Cazada Por Mi Prometido

Mi oficina estaba en paz total, la secretaria Méndez acababa de traer mi café y Erick acababa de llegar, ambos estábamos en espera de las buenas noticias, él comenzó a beber su café mientras me miraba, yo bebía mi café muestras miraba una página de noticias top y celebridades.

—¿Qué hora te dieron? –Pregunte un poco ansiosa– ya quiero ver, pero son las ocho y todavía nada ¿Y si el idiota pago para que nada saliera?

—Imposible, le pagué a muchas revistas para que la noticia fuese divulgada, espera un poco más.

—Odio esperar, creo que por esa razón nadie hacía los trabajos conmigo en la universidad, solo Alexander.

—La razón para eso fue otra, Alexander no le permitía a nadie además de él hacer trabajos o ensayos contigo.

—No se la razón por la que hizo eso, pero ya no se puede llorar por la leche derramada.

Refresque una de las páginas que abrí y las fotos y más de tres artículos sobre Emily ya estaban publicados, solo tenían dos minutos publicados y ya contaban con cientos de comentarios, todos negativos e incluso expresando el asco que sentían hacia ese tipo de mujer.

Era cierto por duro que sonará, pues, Emily había hecho mucha trampa para llegar a tener un buen lugar en el mundo del espectáculo, de por sí la había dejado sin trabajo por unos largos meses, ya con eso me asegure de dejarla sin trabajo de por vida, eso era solo una pequeña muestra de las cosas que podía hacer si se metían conmigo.

—Al parecer ya destrozaste su carrera, con tantas pruebas no puede negar nada, incluso alguien publicó un acuerdo escrito entre ella y un director de cine, tus acciones han hundido a más de uno.

—Problemas técnicos, pero al final todos son solo ratas que no sabían en qué hueco se estaban metiendo, estoy tan feliz que hoy yo pagaré el almuerzo.

Erick sonrió y bebió su café, estaba tan alegre como yo, dijo que yo era mala, pero él era igual o peor que yo, ya que él se encargó en primera persona de la publicación de cada artículo.

La secretaria Méndez nos trajo el almuerzo y comió junto a nosotros, Erick no tenía intensiones de ir a su empresa, pues, había traído varios documentos para trabajar junto a mí.

—Me parece increíble lo tranquilo que ha sido el día hasta hoy –Dijo Erick sin apartar la mirada de su tablet– el mundo odia a Emily y nosotros estamos trabajando en paz.

—Eso es porque no tenemos nada que temer, honestamente jamás había actuado de esta manera, pero se siente muy bien dañar a alguien que te hizo mucho daño, nunca hable con ella directamente, pero la odio con todo mi ser.

—¿La odias por qué Alexander la ama o por lo que te hizo?

—Un poco de ambas, pero ella sabía lo que hacía y sin conocerla puedo decir que era una arpía, dije que no le dejaría las cosas fáciles, no soy el tipo de mujer que baja la cabeza y se va con la cola entre las patas, ella creyó que tomaría mi lugar y viviría una vida tranquila.

—Jamás entenderé el juego de las mujeres.

—Oh, no intentes hacerlo, pero también existen hombre que juegan sucio.

—Lo sé, pero las mujeres apuñalan de forma sutil y letal, da miedo.

Ambos reímos y seguimos en medio de nuestros trabajos, de repente la puerta de mi oficina se abrió y Alexander entró seguido de varios hombres de seguridad que lo tomaron de los hombros.

—¡Déjenme en paz! Diana, diles que me suelten.

Miré a los hombres seguridad y sonreí.

—Déjenlo, si los necesito los llamaré enseguida.

Alexander fue soltado y se acercó a mi escritorio, vio a Erick y le lanzó una mirada mortal.

—¿Por qué publicaste esas cosas sobre Emily? Eres la única con el poder de hacerlo, además de que la echaron de varias películas, si estás celosa no debías meterte con su trabajo.

—¿Celosa? ¿Por qué lo estaría? Tú y yo ya no tenemos nada, lo único que hice fue irme sin dejarle el camino fácil, nadie le dará trabajo y tus padres la odian, jamás podrá ser digna de estar a tu lado o casarse contigo.

—Jamás dije que me casaría con ella, no puedes hacer algo de tal magnitud, ambos sabemos que tarde o temprano nos cansaremos de estar de esta manera y regresaras a casa conmigo, eres mi prometida y no podrás huir por siempre de eso.

Reí con fuerza y Alexander me vio un poco confundido.

—No lo entiendes, no volveré a casa tu padre ya me dio el dinero que puse para la propiedad que ahora está a tu nombre, no nos casaremos porque ayer se rompió el compromiso y puedo hacer lo que quiera al ser una adulta mayor de edad. Te pido que te retires, estás molestando a mi invitado y socio, estábamos perfectamente bien hasta que llegaste.

—Diana, no puedes hacer esto, tú me amas, lo has hecho siempre.

—Los sentimientos cambian Alexander, tú mejor que nadie lo sabes, en este momento no te amo, o tal vez si, pero mi odio por ti es mucho más fuerte que lo que alguna vez fue amor incondicional, ve a los brazos de Emily y piérdete.

—Diana…

—¡Seguridad!

Los empleados de seguridad entraron y tomaron a Alexander sacándolo de la oficina, Alexander me miró con desesperación, como si quisiera decir algo, pero esas palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

Voltee mi rostro para no ver como era sacado a la fuerza no solo de mi oficina, sino también del edificio, sería la última vez que entraría a la fuerza, pues, ya había prohibido su entrada.

—¿Estás bien con esto? –Preguntó Erick preocupado– entiendo que te duela hacer este tipo de cosas.

—Debo ser despiadada aunque duela, no debo dar mi brazo a torcer, es la única manera de levantarme y no dejarme caer en el dolor.

—Eres una mujer fuerte Diana.

—No soy tan fuerte, pero lo intento.

Erick guardó silencio y ambos continuamos con lo que estábamos haciendo antes de que llegara Alexander, lo mejor era evitar el tema.