En La Trampa De Un Mafioso

—Ese rosal fue muy valioso para Dominik, ¿No es así?—dijo.

El guardaespaldas sonrió ligeramente.

 —Ese rosal fue muy valioso para Dominik, ¿No es así?—dijo.

El guardaespaldas sonrió ligeramente.

— El señor cambio cada vez que veía como morían cada una de las rosas— Contestó el guardaespaldas dando un leve suspiro — Ese rosal era el único recordatorio del momento donde más sintió felicidad.

 cambio cada vez que veía como morían cada una de las rosas— Contestó el guardaespaldas dando un leve suspiro — Ese rosal era el único recordatorio del momento donde más sintió felicidad.

— ¿El rosal le recordaba a quien lo planto?— Preguntó Osiris.

— Así es, pero esa chica murió hace mucho tiempo— contestó el guardaespaldas.

Osiris se puso de pie, y observo el rosal seco. Imaginaba el rostro de la chica que lo habías plantado, quizás era bonita.

Queriendo olvidar la trágica noticia, camino por toda la mansión siendo seguida por el guardaespaldas.

sus pasos resonaban sobre el suelo de mármol. Miraba los retratos familiares de Dominik viendo como estaba tachado el rostro de su padre.

Osiris comprendió que detrás de ese mafioso había una red de secretos, que lo mantenían en dolor constante.

Mientras tanto Dominik estaba parado frente a la lápida de la chica que había plantando el Rosal, la tumba parecía abandonada, sin una sola rosa encima. Nadie extrañaba a esa chica.

— No puedo creer que la encontrará de este modo— Dijo Dominik tocando el nombre sobre la lápida — Iris Ripley, la chica que solo supe lastimar.

René, su guardaespaldas lo miraba cómo un ser humano, apesar de todas las atrocidades que habían hecho juntos y le dió una leve palmada en la espalda.

— No fue tu culpa que ella esté aquí — Dijo René tratando de consolarlo.

— Cada persona que se acerca a mí muere, ¿Crees que Osiris termine como ella?— pregunto Dominik mirándolo con lágrimas en los ojos.

— Osiris no es como Irís, su mirada parece dispuesta a todo— contesto René.

— ¿A que te refieres con todo?— preguntó Dominik.

— Iris, no pudo perdonarse el hecho de que te viera matar a un hombre, pero Osiris parecio disfrutar verte apuñalarle la mano a ese hombre en el bar— Dijo René.

Dominik se quedó en silencio tratando de asimilar esas palabras, y si realmente Osiris no fuese como el imaginaba, quizás no necesitaba ser protegida. Dejo las rosas sobre la lápida de Iris y se disculpo una y otra vez, por dejarla sola y por no haber sido capaz de salvarla.El ambiente se tornó pesado, cargado de recuerdos y emociones no expresadas. Dominik se arrodilló ante la lápida, sintiendo el frío del mármol contra sus manos. Las palabras de René resonaban en su mente, una mezcla de esperanza y temor que lo mantenía en un estado de incertidumbre.

— ¿Y si todo se repite? — murmuró Dominik, la voz temblorosa.

René lo observó con atención. Sabía que ese momento era crucial para su jefe, un instante donde la vulnerabilidad se asomaba detrás de la fachada de un hombre que había construido su vida sobre el dolor y la violencia.

—Debe hacer lo posible por qué no se repita la historia— respondió René, firme, como un ancla en medio de la tormenta emocional. — Osiris tiene su propio camino. No puedes cargar con el peso del pasado de iris.l gracias

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Dominik se levantó, sintiendo el roce de las espinas de las rosas que había dejado. Cada rosa era un recordatorio de su culpa, de las decisiones que lo habían llevado a ese lugar.

—Si no quiero perder a Osiris— dijo, casi para sí mismo.—Debo convertirla en un mounstro.

René sonrió, comprendiendo que en el fondo, Dominik anhelaba redención. Pero también sabía que el mundo en el que vivían era implacable, y que cada paso hacia adelante podía estar lleno de peligros.

— ¿Eso es lo que quieres?— Preguntó René, colocando una mano en el hombro de Dominik. — Lo que suceda con Osiris dependerá de ti, pero también de ella.

Con un renovado sentido de propósito, Dominik se alejó de la tumba, dejando atrás no solo el peso de su pasado, sino también una posibilidad de futuro. Mientras caminaban hacia la mansión, el eco de sus pasos resonaba en el mármol, marcando un nuevo comienzo, un intento de romper el ciclo de dolor que había definido su vida.

Al llegar Dominik a la mansión de encontró con Osiris quien estaba en la cocina intentando preparar algo que fuera comestible. Dominik se rió al verla tan preocupada.

—¿Qué estás intentando hacer?— preguntó Dominik, sonriendo mientras observaba a Osiris batallar con los ingredientes.

Ella se giró, sorprendida, y un ligero rubor apareció en sus mejillas.

—No se que es lo que te gusta— dijo Osiris.

Dominik se acercó a ella.

— Tú, tú me gustas— contesto Dominik con una sonrisa y tomándola por la cintura.

— ¿Quieres cometer canibalismo conmigo?—Contesto Osiris con seriedad.

—¿No puedo intentar nada sexual contigo lo olvidaste?— Dijo Dominick con una sonrisa pícara.

Osiris asintió, sintiéndose aliviada.

— Pero si es algo que necesitas, puedes buscarlo en alguien más, yo estaré bien— Contesto Osiris— Al final eres hombre y es normal que necesites satisfacer tus deseos.

Dominik la abrazó, el no quería nada con otra mujer, para él solo existía ella. Aún que dijera que estaría bien si se acostaba con otra, sabía que Osiris mentía.

Mientras comenzaban a cocinar juntos, Dominik sintió que el ambiente se aligeraba. Las risas y las pequeñas bromas llenaban el espacio, creando un refugio temporal de la oscuridad que siempre los rodeaba.

Por un instante Dominik la miró de la misma manera que solía ver a Iris, pues Osiris tenía su misma sonrisa. Osiris, en cambio, en un instante recordó haber estado ahí antes, cambiando radicalmente su sonrisa. Sin embargo ignoro ese hecho y siguió adelante aún que se miraba nerviosa.

De repente llegó uno de los hombres de Dominik con una herida en el estómago, rompiendo el ambiente pacífico que había.

— Jefe sucedió lo que más se temía —Dijo el hombre haciendo presión en su herida.— El sucesor de nuestro enemigo ha entrado a ser el jefe de los alfa.

Dominik tenía una jarra de vidrio en la mano y la dejo caer al suelo rompiendose en pedazos. Osiris los miró sin comprender la magnitud del problema que existía. Se agachó a recoger los vidrios y depositarlos en un bote de basura.

— ¡Debemos irnos!— Exclamó Dominik tomando de la mano a Osiris..

Continúaraa.