Casada por dos años con un hombre que pensaba que la amaba, pero luego este le fue infiel y decidida se divorció, se fue del país y comenzó otra vida lejos de ese mal recuerdo.
Sin imaginar que se encontraría con un problema...
Viviendo en otro país, lo primero que hizo fue ir a un bar, tomar quién sabe cuantos tragos de tequila y un par de margaritas, termina teniendo una aventura de una noche y luego se fue sin decir una sola palabra.
Después de ello su familia busca casarla, pero antes la hacen firmar a ella y futuro esposo un contrato el cual establece que sí alguno de los dos era infiel, el divorcio sería inmediato y además de tener que pagar una indemnización que era el equivalente al valor de ambas empresas familiares.
Firmaron. Ella trataba de olvidar aquella aventura, mientras que él buscaba con desesperación hacerle saber a ella que él era el hombre al que le había dado el mejor sexo de su vida y que su aventura no es un error, si no un perfecto error.
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Capítulo 6
DMITRI
Sus grandes ojos plateados enrojecidos mostraban una furia contenida que nunca antes había visto en ella. Ni siquiera era capaz de articular palabra alguna para decirle que todo estaría bien, porque sinceramente no lo sabía.
Hubo un silencio incómodo entre los dos, el único sonido que opacaba esa incomodidad era el sonido del auto siendo conducido por el chófer, y los demás autos que iban de regreso a sus casas luego de un largo día de trabajo.
Miraba por la ventana viendo pasar a los autos, personas que caminaban por la acera y animales. Los objetos se movían con rapidez debido al movimiento del auto moviéndose rápidamente.
Desvié la mirada hacia la izquierda y vi a Sofía profundamente dormida, con la cabeza apoyada en la puerta del auto. Su rostro estando dormida era sereno y tranquilo, se veía tan hermosa durmiendo.
Llegamos a mi casa en poco tiempo, salí del auto y la saqué de allí, llevándola en brazos a dormir. La llevé a mi habitación para que durmiera allí para que estuviera más cómoda, le quité la mochila y la dejé allí, la cubrí con la colcha gris de la cama y en ese momento se removió de la cama y se quedó quieta.
La dejé dormir y me fui a la habitación que estaba a lado de la mía, para estar cerca de ella en caso de que ocupara algo.
Luego de un rato oí ruidos, eran gemidos y quejidos que provenían de la habitación de a lado, fui a ver qué estaba pasando, entré a la habitación alterado, la vi retorciéndose y moviéndose sin parar, por un instante pensé que estaba teniendo únicamente una pesadilla, pero en realidad estaba teniendo un ataque de pánico estando dormida.
Quise despertarla, pero no lo hice y me quedé a su lado velando su sueño, tomé su mano y por arte de magia había dejado de retorcerse en la cama. Estaba tranquila, me quedé unos minutos, solo unos minutos y luego el sueño finalmente me había vencido.
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SOFÍA
Desperté al sentir algo pesado sobre mi hombro, miré y era Dmitri, no sabía cómo había ocurrido esto, lo último que recordaba era estar en el auto con Dmitri, mientras miraba por la ventana y luego de eso cerré los ojos un momento y no supe qué pasó después. Miré la habitación un momento y debía decir que era bastante... gris. Las paredes, el piso de madera era oscuro, las cortinas de la ventana a lado de la cama eran del mismo color que las paredes pero en un tono más claro.
La habitación era muy espaciosa y muy acogedora, la colcha estaba enredada en mis piernas y la quité como pude. Por lo menos estaba vestida y sobria, pese a que Dmitri estaba a mi lado dormido. Suspiré pesadamente pensando en cómo quitármelo de encima sin despertarlo, entonces empecé el complicado proceso de quitármelo de encima. Quité primeramente su cabeza dejándola apoyada en la cabecera, después me moví a hacia la izquierda para quitar su brazo que estaba encima de mi abdomen y al final estaba por lograr quitar su pierna de encima de la mía cuando de pronto, me tomó del brazo y me abrazó sujetándome de la cintura. Era muy fuerte, no lograba quitármelo de encima.
Abrió los ojos somnolientos y dijo:
—¿A dónde crees que vas?—Habló arrastrando las palabras.
—Suéltame Dmitri, debo irme—. Me sujetó con más firmeza.
—No, no lo haré—. Respondió de manera infantil. Suspiré y al final me harté. Me solté bruscamente de su agarre y salté fuera de la cama, no estaba de humor para lidiar con alguien tan infantil como él.
Entonces Dmitri saltó también fuera de la cama y salió detrás de mí, corrí hasta el baño y antes de que me diera cuenta él y yo estábamos adentro del baño, precisamente en la ducha.
—Sal de aquí...—Le dije, pero no hizo caso y en el momento en que quise sacarlo, él abrió el grifo de la ducha y nos mojó a ambos, cerré los ojos un instante y luego los abrí cuando lo oí reírse.—¡No es gracioso!—Exclamé enojada.—¡Largo!—Le grité. Cerró la puerta corrediza de vidrio y le puso el seguro—. Abre la puerta, Dmitri—. Negó con la cabeza.
