LA CICATRIZ DEL ALMA (4)

De ellos recibí todo el amor y el cariño que me pudieron dar. Pero por desgracia, cuando cumplí 15 años, mi padre adoptivo murió y me quedé con mi madre.

Ella estaba muy afligida y aunque trataba de salir adelante por mí, su tristeza era notoria. Cuando pasó un año, el comportamiento de mi madre cambio radicalmente, ya no era tan cariñosa conmigo e incluso su forma de vestir ahora era más provocativa y sexy.

También comenzó a perderse por días y llegaba con aliento a alcohol.

Yo no me sentía con derecho a reclamarle, porque la veía feliz. Aunque yo había pasado a un segundo plano, ella casi no me hablaba, solamente cubría los gastos de la comida y la colegiatura.

Un día llegué de clases y cuando entré a la casa, encontré ropa tirada por todos lados y se escuchaban ruidos. Entonces subí poco a poco, y me di cuenta de que venían de la habitación de mi madre. Al acercarme y empujar un poco la puerta, vi una escena muy desagradable.

Mi madre estaba teniendo sexo, con un hombre mucho más joven que ella. Yo le calculaba como veinte años, más o menos. El hombre estaba encima de mi madre y al notar mi presencia se saboreó los labios y movió su lengua hacia mí.

Me alejé rápidamente hacia mi habitación y me encerré, me tapaba los oídos, aunque era en vano él le ordenaba a mi madre que gritara su nombre, ella lo hacía y también gemía muy fuerte parecía una gata en celo.

En ese momento, toda la buena imagen que tenía de mi madre se esfumó. Yo la amaba, pero no sentía el mismo respeto y admiración de siempre. Cuando por fin terminaron, un silencio invadió la casa. Cuando pasó una hora aproximadamente, escucho que tocan la puerta de mi habitación. Me levanto dudosa y abro la puerta.

Me sorprendo, al ver entra el hombre que estaba con ella. Él empuja la puerta y entra intempestivamente e inmediatamente cierra la puerta y camina hacia mí.

—¿Qué quiere?, y ¿qué hace usted aquí? —le preguntó, con un tono de autoridad.

El hombre me recorre con su mirada, relame sus labios y por último me sonríe.

—Ahora, ¿vas a hablarme de usted?, soy muy joven, puedes verme como tu papacito —me responde él en un susurro y se me acerca, para tratar de abrazarme. Yo retrocedo para evitar que me toque y tomo una lámpara de la mesa con la intención de defenderme

—Te lo repito, ¿qué quieres aquí? ¡¡Fuera de mi habitación!!

El hombre mostró una sonrisa ladina y me lanzó un beso, antes de responderme.

—Solo quiero que sepas, que la próxima vez no tienes porque solo mirar. Yo puedo fácilmente, complacerlas a las dos juntas. No creo que a tu mami le moleste. Ella no puede negarme nada. En este momento, la mandé a comprar helado de chocolate y fue sin pensarlo. Aunque fue solamente una excusa, para estar a solas contigo.

—¡¡Largo de aquí!! ¡Eres un maldito pervertido!

—Ja, ja, ja. Debes, respetarme. Ahora soy el hombre de esta casa y atenderé a mis dos mujeres como se debe. A ti te amaré en el día y a ti mami la follaré en la noche. Tendré como dicen por ahí. Las tres C. Casa, comida y "cama" gratis y a cambio les daré placer. Esa es mi especialidad.

Y allí comenzó mi infierno, cuando mi madre regresó me dijo que Maikol era su novio y que se quedaría un tiempo con nosotras.

Mi rostro palideció, corrí hacia mi habitación y comencé a llorar. Al día siguiente, me levanté muy temprano y me fui a la escuela. Cuando llegue era tan temprano que aún no la abrían y me senté afuera a esperar la hora. No quería ver la cara de ese hombre.

Lo mismo hice en la tarde. Cuando salí me quede en el parque a esperar que fuera la hora de mi madre regresar y llegué un poco después que ella. Al llegar le mentí, le dije que había ido a una amiga y lo mismo hice en los días sucesivos.

