Camino A La Venganza

No muy felices, ambas regresaron a su hogar. Estela llegó a la mansión donde vivía con Óscar, el mismo lugar donde también había vivido Alicia. Al subir las escaleras, se le vino a la mente el momento del accidente.

Aquella noche, Estela no asistió al banquete de compromiso del tío de Óscar, pero tampoco permitió que él llevara a Alicia. Se encontró con ella en las escaleras.

—Deberías resignarte, él siempre ha sido mío —le restregó a la esposa.

—No lo haré. Ahora más que nunca estaré a su lado, y sé que después de esta noche él me elegirá por encima de ti —respondió con seguridad.

Estela notó lo confiada que estaba, lo que solo incrementó su furia. Ella sentía que Alicia era la verdadera intrusa en esa relación. Óscar y ella se amaban desde jóvenes, y Alicia los había separado usando su posición social.

—Deberías saber ya cuál es tu lugar.

—Mi lugar es al lado de mi esposo, aunque eso te moleste.

—Estás tan feliz de restregarme que me quitaste a mi hombre. Si no fuera por tus trucos sucios, él y yo estaríamos juntos —espetó, señalándola con el dedo.

Alicia retrocedió unos pasos hasta encontrarse con el borde de la escalera.

—Estela, ten cuidado —dijo mientras se sujetaba del barandal para no caer.

Estela se percató de lo fácil que sería acabar con ella en ese instante.

—¿Estás tan segura de que se quedará contigo? Vamos a averiguarlo ahora —dijo con intenciones asesinas mientras la empujaba por las escaleras.

Observó con frialdad cómo la mujer rodaba hasta el último escalón. Su sonrisa fue siniestra; los gritos de Alicia fueron música para sus oídos.

Lejos de sentir remordimiento, los recuerdos de ese día le provocaban satisfacción.

…

Regina observaba cómo bajaban el cuerpo que una vez habitó. La sensación era aterradora. Sus padres lloraban su pérdida, y el hombre que fue su esposo mantenía una mirada llena de pesar. Para quienes no conocían su historia, parecía que sufría, pero en realidad era solo actuación o, en el mejor de los casos, remordimiento. Después de todo, también fue uno de los causantes de su muerte.

—Esto es una hipocresía. La mayoría de los presentes conocen su historia. Finge tristeza frente a un cuerpo frío que no puede ver su pésima actuación —dijo con desdén.

—Veo que te afecta mucho —comentó Manuel.

—No es eso. Simplemente odio este tipo de shows. Es momento de irnos o vomitaré.

Era mejor marcharse antes de perder los estribos ante tanto drama. Además, estaba usando toda su voluntad para no correr a los brazos de sus padres y decirles que seguía viva.

Manuel asintió y la llevó de regreso al auto. Mientras se marchaban juntos, Óscar los observó. Notó algo peculiar en el caminar de la prometida de su tío: era demasiado parecido al de su esposa. La gracia y elegancia de su andar eran inconfundibles. Probablemente, si no estuviera enterrando a Alicia, pensaría que era ella.

Regina sintió la mirada sobre ella, por lo que apretó con más fuerza el brazo de Manuel, llamando su atención. Él volteó, descubriendo la mirada insistente de su sobrino sobre la mujer que ahora era su esposa.

—Hoy has llamado la atención de algunas personas —comentó con burla.

—Deberías sentirte halagado. Tu esposa es atractiva. Claro que llamaré la atención donde sea que vaya, pero no te preocupes, no estoy interesada en cucarachas —respondió sin molestarse en voltear a ver a Óscar. Era mejor dejarlo para después, cuando tuviera un plan sólido e infalible.

—Ya veremos si lo que dices es verdad. Por ahora dime, ¿cuándo haremos el anuncio oficial de nuestro matrimonio?

Regina sabía que aún no era aceptada por la familia debido a lo ocurrido días atrás, así que planeaba mantenerlo en secreto unos días más.

—Hazlo cuando creas que sea conveniente —respondió, dejándole la decisión a Manuel. Debía ser complaciente para ganar su confianza.

—Muy bien, será dentro de dos semanas. Haremos un anuncio por todo lo alto —decidió, dispuesto a compartir la noticia con el mundo. Claro, también sería el día en que se posicionaría como el verdadero líder de la familia Carrasco.