Catalina

Enzo empezó su trabajo como todas las mañanas, entre reuniones y reuniones, hablando por teléfono y cerrando contratos, él era todo un experto en los negocios.

— Señor, es hora del almuerzo, quiere que le pida algo en especial?. — pregunto Catalina al terminar de revisar unos documentos.

— Mejor vayamos a almorzar en algún restaurante, quiero despejar mi mente un poco. — sugirió Enzo esperando una respuesta afirmativa de parte de Catalina.

— Señor, yo traje mi almuerzo. — contesto Catalina sinceramente.

— No quiero almorzar solo, entonces pide algo y me acompañas, te parece?. — pregunto Enzo.

— Está bien señor, ya pido su almuerzo. — Catalina salió a realizar el pedido para su jefe, media hora después había llegado el pedido y ambos se dispusieron a comer.

— Huele rico, puedo probar tu almuerzo?. — pregunto Enzo mirando a Catalina.

Ella suspiró antes de contestar, que molesto resultaba ser Enzo, parecía un niño pequeño queriendo lo que no es de él.

— Por supuesto, presteme su plato y comparto mi comida. — contesto Catalina resignada a acceder a la petición de su jefe.

Enzo probó la comida que había llevado Catalina, haciendo sonidos con su boca haciendo saber que le había gustado.

— Mmm! esto está delicioso, nunca imaginé que también sabias cocinar. — elogió Enzo sinceramente la comida de Catalina.

— A una le toca aprender de todo en esta vida y más cuando nos toca defendernos sola contra el mundo.— expreso, Catalina con algo de resentimiento.

— Has tenido una vida bastante difícil?. — pregunto Enzo de repente.

— Algo así, pero no me gusta hablar de mi pasado. — respondió Catalina desviando el tema.

— Está bien, no te preguntaré sobre tu pasado, pero si puedo saber qué piensas del futuro? — pregunto Enzo con curiosidad.

— El futuro es algo incierto, el pasado ya pasó y no se puede hacer nada, yo solo vivo el presente y trato de disfrutar cada momento de vida que tengo. — respondió Catalina mientras llevaba un bocado de carne a su boca.

— Pero si no ves por tu futuro, entonces no crees que estás perdiendo tu tiempo?. — pregunto Enzo esperando una buena respuesta por parte de Catalina.

— No lo veo así, pensar en el futuro eso sí sería perder el tiempo, pues y si mañana ya no despierto. — respondió Catalina segura de sí misma.

— Me encanta tu manera de pensar, me gustaría que un día de estos nos sentáramos a hablar de otras cosas. — comento Enzo con una sonrisa.

— Bueno, ya terminé mi almuerzo, ahora limpio todo esto y vuelvo al trabajo. — Catalina esquivo la invitación de Enzo, ella no quería involucrarse con nadie y menos con Enzo March, su aversión por los hombres era muy fuerte y eso no cambiaría.

— Está bien, ve a trabajar, yo también tengo mucho que hacer. — Enzo se había molestado por como Catalina había esquivado su petición.

Catalina salió de la oficina de su jefe y se concentró en su trabajo, paso el resto de la tarde metida entre documentos, casi llegada la hora de salida una rubia despampanante llegó buscando a Enzo.

— Buenas tardes, comuníquese con Enzo y dígame qué ya llegué. — exigió la mujer con un tono de voz de superioridad.

— Buenas tardes, quien le digo que ha llegado?. — pregunto Catalina con el mismo tono que había usado la rubia para dirigirse a ella.

— Él ya sabe quién soy y es el único que importa que lo sepa. — respondió la rubia con sarcasmo.

A Catalina no le quedó de otra que anunciar a esa mujer, cuando Enzo supo que ella había llegado salió personalmente y la recibió con mucho entusiasmo.

— Hermosa te estaba esperando. — la voz de Enzo sonaba sexi.

— Eres un desagradecido, ni una llamada me habías hecho. — respondió la mujer acariciando su pecho.

— Señorita ya puede retirarse, mañana nos vemos. — Enzo dirigió aquellas palabras a Catalina quien se levantó de su silla y salió de aquel lugar sin decir una sola palabra.

— Esa secretaria tuya es una insolente. — comento la rubia metiendo cizaña.

— Creo que no es hora de hablar de mi insípida secretaria, mejor vayamos a lo nuestro. — respondió Enzo sin darse cuenta de que Catalina lo había escuchado.

Catalina se sintió muy molesta ante las palabras de Enzo, como se atrevió a llamarla insípida, si eso era lo que pensaba de ella entonces se podía ir al carajo, Catalina sabía que no podía distraerse de su objetivo, así que prefirió no seguirle el juego a ese hombre mujeriego y sin escrúpulos, es decir, utiliza la empresa de su familia como un hotel personal, Catalina salió de la empresa y fue a comprar algunas cosas que le hacían falta a Isabel, también compro un regalo para la niña y otro para Alicia, ya que su condición de vida había bajado, al menos algo bonito se merecían.

Después de hacer sus compras Catalina volvió a casa, cargada de muchas cosas.

— Mami!, al fin llegas!. — saludo Isabel muy emocionada.

— Mi querida niña, no sabes cuanto te extrañe todo el día. — contesto Catalina dejando las bolsas en el piso y alzando en brazos a su hija.

— Trajiste muchas cosas, acaso te estabas sintiendo mal?. — pregunto la niña sabiendo que su mamá solo se iba de compras cuando no estaba bien de ánimos.

— Estoy bien, solo quise comprar algunas cosas para ti y para Alicia, vayan y revisen lo que les traje. — indico Catalina para que Isabel y Alicia vieran sus regalos.

Catalina las dejo en la sala mientras ella iba a asearse y cambiar su ropa, pues no se sentía ella misma usando aquella ropa tan cara, al terminar de asearse, se miró al espejo, ella sabía que era hermosa y nada insípida, no entendía por qué le afectaban tanto aquellas palabras del idiota de Enzo, al sentirse mejor anímicamente salió de su habitación y se pintó una gran sonrisa, lo menos que quería era demostrar su molestia.

Pidieron comida a domicilio y cenaron en familia, después de un delicioso helado, Isabel se quedó dormida mientras veían una película, Catalina la llevo a su habitación y luego se despidió de Alicia y volvió a su habitación, donde durmió toda la noche sin tener esas pesadillas.