Una noche, siento golpes en la puerta, yo estaba medio dormida. Entonces me levanté y cuando abrí la puerta, Maikol entró y se lanzó sobre mí. Él comenzó a besarme. Yo trataba de zafarme, pero él era más fuerte que yo.

Me arrojó en la cama y metió la mano por la bata y me acarició los senos. Yo grité y, grité llamando a mi madre y él solo reía y continuaba rompiéndome la pijama.

—Grita lo que quieras a tu madre, le di una pastilla para dormir. Niña tonta. ¿Pensabas que podías seguir huyendo de mí?

—¡¡Suéltame, maldito!!

Pero él no me escuchó, todo lo contrario. Besó mi cuello y succionó con fuerza uno de mis senos y bajó su mano hasta mi intimidad, ahí me acarició por encima de la panti.

Pero después, alejó su mano y tomó mi barbilla, para obligarme a verlo a los ojos.

—No, no, no. Aún eres muy pequeña, aún tu cuerpo está muy inmaduro.

Mi querida Madi te voy a dar un año. Pero escúchame bien, nada de novios y no huyas más de mí. Porque si no cumples, no solo te violaré, sino que traeré a mis amigos y violaremos a ti y a tu madre hasta que la desgarremos por dentro, ¿entendiste?

Ella solo asintió con la cabeza y él la soltó. Ella corrió, a la ducha y se dejó caer en el piso mientras lloraba y sus lágrimas se mezclaban con el agua. Y Maikol cumplió su palabra, pasó un año viviendo con nosotras.

Aparentemente, había armonía. Yo veía a su madre cada día más feliz. Pero lo que yo no sabía, es que Maikol había estado sembrando en mi madre desconfianza.

En algunos momentos, le decía que yo le coqueteaba y por eso, mi madre me comenzó a tratar mal y a insultarme e incluso a veces Maikol intervenía y evitaba que ella me golpeara. Ya faltaban cinco días para mi cumpleaños y Maikol todos los días me decía, que esperaba con ansias ese día y que como regalo de cumpleaños, yo me convertiría en su mujer.

Pero yo estaba lista para marcharme ese día. No tenía intenciones de esperar, hasta el día de mi cumpleaños. Por eso, planee que esa noche, me escaparía de mi casa para nunca volver.

Yo tenía todo listo. Solo esperaba que se durmieran para escapar.

Afortunadamente, esa noche mi madre avisó que tenía que hacer guardia en el hospital. Yo en el fondo me alegré. Porque que sería más fácil para mí.

Porque durante ese año, cuando mi madre estaba en el hospital. Maikol traía mujeres, para revolcarse con ellas en la misma cama de mi madre.

Él se disculpaba conmigo, diciendo que usaba a esas mujeres para saciar sus deseos, antes de tocarme a mí.

Pero esta noche, yo estaba en mi habitación, esperando que llegaran sus zorras, para poder salir. Sin embargo, no llegó nadie. Entonces quise arriesgarme igual.

Cuando me dispuse a salir, ya estaba por abrir la última puerta que daba hacia la calle. Siento una enorme mano jalando mi cabello.

—¿Para dónde crees que vas, Querida? Ya presentía, que me traicionarías. Ahora te enseñaré a respetarme. Eres una maldita ingrata. Yo estoy esperando a que tu madre cobrara, para prepararte una hermosa sorpresa con velas y flores.

Maikol se limpió las lágrimas que recorrían sus mejillas, él verdaderamente se sentía traicionado.

—¡¡Sueltáme!!

Aparte he estado ahorrando, para llevarte al hotel de lujo y darte una noche inolvidable y tú me apuñalas por la espalda. Maikol me decía todo esto mientras me llevaba cargada a la habitación de mi madre. Yo luchaba con él, lo golpeaba, pero me arrojo en la cama y se subió sobre mí. Yo gritaba y lo golpeaba, lo mordía, pero él no se detenía. Comenzó a rasgar mi ropa y me golpeó, al parecer como único acto de bondad de Dios hacia mí, quede inconsciente.