El Mago Que Quemó Todo

Cedric, había construido su reputación entre los ciudadanos mientras caminaba semidesnudo por medio de la ciudad, sosteniendo a su bebé recién nacido en sus brazos.

Cedric abrió su libreta. Su mirada se detuvo ante la entrada del nombre Camila.

Con una mano apoyada en el respaldo de una silla hecha de madera tallada, Cedric extraía con precaución una pluma de plumas de avestruz. Con el otro brazo, cunaba a su bebé, intentando crear un ambiente acogedor y tranquilo para que el niño pudiera dormir.

Ahora, mientras los ojos de Cedric se movían sobre las letras que formaban el nombre de Camila sacudiendo lentamente la cabeza como para desafiar su propio recuerdo, tomó una profunda respiración y comenzó a escribir: Anulado. Camila no es madre de mi hijo.

Con esa simple frase anotada, Cedric se sentía aliviado. Su búsqueda lo llevó a la siguiente persona en su lista: Adriana Kingsley.

Cuando recordaba a Adriana, Cedric no podía evitar sonreír. Era una mujer encantadora, llena de personalidad y vitalidad que brillaban en cada gesto y palabra. No le recordaba con certeza el motivo por el cual su relación había llegado a un final. Creo que la había visto con otro hombre, o tal vez él fue quien primero engaño.

A medida que pasaba las horas y la luz exterior comenzaba a adelgazar, Cedric arrumó su ropa y salió de su humilde morada para encontrarse con Adriana. Caminando por calles empedradas y entre edificios en desuso, reflexionó sobre el momento en que la había conocido; aquella noche en la que la luna brillaba entre las nubes y ella se mostró como un rayo de sol en su oscura vida.

Finalmente llegó a la posada donde Adriana trabajaba y le esperaba con expectación, no pudiendo ocultar su alegría al ver que Cedric había decidido presentarse ante ella nuevamente.

—Hola, Adriana—, comenzó a decir mientras sus manos se removían nerviosamente por la sencilla mesa de madera, —Me siento muy agradecido por la oportunidad de conversar contigo y, sobre todo, recordarte.—

Adriana sonrió amablemente, reconociendo las palabras del mago.

—Cedric, qué alegría volver a verte— dijo con cierta curiosidad y esperanza.

Al ver a Lysander, la mirada de Adriana se atrajo hacia el pequeño ser que reposaba en los brazos de Cedoric. Su rostro expresó un sentimiento inconfundible: empatía y deseo de cuidarlo como si fuera su propio hijo. Con una sonrisa tierna y comprensiva, se acercó a Cedric y le ofreció sus brazos para tomar al bebé. A medida que Lysander se colocaba en el abrazo de Adriana, ella lo miraba con un ojo místico e incómoda mezcla de curiosidad y empatía.

—Felicitaciones, Cedric—, comenzó a decir mientras sus dedos se sentían delicadamente por la cabeza bien cuidada del recién nacido, —Por primera vez en mi vida siento orgullo de ti. ¿quién es su madre?—

Cedric apenas pudo respirar, sintiendo como si todos sus recuerdos estuvieran atravesados por un viento desconocido. Si no era Adriana, tenía que seguir con su búsqueda.

—Soy consciente de que no se quien es la madre, lo dejaron en la puerta de mi casa—, respondió finalmente con una voz frágil y llena de dificultad.

Adriana miró a Cedric con ojos comprensivos, comprendiendo su dilema.

—Bien, Cedric—, comenzó a decir en voz baja pero firmemente, — no debes olvidar que los hombres como tú -el hombre de aventuras- pueden asumir sus responsabilidades. Ojalá te recuerdes y aceptes cuidar del pequeño Lysander, espero que no hayas empezado una búsqueda para buscar a su madre con el objetivo de deshacerse de este adorable niño.—

Con los ojos fijados en Adriana y Lysander, Cedric se sentía atormentado por sus propias palabras y deseos. Sin embargo, decidió plantear su proposición con la sinceridad que le quedaba aun lejano del corazón.

—Adriana—, comenzó a decir mientras sus manos temblaban al tomar los ánimos para seguir hablando, —Me gustaría volver a salir contigo...—

Adriana sonrió, pero su risa se vio atormentada por la incertidumbre y dificultad.

—Es un sentimiento hermoso, Cedric, pero lo nuestro nunca funcionó—, respondió con una voz ligeramente temblorosa, —He comenzado a salir con otro joven aventurero, siento que por primera vez estoy enamorada . Sin embargo, si tienes necesidad de ayuda para descubrir la verdadera madre de Lysander para que tu hijo pueda crecer en una familia, recuerda que esta Sofia y seguramente pueda tener conocimiento sobre un hechizo para encontrar a la madre de Lysander.—

Las memorias de Cedric se remontaban a la época en que conoció a Sofia Harrington. Era una hermosa mujer rubia con ojos profundos y un atractivo misterioso. Noches enteras las habían pasado compartiendo sus cuerpos bajo el atardecer estelar, cuando los celestes contemplaban su desnudez.

A medida que se enfrentaba nuevamente a la idea de acudir a Sofia, Cedric sintió un miedo inconfesable y una incertidumbre palpable. ¿Qué pasaría si la vista de ella me condena a un destino peor que el que ya he vivido? ¿Cuál sería mi destino al pedirle su ayuda? Sofía era una hechicera, mejor de lo que Cedric podría ser.

Sin embargo, a pesar de estos recelos y temores, Cedric se decidió a acudir a Sofia en busca de respuestas.

Puede que esta sea mi única esperanza para descubrir la verdad, pensó mientras Adriana le devolvía a Lysander a sus brazos.