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Quiero Amarte - Libro 2

Quiero Amarte - Libro 2

Status: En proceso
Genre:Romance / Venganza / Traiciones y engaños / Reencuentro / Donde hubo fuego cenizas quedan / Triángulo amoroso
Popularitas:185
Nilai: 5
nombre de autor: Corinne Palmer.

Un viejo enemigo altera la paz y tranquilidad que Bonnie construyó cuando se mudó, ella y su madre están más unidad luego de saber que su hija estuvo apunto de morir. Los amigos de Bonnie, están en constantes discusiones para saber si la buscan o no. Theo y Jia se encuentran con Bonnie e intentan sabotearla. Samantha (Samuel) esta decidida a buscar de nuevo a Bonnie y ganar de su confianza, no quiere volver a perderla.

NovelToon tiene autorización de Corinne Palmer. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Besos. 1/2

Varias veces fueron las que revisé mi celular para encontrar un mensaje de Brandon y para saber que solo se marchó sin decirme nada. Kuan-Yin vuelve y empieza a beber junto a Mei-Mei, pero entre ellas se nota lo incómodo que están con tantos hombres. Entre las bebidas y la música se pueden escuchar las risas y conversaciones.

Por mi parte, solo puedo escuchar y beber con uno de los hombres que están cerca de mí. Entre copas y copas, en mi celular se escucha la notificación de mensaje de Kuan-Yin en donde me pide que me vaya a casa, suspiro, pero no quiero dejarla solo a ella y a Mei-Mei. Me levanto de la silla y agarro mis cosas para salir del lugar y esperar a encontrarme a Brandon, pero él ya no está.

—¿En dónde estás? – Camino por el pasillo mirando el celular.

-Brandon se fue a su casa… - volteo al escuchar la voz. – Hola niña. –

Su llegada provoco que mi cerebro y mi estomago se revolvieran, como si necesitara verla de nuevo. Con sus manos en el bolsillo, su traje que cuesta más que lo que gano, sus cabellos con un corte varonil, su mirada penetrante y su sonrisa provocadora. Toda un chica tomboy.

-¿Qué haces aquí Samantha? – pregunte de mala manera. - ¿O era Samuel? Perdón, con tantos nombres ya me pierdo. –

—Bonnie, podemos… — La interrumpo.

—No quiero hablar contigo. — respondí mirándola a los ojos. — No quiero saber nada de ti. —

—Entonces, devuélveme lo que te di… te dije que me lo devolverías cuando nos volviéramos a ver. — Suspiro.

—¿Qué te hace pensar que aún lo tengo? – desvió la mirada.

—Porque sé muy bien que ese día te los llevaste. — Se acerca.

—Estás muy equivocada, ese día los dejé sobre la mesa… no quiero tener nada que me haga recordar a ti y todo el daño que me hiciste pasar. — molesta la empujo.

—Mientes, Bonnie… Sé que mientes. — acaricia mi mejilla. — Quiero que… —

—Yo no quiero. — expresé molesta.

—Bonnie. —Me alejo.

Por el pasillo camina un joven por nuestro lado y lo tomo del brazo, sin previo aviso, y le pido que me acompañe a fuera del edificio. El joven confundido me acompaña, dejando a Samantha enojada y con la palabra en boca.

Me disculpo con el joven y este sonríe para luego hacer una reverencia y alejarse. Salgo por la puerta del edificio y camino por la vereda, mirando hacia atrás buscando un taxi. Miro mi celular y verifico el horario, pero para mi sorpresa son las dos de la madrugada y no hay taxis. Me cruzo a la vereda de enfrente, y en una aplicación, busco a los choferes de turno y espero a que llegue. Esperando a que llegue, mis pensamientos vagan por mi mente, buscando una solución al problema que tengo con Samantha, recordando el último día en donde lo vi, y para que ahora de la nada, como si nada hubiera pasado, se presente y me pida hablar.

