Rome Fantasy

Al despedirse por la noche de Emerton y compañía, Mario y Jilia regresan a su tienda solo para mencionar la conversación anterior que se discutió no hace mucho.

-Es muy probable que nosotros seamos la causa de los ataques de monstruos fuera del Bosque Demoníaco, ¿deberíamos decírselo a Emerton?

-No creo que sea buena idea sacar el tema ahora. Es más, nos resultaría difícil interceder en el conflicto entre países, con nuestra fuerza actual.

-Ya veo... tienes razón, lo siento, solo pensé eso, ya sabes, todo el asunto con la princesa Conilde. ¿Realmente deberíamos quedarnos callados? No, en realidad, Julia envía un mensajero a Roma para que intensifiquen la campaña de exterminio de los monstruos.

-Entendido.

-Todavía faltaba que la discriminen... Y ni siquiera puedo decir nada. Conilde, lo siento mucho, pero espero poder ayudarte con esto.

Mientras Mario estaba perdido en sus pensamientos sobre lo que estaba hablando, se ve a Julia cerca con una expresión de mal humor por algo.

-Julia, ¿hay algo mal?

-...

-¿Hm?

-... Marius. Sabes, creo que merezco atención, habiendo estado sola en la tienda, mientras tú estabas fuera teniendo una reunión secreta con la princesa.

-¿Eh? Espera, no es lo que crees...

-¿Qué hice mal?

De repente arrastrado a la cama, Julia no le dio a Mario tiempo para descansar hasta la mañana.

* * *

Al día siguiente.

-Um, Julia. ¿Por qué estabas de mal humor anoche?

-... bueno, eso es...

Acostados uno al lado del otro, completamente desnudos, Mario le preguntó a Julia por qué estaba de mal humor. Cinco legionarios y ella habían visto a Mario y Conilde juntos, escondidos cerca de los dos, para que no los notarán. Fue entonces cuando Julia vio todo y como Conilde se había entregado al abrazo de Mario.

-Cuando regrese al campamento, solo noté que los hoplitas estaban frenéticos.

Al recordar los acontecimientos de la noche anterior, Mario comprendió que la causa fundamental se debía a cierto individuo.

-¿Marius?

-Si, Julia, ¿qué pasa?

-Eres el emperador, y también soy consciente de que eres un hombre con "necesidades". Por lo que estoy dispuesta a tolerar que tengas concubinas. Pero por favor, recuerda que soy la primera de todas.

-No, no es así, no es que quiera tener un harén...

-Hm, naturalmente...

Mario ni siquiera pensó en rodearse de mujeres, sino que sacudió su cabeza de arriba a abajo vigorosamente ante la expresión sería de Julia.

-Si no, es posible que... tenga que... hacerlas... desaparecer.

Cerca del final, Julia murmuró varias palabras, pero ninguna de ellas logró llegar a oídos de Mario.

-... ¿Dijiste algo?

Habiendo terminado de vestirse, Mario salió de su tienda personal, pero a pesar de ser temprano en la mañana, justo afuera de su tienda, Conilde espero pacientemente su aparición.

Sorprendido por la inesperada invitada, Mario ve a sus sirvientas bastante lejos.

-Buenos días, Marius.

-Buenos días... Princesa, me disculpo por mi error anoche. Sin saber quien eras, mis acciones fueron muy groseras, espero que puedas perdonarme por eso.

Haber hablado casualmente con Conilde la noche anterior porque no conocía su verdadera identidad. Por lo que se disculpa. Habiendo oído hablar de la princesa a través de la conversación con Emerton, Mario habló de manera educada.

Pero, debido al cambio repentino, Conilde frunce el ceño ante el comportamiento de Mario.

-... querido Marius, ya basta, no me hables así, todo correcto y noble. Háblame como estuviste anoche, casualmente.

-Ah, eso... no hay manera que pueda... después de todo tú eres...

-Y también... anoche, ¿no te tomaste conmigo mientras estaba en una posición vergonzosa? ¡¿No dijiste que asumirlas la responsabilidad sobre eso?!

-Con que se refería a eso con lo de "asumir la responsabilidad". Pero ni siquiera la vi desnuda, ni aunque fuera la causa de obligarme de casarme con ella o algo así.

-Uh, pero su Alteza, esto y aquello son dos cosas diferentes...

-Querido, deja de hablarme de esa manera.

-Hmm, pero Princesa. Eres de la realeza, creo que no está bien hablar tan casualmente.

-¿Acabas de escuchar lo que acabo de decir, querido? ¡Te dije que me hablaras como me hablaste anoche!

-... Conilde.

-Bien, así está mejor.

Ese fue el momento en que Mario cedió ante la persistencia de Conilde.

Habiendo fracasado en decidir como dirigirse a Conilde, Mario cedió a hablar con ella de manera casual, solo cuando no había otras personas alrededor y en presencia de personas de confianza.

-En cuanto al incidente de anoche yo...

-Vas a asumir la responsabilidad por ello, ¿verdad?

-...

-Si no vas a responderme, de alguna manera Emerton podría escuchar algo sobre lo que pasó.

