición donde los sirvientes debían asear los retratos de los antiguos monarcas mientras los nobles lo observaban como símbolo de “pureza heredada”.

Víctor, como siempre, fue llevado al evento.

No como invitado.

Como entretenimiento.

---

—Párate derecho, basura —escupió uno de los guardias mientras lo empujaba con fuerza hacia la escalinata principal.

Víctor cayó de rodillas sobre el mármol. No se quejó. Solo levantó la cabeza en silencio.

Lilith reía desde lo alto, vestida con un lujoso vestido de encaje negro. Sostenía una pequeña copa de vino, aunque era solo una niña. Vanessa la observaba con orgullo. Carlos, a su lado, mantenía los brazos cruzados, impasible.

—Míralo —dijo la reina con tono seco—. Qué poca dignidad le queda. Hasta un perro mostraría los dientes.

—Los perros al menos sirven para algo —murmuró Carlos.

Los nobles rieron.

---

El acto comenzó.

Una fila de sirvientes pasó uno por uno, limpiando los marcos dorados de cada retrato real. Algunos nobles fingían interés, otros bebían, otros solo observaban… a Víctor.

Siempre él.

Inmóvil.

Callado.

Como si supiera lo que iba a pasar.

---

De pronto, el aire cambió.

No hubo sonido.

Ni viento.

Solo una presión repentina, como si todo el castillo hubiera contenido el aliento.

Una sirvienta —la más joven— alzó la mano para limpiar el retrato de la Reina Clarisse, la abuela de Carlos. El trapo rozó la superficie…

Y entonces, el cuadro estalló.

Vidrio, madera y sangre.

La explosión fue tan violenta que empujó a la muchacha tres metros atrás. Cayó con el cuello torcido, los ojos abiertos, y un hilo de sangre bajando desde la frente hasta el mentón.

Nadie habló.

Durante un segundo eterno, todo fue silencio.

Luego, los gritos.

---

—¡Magia!

—¡Eso fue magia!

—¡¿Quién fue?!

—¡¿Cómo puede ser?!

Las copas se rompían en el suelo, los nobles retrocedían. Algunos lloraban. Otros temblaban. Pero todos, todos, miraban hacia el mismo lugar.

Víctor.

De pie.

Sin moverse.

Con una gota de sangre que le había salpicado el rostro.

No decía nada.

No sonreía.

No lloraba.

Solo… observaba.

---

Carlos se levantó como una fiera, bajando los escalones a zancadas.

Lo agarró del brazo con tanta fuerza que le dejó marcas al instante.

—¿Qué hiciste, monstruo? —rugió, con la mirada llena de furia y miedo.

—Nada —respondió Víctor, con una voz baja, casi apagada.

Carlos lo abofeteó con el dorso de la mano, lanzándolo al suelo.

—¡Responde!

Pero Víctor no dijo más.

La sangre le corría por la comisura del labio.

Y aún así…

seguía mirándolo a los ojos.

---

Esa noche, lo encadenaron en la celda más profunda del castillo. Le quitaron hasta las ropas. Le dieron agua en un cuenco oxidado. No había ventanas. Ni luz.

Solo oscuridad.

Pero Víctor no lloró.

Solo esperó.

Escuchando.

Porque la piedra volvía a hablarle.

Y esta vez, no estaba sola.

Capítulo 9 – El Silencio Antes del Grito (Parte 2)

La celda estaba completamente a oscuras.

Ni siquiera se escuchaba el sonido de los guardias en el pasillo. Solo el goteo constante de agua desde una grieta del techo. Un ritmo lento, irregular, como un reloj roto marcando el paso del tiempo.

Víctor no dormía.

Estaba sentado, las piernas encogidas, la espalda pegada a la piedra húmeda.

Sus ojos, abiertos.

Su cuerpo, herido.

Sus pensamientos, callados.

Pero su alma… despierta.

---

Arriba, en el salón de los tapices, la reina Vanessa lanzaba una copa contra el fuego.

—¡Esto es una provocación! ¡Una maldita burla del destino!

Carlos no respondía.

Estaba sentado, con los codos sobre las rodillas y las manos enlazadas, como si meditara algo que no quería compartir.

Vanessa se acercó a él, furiosa.

—Ese mocoso no hizo nada, ¡pero lo causó! No necesito pruebas para saberlo. ¡Ese niño trae la ruina con solo respirar!

Carlos la miró de reojo.

—Entonces no le quites el aliento… todavía.

—¿Todavía?

—Quiero saber de qué está hecho.

Vanessa frunció el ceño.

—¿Lo vas a usar?

Carlos no respondió.

---

Mientras tanto, Lilith paseaba descalza por uno de los corredores del ala este, acompañada por sus muñecas rotas. Se reía sola, hablándole a la pared, como si alguien la siguiera de cerca.

—¿Sabes qué, Víctor? —susurró, con los ojos muy abiertos—. Quiero ver qué hay dentro de ti. Quiero romperte… despacito. Como a mis juguetes.