La llegada del auto, es más que oportuna, frena enfrente de mí y abro la puerta para entrar, y siento que alguien me empuja sosteniéndome de las piernas y me acomodo en el asiento, pero al girar y mirar de quién se trata, este me cubre la boca. Al que presentía, es la segunda aparición de Samantha, pero ella no quiere dejarme hablar, en su celular marca una dirección que se la muestra al chofer y este conduce sin decir nada más. Empiezo a forcejar con ella para que me suelte, pero cuanto más lo intento, peor es. Una de sus manos sujeta mi mano derecha haciendo presión sobre la izquierda, y su otra mano me cubre la boca.

En un momento dejé de luchar y solo espero a que decida soltarme.

—¿Acaso no piensa soltarme? — pienso, mientras que miro al frente.

—No te muevas, pronto llegaremos. — susurró cerca de mi oído.

 Durante por casi diez minutos estuvimos dentro del auto, hasta que llegamos, le paga y me saca del auto. Acomodo un poco la ropa y miro al lugar a donde me trajo y resulta ser mi casa. Esto me da miedo. Cuando el auto se marcha, ella voltea y toma la oportunidad para plantarle una bofetada en su mejilla.

—Supongo que me lo merezco. — sobó su mejilla.

—¿Cómo sabes en dónde vivo? — preguntó. — ¿A qué volviste? -

—Brandon hace un buen trabajo. —Sonríe mostrando una nota con mi dirección. 

—Deja de meter a mis amigos en esto, y más a Brandon, él no tiene nada… —

 —Él se ofreció… no tolera que otra persona se acerque a ti… — expresó.

—Responde a mi pregunta. — Insisto.

—Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero, por favor, quiero que me escuches. — ruega.

—¿Prometes no volver? —ella sonríe. — Sígame. —

No quiero admitir que tengo curiosidad de saber qué es lo que tiene que decirme, pero recordar todo lo que pasé esos meses, tampoco es bueno. Mantengo distancia y cordura, sobre todo cuando estoy por entrar a las escaleras de emergencia con ella o… él.

Cuanto más subimos, puedo escuchar su respiración agitada y cada dos escalones se detiene para respirar. Río. Cuando espero a que se recupere es cuando noto que su respiración se agita aún más. Me acerco para tocarle el hombro y asegurarme que se encuentre bien.

Busco la llave de mi departamento y sujeto su brazo para pasarlo por detrás de mi nuca y así ayudarla a caminar.

—Vamos… es aquí. — la miro directo a los ojos. — ¿Samantha, estás bien? -

—Sí… estoy bien. —

Abrí la puerta del departamento y hago que se siente en el sofá, para ir corriendo al baño y agarra la caja de primeros auxilios. Cuando regresó, ella aún se mantiene en la misma postura en la que la dejé. Respire profundo, camino hasta sentarme a su lado, me saco mi abrigo y busco el tensiómetro dentro de la caja, para saber si está bien de la presión. La ayudo a sacarse su abrigo y entre más la ayudo ciento que se está aprovechando de mí.

—No sabía, esto de ti. — Sonríe mirando cómo subo su manga. — Bonnie, quiero hablar contigo… —

—Tienes tiempo hasta que termine de medir la presión. — concentrada, evitando el contacto visual.

—Sé que conoces la peor parte de mí, y quiero que sepas que no soy así. Si yo te mentí, no es porque quería, si no… —La interrumpo.

—¡Ah! No querías mentirme… querías saber si era capaz de sentir algo por ti, y cuando te diste cuenta de que si soy capas, decidiste no decirme nada… — Me sujeta de ambos brazos.

—No es por eso… desde que te conocí, no pensé que le podía llegar a gustar a una chica…. Pero llegaste tú, con tu rebeldía y descontrol y tú… —Su voz se apaga de a poco.

— ¿Entonces es mi culpa, que tú me hallas mentido? — Ella desparrama sus cabellos de manera molesta.

—¡Tenía miedo! Lo admito, aún tengo miedo… — vocifero.

