De La Forma Equivocada

Un mes había pasado ya de todo, Mariana había vuelto a la floristería con Ninete, había tenido hacía unos días la primera consulta por su embarazo y todo estaba perfecto, el médico le dijo que estaba entrando en las ocho semanas, Luigi se hacía cargo de la empresa y como le aseguró Greg a ella, nunca tocó nada de su patrimonio y la vida pareció seguir su curso en paz.

- Hola buenos días.- un hombre muy bien vestido entró en la floristería y Mariana se acercó a atenderlo- ¿Puedo ayudarlo en algo?

- Quiero comprar un ramo, mi amigo quiere que su prometida tenga el mejor en su cumpleaños y según sabemos ustedes son las mejores.- dijo sin tener el mínimo de educación y contestar el saludo.

- Nos halaga al venir aquí, venga conmigo puedo enseñarle algunos o podemos personalizarlo.

- Él lo prefiere personalizado, un corazón de rosas rojas en los bordes, después uno de rosas blancas y el centro de algunas fucsia, según dicen esas son las que representan el verdadero amor.

- Claro, anoto todo. - le dijo la pelinegra tomando una pequeña libreta y escribiendo-¿Su amigo quiere poner alguna tarjeta?

- Si,¿Me muestra algunas?

- Claro- volvió a decirle y puso delante de él un catálogo para que escogiera.

El hombre estuvo un momento rebuscando de aquí para allá hasta que pareció decidirse.

- Esta- le dijo señalando una roja llena de pequeños corazones dorados.

- Dígame lo que debo poner o puede hacerlo usted mismo- Mariana había abierto una gaveta y puso la tarjeta escogida sobre el mostrador.

- Usted, prefiero que sea usted quien escriba.- ella tomó una pluma estilográfica muy hermosa y se dispuso a escuchar- Anabel- escuchar aquel nombre le heló la sangre pero no hizo ni un gesto que lo indicara y comenzó a escribir- Que estés a mi lado es todo lo que siempre le pedí a la vida.- el hombre se detuvo esperando que ella terminara de escribir lo dicho- Feliz cumpleaños, te amo, siempre tuyo, Greg.

Mariana hizo su mejor trabajo con su hermosa letra en aquella postal, por dentro estaba muriendo pero no quería ninguna queja de su negocio, si Greg quería lo mejor para aquella mujer lo tendría.

- ¿Así es de su agrado?- giró la postal para que el hombre la tuviera de frente y le sonrió indicándole que aquel era un encargo más.

- La gente no se equivoca cuando dicen que aquí se encuentra lo mejor- ella volvió a sonreír.

- Puede venir por el ramo en media hora, se lo tendremos listo.¿Quiere algo en específico para envolverlo?

- No, lo dejo a su elección, usted sabrá ponerle lo mejor para que todo sea perfecto, hasta luego.

Otra sonrisa y vio al hombre salir de su tienda.

Mariana se apretó el pecho, sentía como si fuera a partirse en dos y se sostuvo con una mano del borde de el mostrador, Ninete la vio y corrió hasta ella.

-¿Qué tienes?¿Qué sucedió?

- Quiero que todo termine, quiero que mi pasado se borre, quiero que la vida deje de ser una cabrona.- le dijo hundiendo su rostro en el pecho de su amiga y ella miró la postal sobre el mármol y leyó.

- Maldito infeliz,¿ porqué no se muere en paz pero lejos de nosotros?

La chica estuvo un momento en aquella posición mientras su amiga le acariciaba la espalda y cuando se sintió mejor levantó la cabeza.

- Tengo un ramo que preparar, vendrán por él en media hora

- Mariana.- intentó Ninete decirle algo pero ella la corto.

- Quieren lo mejor, así que eso le daremos.- y tomó las tijeras para comenzar su trabajo.

Lamentablemente para Mariana aquella no fue la única vez que vio a el hombre entrar en la floristería, además del cumpleaños de la mujer supo de su antiguo y nuevo aniversario, de la fecha en que se reencontraron, o simplemente tuvieron un encargo porque Greg quería tener un detalle con su futura esposa y Ninete veía a su amiga apagarse un poco más cada vez que recibía a aquel cliente.

- Ninete ¿Sucedió algo?- Greg sabía que recibir una llamada de ella no era para preguntar como estaba.

- Escuchame bien maldito imbecil- comenzó a decirle sin ningún tipo de paciencia- La próxima vez que tu amigo se aparezca aquí para encargar flores para tu prometida le voy a disparar y después le diré a la policía que intentó robarnos y a ti voy a enviarte a Luigi para que te cobre todas y cada una de las flores que pusimos para ella y además me comprometo a hacer la corona de tu funeral.

- Ninete no sé de que hablas, yo no he comprado flores a nadie y menos a ustedes, yo nunca haría algo así.

- Lo siento por ti pero no te creo una palabra, tú resultaste el ser más despreciable que se cruzó en nuestras vidas y no dejaste ninguna duda de eso, te lo advierto, aquí ya no vendemos flores para ti y tu gran amor, si vuelve a aparecer ese tipo no va a salir caminando.

La llamada terminó dejando a Greg sin entender de lo que le hablaba la francesa, en verdad él nunca había mandado a comprar flores con Mariana, él no sería capaz de hacer algo así.

- Mañana no vendré a trabajar- Ninete dio un salto al escuchar la voz de su amiga a su espalda, ella pensó que se había escondido muy bien para que no la oyera hablar por teléfono- No podemos negarle un servicio a nadie y menos amenazar a un cliente, además, mi embarazo comenzará a notarse pronto y no quiero que él lo sepa.- casi cuatro meses de gestación eran suficiente para que todos lo vieran.

- Mariana amiga.- la rubia le tomó las manos.

- Me voy a ir a Portofino.

- Mariana eso está a cinco horas en avión es muy lejos, no quiero tenerte tan fuera de mi alcance y menos ahora con el bebé.

- Por lo lejos que está es que me voy, es lo mejor, y no voy a estar sola, Cora está allí.

Portofino era una región hermosa y muy tranquila en la que la familia Cesare tenía varias propiedades y la antigua empleada de la casa había recibido una de ellas en la herencia y muchas veces le había dicho a Mariana después de lo que sucedió que se fuera junto a ella.

- ¿No voy a poder convencerte de que te quedes verdad?- Mariana negó con la cabeza.

- Es lo mejor, solamente necesito que me ayudes a convencer a Luigi.