La Maldición Del Lobo

...En el juego de las sombras, la única luz es la que llevas dentro....

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Bellatrix:

Caminaba por mi habitación, una elegante morada que reflejaba mi gusto por lo refinado. Mis cremas de skin care estaban meticulosamente ordenadas, cada una con su lugar y propósito. El exfoliante de rosa mosqueta para eliminar las células muertas, la crema hidratante de ácido hialurónico para mantener la piel suave y el sérum revitalizante de vitamina C para darle un brillo saludable. Cuidar mi piel era una parte crucial de mi rutina diaria, una forma de honrar mi divinidad inherente.

Una vez terminada mi tarea, me dirigí a mi baño principal. La bañera de mármol blanco, adornada con velas perfumadas, parecía invitar a sumergirse en su agua tibia. Los jabones de rosas blancas y el champú de aceite de argán envolvieron mi cuerpo en una fragancia embriagadora, haciendo que mi baño fuera una experiencia casi celestial.

Después de mi baño, me envolví en una suave toalla y seleccioné mi ropa para el día: una falda negra ajustada, un top rosa pálido y medias de color rosa pastel. Mis tenis blancos con detalles dorados añadían un toque de sofisticación a mi atuendo casual.

Frente al espejo, apliqué mis cremas con movimientos suaves y delicados, como si estuviera acariciando una obra de arte. Mi cabello azul fue peinado en un elegante moño alto, asegurado con un lazo rosa que combinaba con mi top.

Justo cuando estaba a punto de salir de mi habitación, mi padre entró con una sonrisa en el rostro. __Hija, perdona por interrumpir, pero hace poco vino un chico con dos hombres a buscarte, __anunció con calma.

Fruncí el ceño, confundida por la inusual visita.

«¿Podría ser el mafioso de Londres?», __pensé__. «No, era imposible. Él no conocía mi verdadera identidad... aún. Sin embargo, sabía que debía ser cautelosa y averiguar más sobre esta visita inesperada.»

__Es extraño... Iré a investigar, padre. Gracias por avisarme, eres el mejor, __respondí con gratitud, abrazándolo antes de que se fuera.

Con la mente llena de preguntas, me preparé para enfrentar lo que fuera que el destino tuviera reservado para mí. Después de todo, era una diosa entre mortales y no permitiría que nada ni nadie perturbara mi reino.

Me sumergí en la oscuridad de mi habitación, iluminada por la luz de una pequeña lámpara de escritorio. Antes de bajar, decidí revisar los documentos que había traído conmigo desde Londres. Los puse sobre la mesa y comencé a hojearlos con cuidado, pero lo que descubrí me dejó sorprendida y llena de preguntas.

Los archivos contenían información detallada sobre seres sobrenaturales, un mundo oculto y misterioso del que había oído hablar.

__¿Qué interés tendría el mafioso en conocer más sobre estas criaturas? __Me pregunté con curiosidad, sintiendo que había tropezado con un secreto inesperado.

A medida que examinaba cada archivo, descubrí una variedad de temas intrigantes. Había registros de personas que habían negociado con el mafioso y habían fracasado en sus tratos, así como detalles sobre transacciones ilegales y operaciones clandestinas. Pero lo que más captó mi atención fue la revelación sobre mi madre.

Según los documentos, mi madre era una híbrida de diabla y lobo, una combinación de fuerza y ​​poder que la convertía en una figura formidable. Pero lo que realmente me dejó atónita fue la insinuación de que mi madre era un objeto de interés para el mafioso, una pieza clave en sus planes para dominar el mundo.

Las palabras impresas en el papel resonaron en mi mente, provocando una mezcla de furia y determinación. No permitiría que nadie usara a mi madre como un peón en sus juegos siniestros. Pero a medida que procesaba la información, otra pregunta comenzó a surgir en mi mente.

Si mi madre era una híbrida, «¿por qué yo no había heredado las mismas habilidades y características? ¿Por qué no había nacido igual que ella?» __Las preguntas se agolparon en mi mente, haciendo que frunciera el ceño en confusión y frustración.

Decidida a encontrar respuestas, guardé los documentos en un lugar seguro y salí de mi habitación con determinación. No descansaría hasta descubrir la verdad.