—No, no me iré. No después de esto...—Me tomó del rostro y me besó, intenté soltarme, pero él fue más persistente y al final me dejé llevar. El sabor de sus era una adicción, una necesidad que me hacía sentir un deseo, una obsesión por seguir y seguir besando sus labios por el resto de mi vida.
Sus manos recorrieron sin reparo todo mi cuerpo, hasta llegar a mi blusa que estaba empapada y pegada a mi cuerpo, la quitó de un solo golpe y la arrojó afuera de la ducha, me miró un momento y seguimos besándonos, sin parar, sus manos, el calor de estas me hacían desear más y más.
Dejó mis labios en paz y pasó a besar y lamer mi cuello, gemí muy alto y suspiré de placer, siguió besando y lamiendo mi cuello, me sujetaba con fuerza de sus brazos hasta el punto en que clavé mis uñas en ellos, di gemido ronco satisfactorio en lugar de quejarse, después sin pensarlo le quité el saco y camisa que traía puestos, dejando ver su espectacular físico que parecía hecho por los dioses griegos, me atraía bastante.
Sus manos seguían tocando cada parte de mi cuerpo, mientras el agua nos mojaba, nos quitamos el resto de la ropa, nos dejamos llevar y pronto sentí sus dedos dentro de mí, fue entonces que grité al sentir el enorme placer que estaba recibiendo por parte de él, mi prometido.
Sacó sus dedos y dijo:
—Eres tan hermosa, que no puedo evitar amarte... te amo desde el primer instante en que te vi en ese bar, luciendo aquella ropa simple que, por dios... deseaba tanto conocerte, mirarte cada día de mi vida, por siempre—. Sus palabras me dejaron sin palabras, no sabía qué decir o qué hacer.
Simplemente, lo miré y dije:
—Tus ojos... son lo más hermoso que he visto en mi vida, amo ese color avellana, amo tu sonrisa y tu mirada tan cálida y dulce, te amo. Te amo...—Dije mirando sus ojos que en ese momento eran lo más hermoso que estaba viendo.—Te amo...
Nos besamos nuevamente y esta vez fuimos más lejos, besé y lamí su cuello, lo oía gemir y gritar de placer, entonces me levantó del suelo y lo sentí introducir su pene dentro de mí.
—¡AH!—Grité excitada por el enorme placer que estaba recibiendo en ese momento. Estuvimos así unos minutos cuando finalmente ambos nos corrimos. Me bajó y nos besamos nuevamente, sus labios me encantaban y fascinaban tanto que no podía parar, pero hubo que parar nuestras respiraciones estaban muy aceleradas.
Nos calmamos y nos dimos una ducha rápida, antes de que a Dmitri se le ocurriera otro juego, según él.
Salimos de la ducha y mientras me cepillaba los dientes, sentí la intensa mirada de Dmitri sobre mí, terminé de lavarme los dientes y sonreí.
Miré a mi prometido quien llevaba puesta una bata negra dejando su pecho al descubierto con algunas marcas en él.
—No me mires así—. Me acerqué a él.
—¿De qué hablas?—Me reí.
—Eres muy astuto...—Lo tomé de las solapas de la bata y le di beso corto, pero posesivo.—Tengo que ir por ropa y a ver a mi editora, nos vemos después—. Nos dimos otro beso corto, pero él me tomó de la mano y me atrajo hacia él.
—No hace falta que te vayas, ve a ver el armario de mi habitación—. No dije nada y fui.
Al llegar entré al armario y debía decir que tenía más ropa que yo, miré sus cosas y tenía varias camisas, trajes, pantalones de marcas de lujo que llevaba años sin ver y tocar, todo estaba colgado y ordenado, sus corbatas estaban en un cajón y en el otro sus calcetines, eran cuatro cajones y solo dos de los cuatro cajones estaban vacíos, entonces seguí mirando y vi al otro lado del armario ropa de mujer que era de mi gusto, lo cual me hizo pensar que él lo tenía planeado todo.
Me di la vuelta y ahí estaba parado en el marco de la puerta.
—¿Lo planeaste?—Asintió.
—Sí, pensé en mostrártelo cuando estuviéramos casados, pero... no quise esperar—. Se acercó a mí y me abrazó de la cintura, poniendo su cabeza sobre mi hombro.—Ahora este espacio es tuyo y mío, así como también esta casa—. Lo miré sorprendida y antes de poder decir algo él habló.
—No digas nada, porque no voy a aceptar un 'No' como respuesta mi bella amatista...—Acepté y tomé un vestido azul cielo y una chaqueta negra y botas cortas color café, sin tacón.
Me vestí rápidamente y salí con mi mochila puesta, y me fui caminando con una sonrisa en mi rostro.