—¿Miedo de qué? – sorprendida, apretó mis dientes. — Responde. —

Guardo las cosas y camino, a la cocina tratando de mantener la calma, su manera de expresar sus sentimientos, es molesta, pero ahora la entiendo mejor. Es difícil confiar en alguien ahora, temes que te juzguen y ella está en la mira de la sociedad, por ser la única hija de la familia Choi, supongo que todo recae en ella. Me siento identificada.

Abro la puerta de la nevera y saco alimentos para cocinar, aunque no sé qué comer. El silencio que Samantha, provoca en mi departamento, es nostálgico, como cuando estaba con ella en su habitación. Respiro profundo y apoyo las manos sobre la mesa y miro su espalda. Aclaro mi garganta y le hablo.

-¿Quieres comer? — pregunté, y ella volteó.

—Claro, ¿Quieres que te ayude? – se levanta del sillón como si nada.

—Sabía que estabas mintiendo. — ella ríe.

—Pero sí, yo no miento. — aclaro con sarcasmo. —Lo siento. —

Río por la forma en la que se disculpa. Mientras que cocinamos, pongo música para relajarnos más, si es la única manera de saber que puedo volver a confiar en ella, entonces que así sea. La hora pasa lento y la cocina se intensifica, a tal punto que en algunos momentos los roces de ambas pieles, ya dejaron de existir entre nosotras, pero la música no parece ayudar mucho.

Revolviendo los fideos, mi mente divaga por mis pensamientos más oscuros y culposos que tengo. Por algunos segundos, giro para mirarla de perfil, muerdo mi labio inferior al volver a ver la curva de sus labios, y lo sexi que se ve desde perfil. En la forma en la que sonríe, en la que su lengua humedece sus labios, sus mangas remangadas hasta sus antebrazos, lo delicada que se ven sus manos, pero como sus venas se marcan, trago saliva sintiéndome nerviosa.

Había olvidado, todo de ella, pero recuerdo que no encontraba aún más interesante cuando pensaba que era hombre. Aunque mis pensamientos ahora están… confundidos, trato de buscar la manera de comprenderla, pero no puedo.

Terminamos de comer, y me subo a la mesada con toda la comida dentro de la olla y unos palillos en la mano, cruzo mis piernas, sentándome como indio y comiendo. Samantha sonríe al verme comer, algo que me incomoda.

—¿No vas a comer? – asiente y agarra unos palillos. — Está delicioso. —

—¿Bonnie, me perdonarás? — esa pregunta, provocó que se me cerrara la boca del estómago.

—Supongo… — respondí mientras continúa comiendo, aunque no pueda tragar.

—Deja de comer, por favor… sé que cuando te encuentras nerviosa, no puedes comer. —

—¿Quién te dijo eso? El único que lo sabía, era Morgan… —Me quedo callada al saber la respuesta.

—Quiero intentarlo de nuevo contigo. Dame una segunda oportunidad y prometo que no te arrepentirás. Por favor, Bonnie. — rogó sosteniendo mis manos.

—¿Qué? ¿Segunda oportunidad? ¿Estás loca? — Aparto mis manos de las suyas.

—Bonnie, por favor. — volvió a rogar.

—No lo siento. — Me bajo de la mesa y camino a mi habitación.

Prefería tenerla lejos, pero la palabra lejos no está dentro de su cabeza. Abro la puerta de mi habitación y la empujo para que se pueda cerrar, pero no escucho el pequeño sonido que emite una puerta al cerrar.

Volteo con rapidez y veo a Samantha parada totalmente agitada, para acercarse a mí y besarme. Sujetándome sé de mis mejillas, apretando contra los pies de la cama. Haciendo que caigamos encima de cama, sus labios saborean los míos con toda la necesidad que sé requiere para no separarnos. Su lengua busca la mía y el beso se vuelve lento y demasiado tentador, como si estuviéramos coqueteando.

Y de nuevo vuelvo a caer a sus pies.

Recuerdo la primera vez que sentiste sus labios, son tan adictivos que es imposible no soltarlos. Quiero alejarme, pero no es posible, mis manos en su pecho empujándolo hacia arriba y no logro moverla.

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