Dulce Pecado.

Alexander.

Estaba dormido, pues, sabía que esa niñita no vendría, así que no la esperé, de pronto la voz más dulce me llama, al despertar la veo allí parada a mi lado con una bata de baño y sí, hasta con eso se ve muy sexy, es simplemente perfecta, no hubo necesidad de que hacer más nada enseguida me puse muy duro.

Le digo que pensé que no vendría, pero ella me sale con que hagamos lo que ella vino a hacer y al quitarse la bata, la mujer más hermosa y perfecta aparece ante mis ojos es bellísima, tiene unas curvas perfectas, sus pechos grandes y su cintura muy pequeña, ni hablar de ese trasero que me trae babeando, tiene puesta una lencería roja hermosa, que se la arranqué, sí la besé, la disfrute centímetro, a centímetro y me sentía el Rey del mundo era mía y la tenía en mis brazos, le di placer con mi lengua y atención a sus amigas, pero mi mayor sorpresa fue estar dentro de ella y descubrir que ella era mía y solo mía me hizo dar un vuelco en mi vida sobre todo cuando ella me lo dijo claro yo se lo pedí, pero fue maravilloso oírla, está niña sería mía y solo mía.

La tomé muchas veces y ella tan altiva, tan apasionada si no viera la sangre en mis partes, en las sábanas y su estreches más, el dolor diría que tenía experiencia, es tan segura de sí misma, ella quería sacarme de su cabeza y que yo la sacara de la mía, pero ahora se ha metido en mi piel, en lo más profundo.

Me quedé dormido a su lado tranquilo sin hacer ruido y ella pensó que yo dormía, pero la verdad es que no, yo estaba muy despierto y feliz, verla dormir era relajante.

— Mi amor... No me sueltes... No te vayas mi Alex.— Dijo entre sueños y no pude evitar reír como idiota, la abracé más a mi pecho y así me quedé dormido.

Despierto y la veo en la cama, le doy los buenos días y me sale con que tiene que ir a darle una respuesta a James y que yo debo preparar mi boda está loca, si cree que la dejaré ir está pequeña será mía, bueno ya lo es y lo seguirá siendo.

Boda... Y quién te dijo que habrá boda.— digo y ella se sorprende, está loca si cree que me voy a casar o si piensa que se va a convertir en la novia de James.

 Me le acerco y la beso de manera desesperada y digo pegado a sus labios.

_ nuestros padres no llegarán todavía, no yo tendré boda, ni tú tendrás novio, así que... dame bien mis buenos días, bonita.— Dije y la besé, ella se dejó llevar y allí la hice mía de nuevo, esta vez fui aún más cuidadoso con ella, al terminar nos bañamos juntos me gusta tenerla así sin peleas y tan cariñosa conmigo.

— esto está mal y lo sabes.— malo es no estar juntos.

— Es solo una obsesión Alex.— dice y le doy un beso fugaz.

— Sí, síguete mintiendo a ti misma, respóndeme algo, se te pasó la obsesión.— Digo y ella niega.

— Tú te vas a casar y yo tengo que viajar lejos para evitar locuras, como está.— dice y la subo encima de mí, estamos en la tina y allí la vuelvo a tomar.

— Ah, esto... No está... No está...  A la mierda más fuerte, por favor Alexander.— Dice y la tomé con más fuerza y más rápido, sus gemidos me prendían más y más, lo sabía desde qué la vi, sabía que ella era mi perdición.

Me enterró sus uñas al momento de llegar al clímax que fue algo en complicidad, esto era demasiado delicioso, sentirla era una locura.

Salimos de la bañera hasta la regadera y allí nos enjabonamos ambos ella a mí y luego yo a ella.

Pía tomo la esponja y volvió a pasarla por mi pecho, me miró a los ojos y sonrió mientras yo estaba embobado con esta pequeña, separó la esponja de mí y manteniéndome la mirada, la dejo caer hice como para recogerla y ella negó.

— yo lo hago.— dijo y no le tomé importancia, entonces esa pequeña bajó cuando quise ver por qué no subía, sentí su boca allí, si coloco mi miembro en esa delicia que tantas veces he besado y empezó a darle cariño.

— mmm, oh, mmm, ohh.— gruñía de placer.

Ella simulaba una paleta y se paseaba des el inicio a final, era tan delicioso por Dios, había algo que esta demonia no hiciera bien, besaba la punta y hasta se abofeteaba con él, demonios que locura las sensaciones que tenía.

— Mmm así Pía, oh así mi amor.—

Sonrió como pudo y me guiño un ojo para luego introducirlo hasta lo más profundo, la tuve que tomar por su cabeza para tratar de alejarla porque si no lo hacía acabaría en su boca, pero ella seguía más rápido y más a fondo.

— Pía por favor... Amor te voy a ensuciar.— dijo, lo volvió a hundir y eso hizo que me vaciara en su hermosa, divina e increíble boca.

Ella riendo y con el líquido en su boca simplemente trago y me enseñó que no había nada mientras se reía, al llegar a mí me besó en la mejilla.

— Así no, bésame.— dije y negó

— Deja, que me enjuague la boca primero sí.— negué y la besé de una manera tan salvaje y después de mucho cariño salimos de la habitación, ella corrió a la de ella mientras yo reía.

— Pía, Pia que haré contigo.—