La muñeca que sostenía en brazos tenía un ojo arrancado.

Y en su espalda, alguien había tallado el mismo símbolo que apareció sobre el cadáver del perro hace días.

Lilith no recordaba haberlo hecho.

Pero lo había hecho.

---

En la torre, Mavara observaba el cielo. No había luna. No había estrellas.

Solo una negrura interminable.

Como si el firmamento hubiera sido devorado.

—Él no usó magia —dijo en voz baja, mientras sus dedos pasaban sobre el libro prohibido—. Pero la magia reaccionó a él.

Una página tembló con el viento.

Un nombre apareció en tinta negra, como si lo escribieran desde dentro del papel:

Víctor.

Mavara retrocedió.

—No es posible…

---

De vuelta en la celda, Víctor se echó lentamente sobre el suelo helado.

El aire olía a óxido, a encierro, a orina vieja.

Pero entre todo eso… había algo nuevo.

Un susurro.

Leve.

Agudo.

Como un canto de cuna cantado por alguien que olvidó las palabras.

—…cierra los ojos, niño roto…

—…que la piedra te cuide el alma…

—…y la sangre te regale forma…

Víctor no sabía de dónde venía la voz.

Quizá estaba dentro de su cabeza.

Quizá siempre lo había estado.

Pero no respondió.

Solo cerró los ojos.

Y la celda se volvió más fría.

Más oscura.

Como si el castillo lo abrazara.

Como si… esperara algo.

Capítulo 9 – El Silencio Antes del Grito (Parte 3)

La noticia de la explosión del retrato y la muerte de la sirvienta se propagó por el castillo como una plaga silenciosa. Nadie hablaba de ello en voz alta… pero todos lo sabían.

Lo sabían en los pasillos, en las cocinas, en los establos.

Y todos, sin excepción, desviaban la mirada cuando se mencionaba el nombre del niño.

Víctor.

---

Esa noche, una reunión de emergencia se llevó a cabo en la Cámara Roja. Solo los más cercanos al rey fueron convocados: consejeros, guardianes de confianza y Mavara.

Carlos se mantenía en pie junto al gran ventanal, con los brazos cruzados.

—Quiero respuestas —dijo, seco—. Y no me importa qué tan oscuras sean.

Uno de los hombres tosió, nervioso.

—Majestad… los guardias no vieron a nadie tocar el cuadro. Nadie lo manipuló. Nadie entró a la sala la noche anterior. Es como si… hubiese estallado por sí solo.

—¿Por sí solo? —Carlos giró la cabeza, con una sonrisa de burla amarga—. ¿Entonces quieres que crea que el mármol, el cristal y la madera decidieron suicidarse?

—Yo no digo eso…

—¡Entonces di lo que estás pensando! —tronó la voz del rey.

Silencio.

Solo Mavara se atrevió a hablar.

—Mi señor… no hay explicación racional. Pero esto… esto es una señal.

Carlos la miró con ojos fríos.

—¿Del niño?

—Del castillo.

Nadie respiró.

---

En las mazmorras, el calor comenzaba a disiparse. No por el clima… sino por algo más antiguo. Algo más profundo. Las antorchas parecían parpadear sin viento. Las piedras crujían de forma irregular. Algunos ratones habían comenzado a morir sin causa visible.

Y en el centro de todo, estaba él.

Víctor.

Quieto.

Observando la puerta.

Como si supiera que lo vigilaban.

Como si esperara que entraran.

---

En el ala oeste, Lilith se paseaba por los corredores como un fantasma. Nadie quería detenerla, nadie quería acercarse.

Esa noche, se asomó por el hueco de la escalera y susurró hacia abajo:

—¿Quieres jugar conmigo, Víctor?

Su voz rebotó en las paredes de piedra.

Una risa lejana —baja y aguda— se escuchó desde el fondo del abismo.

Lilith sonrió.

—Entonces baja tú.

Y se fue.

---

Carlos miraba los pasillos desde su balcón privado. Tenía los ojos hundidos, el ceño fruncido. La copa en su mano temblaba apenas.

—No es solo un niño —murmuró.

Vanessa se acercó por detrás, apoyando la mano sobre su hombro.

—¿Estás dudando?

—No.

—¿Entonces qué te detiene?

Carlos apretó la mandíbula.

—No sé si matarlo lo destruiría…

Vanessa se quedó en silencio.

Luego, respondió en voz baja:

—Entonces quizá… debamos quebrarlo primero.

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Esa noche, nadie durmió en el castillo.

Ni siquiera los que fingieron hacerlo.

El silencio era demasiado grueso.

Demasiado vivo.

Como si todo Belfast… estuviera conteniendo el aliento.

1
Rubi Cuerbo
mui bien
Vic
No se preocupen ya subí el capítulo 36 y 37 mañana a la 7am se sube el capítulo 38
Rubi Cuerbo
quiero ver más capitulos
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