-¡¿Qué mierda?! ¿Qué pasó con la chica tímida e inocente de anoche?

-Querido, lo entiendes, ¿verdad? No huiras, ¿verdad?

-...

-Lo harás, ¿verdad? Después de haber visto a una princesa en su momento más vergonzoso, no vas a levantarte e irte, ¿verdad? Sabes lo que pasará si alguna vez se corre la voz, ¿verdad?

-Compartiste tu calidez con una persona como yo... un sentimiento cálido que siempre quise sentir de todos. Ya no puedo, quiero seguir sintiendo esa calidez, nunca te dejaré ir, querido.

-Ella es tan inocente que cree que al haberla visto en esa posición vergonzosa la habré mancillado. Si no tengo cuidado me ejecutarán por el delito de lesa Majestad... No hay forma de que pueda evitarlo, ¿qué tal si simplemente lo acepto y lo soluciono más tarde? ¿O debería simplemente huir?

-Yo... entiendo.

-No fue mentira, ¿verdad? Realmente vas a asumir la responsabilidad, ¿verdad?

-Sí.

-Eso me hace muy feliz, querido.

A pesar de que las sirvientas que la rodeaban, Conilde le dio un abrazo a Mario.

-Aunque dije que asumiría la responsabilidad, no pensé que ella lo tomaría tan en serio, supongo, siempre y cuando ella esté bien.

-Después de todo, de ninguna manera te dejaré ir, querido Marius.

Sintiéndose un poco optimista sobre su decisión, Mario planea lidiar con la situación más tarde, como un cliente que pospone el pago de la factura hasta que realmente es necesario.

Después de su intercambio, Mario y compañía limpian el campamento y se dirigen a la capital.

Pero el viaje a la capital no es nada sencillo, ya que Conilde permanece pegada a Mario casi todo el tiempo, mientras pasan por pequeños pueblos y aldeas, causando que los hoplitas se sientan algo preocupados.

-¿Cómo terminó así?

Han pasado 10 días desde que salieron de Roma. Palmeándose la cabeza, Mario esperaba llegar a la capital mañana.

Eso se debía a que Conilde se aferraba progresivamente a él cada día que pasaba.

Mario decidió no viajar en su carruaje y regreso a su caballo, pero ella lo seguía con el pretexto de querer aprender a montar a caballo, por lo que ella se sentó frente a él, haciendo que el caballo soporte el peso de dos personas.

Una noche, ella trató de colarse en su tienda en medio de la noche mientras nadie la miraba. Pero Julia, que estaba durmiendo con Mario, la notó y evitó que sucediera algo.

Reflexionando sobre cómo lidiar con las acciones asertivas de Conilde, Mario decide pedirle consejo a Julia después de recibir su informe. Mientras estaba repasando la información sobre el Reino de Brigan recopilada al interactuar con los hoplitas.

-Según lo que hemos aprendido, los asuntos internos del Reino de Brigan están en crisis, ya que hay un conflicto con su gobernante, la reina Eldaria Corife y el aristócrata más influyente del reino, Ansuro Cander. Además, todavía están en guerra con el Imperio Owary, un país vecino.

-Ya veo. Hmm... ¿Cómo crees que me comporto con Conilde?

-No tienes que preocuparte por esa molestia... ¡*TOS*!... creo que la razón por lo que la Princesa actúa de esta manera es porque fuiste el primer amigo que hizo.

Julia hablo de Conilde como una joven ingenua.

-¿Fui su primer amigo?

-Si, según la información que recopilamos de los hoplitas de los alrededores, la Princesa fue tratada como una persona despreciable. A pesar de que ascendencia real, nadie se acercó a ella, en cuanto a las sirvientas que la rodeaban, ninguna se acercó demasiado a la Princesa. La única excepción a eso es Emerton y los hoplitas de escolta que se estableció recientemente.

-Al estar encerrada y muy alejada de las personas terminó creando su propia burbuja. Eso explica por qué tiene una actitud algo infantil e ingenua a pesar de tener mi edad.

-... entonces, esa vez que la confundí con una sirvienta y la trate bien, ¿fue cuando se encariñó conmigo?

-No estoy segura si es solo eso... pero una vez que entreguemos a la Princesa a la capital, el asunto se resolverá solo.

-Ah, supongo que eso tiene sentido. Oh, ¿ha habido alguna noticia de la campaña de exterminio?

-Hace poco llegó un mensajero. Sufrimos muchas bajas, pero la campaña en sí fue un éxito.

-Bien. Más tarde verificaré cuanto he subido de nivel.

-Sé que no debería mezclar asuntos personales mientras gestiono un ejército, pero Teodora y todos los que están conmigo son mis personas convocadas, es más, no puedo dejar que Conilde muera junto con su gente. Pero en una situación como esta, ¿no debería simplemente subir de nivel? Sí, debería hacer eso.

-Ahora bien, Julia. ¿Me acompañarías a cenar?

-Si, con mucho gusto.

Y así Mario salió de la tienda junto con Julia, mientras salían a comer la última comida del día.