Samantha es una chica de 21 años quien se ve obligada a contraer matrimonio con un joven de 25 años por contrato
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Capítulo 9 ¿Por qué sonríe?
La semana transcurrió demasiado rápido entre los preparativos de la boda, la fiesta de compromiso, mí futura suegra llevándome a todos los lugares que pudo para probar distintas opciones de menú y mí madre uniéndose a ella para hacer mis días literalmente un infierno, porque claro debía ir de compras para el vestido que usaría en la fiesta.
Estaba harta, quería que la tierra me tragara o volver a cambiar de identidad e irme a vivir a China o más lejos para huir de todo ésto.
Las pruebas de menú me dieron náuseas, las de pastel peor aún. Pensar en que debo atarme a cualquier hombre me quita el apetito. Me da igual el menú, el pastel, los postres, lo que sea; simplemente deseo que elijan lo que les venga en gana y mantenerme al margen de todo, ¿Pero es eso posible? Claro que no.
Mí futura suegra es aún peor que mí madre con la prueba de vestido para el compromiso. Solo me llevaba vestidos muy ajustados que me dificultaban respirar y algunos con un escote demasiado revelador. ¿Cuál es la necesitad de mostrar tanta piel? Ah claro, su explicación "Tenés una hermosa figura, no debés esconderla"
Acabé eligiendo un vestido negro, se opusieron al color pero no me importó. Ese color describía mis emociones al respecto así como el estado de mí corazón, destruido y sin vida.
Pero retomando el tema del compromiso. Desde temprano mí hogar fue invadido al menos por veinte personas corriendo en todas las direcciones, llevando cosas a cada rincón, un grupo de personas adornando el jardín. Mí madre, por supuesto dirigiendo a toda la gente, exigiendo cosas. Ella es tan perfeccionista, cuida excesivamente de los pequeños detalles que yo no me detendría a mirar que es exasperante.
Llegó la tarde, mí pesadilla se intensificó. Mí madre estaba totalmente histérica, mirando su reloj cada cinco minutos porque "las estilistas" no tardaban en llegar.
El timbre sonó y un grupo de varias mujeres entraron con muchas cosas en sus manos y mí madre las dirigió a mí habitación donde me obligaron a sentar; ya que me arrastraron hasta la silla.
Una mujer se ocupaba de hacerme mascarillas faciales, otra estaba con mis pies, la tercera se ocupaba de mis manos, la cuarta cortaba las puntas de mí cabello y comenzaba a peinarme.
La sesión de belleza o tortura parecía no tener fin, tiraban de mí en todas las direcciones. El maquillaje era demasiado cargado para mí e innecesario. Luego de dos horas de tantas cosas comencé a fantasear con tirar a esas mujeres por las escaleras y cuatro horas después con empujarlas por el balcón.
Me ayudaron a vestir, colocaron las joyas que habían seleccionado, perfume y al fin pude salir de la habitación. La familia de Ethan estaba hacía tiempo esperando para recibir los invitados junto a mis padres.
Al bajar de las escaleras mí futuro esposo me esperaba con una gran sonrisa adornando su rostro. ¿Por qué sonríe? Claro, si se casa conmigo cobrará una herencia. Yo preferiria vivir debajo de un puente que atravesar todo esto, pero él no.