Dulce Venganza

Dulce Victoria Adams

Ya estoy iniciando la universidad y me aterroriza ir por los corredores dónde tanta gente hay. Me asusta incluso más que la secundaria porque hay mucha más gente pero a cada paso que doy el miedo que siento va haciéndose menor porque nadie aquí parece reconocerme.

Todos mis sentidos siguen alertas de todos modos por el miedo de que alguien me haga algo en éste sitio.

No hablo con nadie y me quedo aislada de todo el mundo y es lo mejor. Veo grupos que identifico fácilmente, hay cosas que no cambian así sea un país distinto. Los populares están con los que son como ellos, si tan solo eso lo hubiera sabido antes no me habría relacionado con alguien así pero era una estúpida e ingenua. Ahora ya no soy así, para nada.

Dejo que pasen las clases y así mi ansiedad disminuya al menos un poco. Salgo de la universidad y rápidamente me dirijo a casa donde finalmente me siento a salvo.

Los semestres pasan y yo sigo sin hablar con nadie con tal de que nadie me ponga una mano encima. Ser invisible es lo mejor y si alguien se me acerca simplemente me alejo lo más posible. Voy siempre con mis auriculares sin música sólo para fingir no escuchar al resto de la gente.

Sigo hablando con Selene pero las conversaciones siempre giran en lo mismo y me he estancado en mi "recuperación". Yo creo que ni ella podrá hacer que yo confíe en el sexo opuesto, también influye que yo sea su paciente porque de verdad yo creo que así estoy bien. Debería considerarse afortunada de que ya no tomo píldoras ni he vuelto a intentar suicidarme.

Sigo sin tratar con nadie y eso es bastante bueno aunque mi padre y Selene no lo consideren así.

He considerado dejar de cubrir mis brazos porque eso, la ropa oscura y el calor hace que yo sea aún más llamativa para los demás que usan ropa acorde al clima pero nada podría borrar mis marcas.

Gracias a un grupo para un trabajo logré hacer dos amigos, una chica y un chico que para mí fortuna es gay, de lo contrario no habría podido. Ellos son Brenda y Elías. Con Brenda tengo un poco más de confianza y le conté que intenté suicidarme, ella se acabó dando cuenta porque vió mis marcas aunque no fui capaz de narrar toda la historia. La idea de ella es la más acertada y algo que no había considerado.

Fuimos a un salón de tatuajes donde trabajan varias chicas y elegí tatuarme rosas negras en ambos brazos. Me gustan las rosas y el negro es el color que me representa

Hice videollamada con mis padres y les mostré mis brazos ahora. Mi madre no está convencida pero prefiere ver las rosas antes que las pruebas de mi intento de suicidio frustrado.

Se que jamás volveré a ser la misma ingenua, inocente y feliz pero al menos con esto ya no moriré de calor ni llamaré la atención. Tampoco me tocará responder preguntas que no deseo.

Cada vez mi madre me pregunta si no conocí algún chico que me guste pero eso no sucederá, no hay persona que me interese y no volveré a sufrir de nuevo.