Descendí por los escalones del hotel con la gracia de una diosa, mi mirada escudriñando cada rincón del vestíbulo en busca de cualquier detalle fuera de lugar. Mi falda se movía conmigo, como una sombra que bailaba al compás de mis pasos. No pasó mucho tiempo antes de que mis ojos se posaran en una empleada que luchaba por mantener el equilibrio mientras llevaba una bandeja de comida.

Con la precisión y rapidez propias de mis habilidades en artes marciales, intervine justo a tiempo, deteniendo los platos antes de que se estrellaran contra el suelo. La bandeja se detuvo en el aire, como si estuviera suspendida por hilos invisibles, antes de ser devuelta a las manos temblorosas de la chica.

La empleada se enderezó rápidamente, visiblemente nerviosa por su torpeza. __Disculpe, señorita. No volverá a pasar, __dijo con voz nerviosa y melodiosa, apresurándose a disculparse, sus mejillas enrojecidas por la vergüenza.

Le ofrecí una sonrisa tranquilizadora y le entregué la bandeja. __Tranquila, solo trata de mantener el equilibrio. Si gustas, puedo darte algunas clases para perfeccionar tus movimientos, __ofrecí amablemente, pasando un mechón de cabello detrás de la oreja de la joven.

La chica pareció sorprendida por la oferta, pero luego asintió con entusiasmo. __Gracias, señorita. Sería un placer tenerla como maestra, __respondió, sonrojada, antes de desaparecer de mi vista.

Observé cómo la chica se alejaba, una sonrisa juguetona en mis labios. Sabía que la chica tenía potencial, solo necesitaba un poco de orientación. Y yo estaba más que dispuesta a proporcionarla.

Mientras me alejaba, no pude evitar sentir una sensación de satisfacción. Había algo en ayudar a los demás que siempre me hacía sentir bien. Y si podía hacerlo mientras enseñaba a alguien a defenderse, entonces era aún mejor.

Una vez más erguida, me encaminé hacia uno de los sofás del vestíbulo, pero mi atención fue rápidamente desviada por la presencia de un hombre que se acercaba. Era alto, con cabello negro que enmarcaba unos ojos dorados penetrantes. Sus músculos pronunciados y sus brazos venosos denotaban una fuerza impresionante.

El hombre se detuvo frente a mí, su voz ronca resonando en el aire. __Hola, Bellatrix. Tienes unas habilidades bastante rápidas, ¿verdad? __comentó con una sonrisa seca.

Crucé los brazos, manteniendo mi expresión seria mientras evaluaba al recién llegado. __Sí, es algo común en mí, __respondí con tono seco, dejando en claro que no tenía interés en entablar conversación.

__Se nota, __replicó el hombre con una sonrisa irónica, antes de continuar__. Por cierto, me llamo Ezekiel, __se presentó, extendiendo la mano hacia mí. No me importaba socializar con este individuo.

Vacilé por un momento antes de aceptar el gesto, pero cuando nuestras manos se encontraron, una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo, provocando una sensación tanto terrible como agradable. Retiré rápidamente mi mano, sintiendo una incomodidad momentánea.

__Un placer, Ezekiel. Soy Bellatrix, aunque parece que ya estás al tanto de eso, __dije con un tono ligeramente agudo, casi irritado. No me agradaba la sensación que había experimentado al tocar la mano de aquel hombre, y estaba decidida a mantener mi distancia.

Lo miré de reojo mientras me sentaba en el sofá, manteniendo una vigilancia sutil pero constante. Aunque parecía algo amigable, algo en su mirada me decía que debía mantenerme alerta. Cada movimiento que hacía, cada gesto, cada palabra, lo evaluaba con precisión. En mi mente, imaginaba cómo sería darle un puñetazo para que mirara para otro lado.

Suspiré y saqué mi celular, comenzando a revisar varios informes que había recibido. Eran informes detallados, llenos de información crítica y análisis profundos. Cada uno de ellos era un testimonio de mi vida como espía, cada línea una muestra de la sangre fría necesaria para sobrevivir en este mundo.

Los informes hablaban de operaciones encubiertas, de objetivos eliminados, de información obtenida a través de medios que la mayoría consideraría inhumanos. Pero para mí, eran simplemente herramientas del oficio, necesarias para mantenerme un paso adelante de mis enemigos.

Y así, mientras el mundo seguía girando a mi alrededor, yo me sumergía en mi trabajo, preparándome para lo que vendría a continuación. Porque en mi mundo, la única certeza era la incertidumbre. Y la única forma de sobrevivir era estar siempre preparada.