En un mundo donde el dolor y la traición se entrelazan, Gabriel ha vivido toda su vida con un solo propósito: vengar la muerte de sus padres, asesinados por una poderosa familia que se mueve en las sombras. Con un corazón marcado por la pérdida, Gabriel traza un plan meticuloso para infiltrarse en su enemigo. Pero lo que no anticipa es la conexión inesperada que formará con Valeria, una joven valiente y llena de vida, que se convierte en su cómplice involuntaria. Mientras Gabriel utiliza a Valeria como un peón en su juego de venganza, ambos se ven atrapados en una red de secretos y mentiras. La línea entre el amor y el odio se difumina, y Gabriel debe enfrentarse a la pregunta más difícil de todas: ¿puede el amor nacer del deseo de venganza? En un desenlace lleno de giros inesperados, “La mentira” te llevará a través de un viaje emocional donde la redención podría ser la única salida.
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Capítulo IV Propuesta inesperada
Natalia seguía escuchando tras las puertas, sintiendo mariposas en el estómago. Al fin, sus sueños se habían hecho realidad: sería la esposa de Gabriel Linares, un hombre guapo, inteligente y con mucho dinero. *Seré la envidia de mi círculo social*, pensó la joven mientras continuaba espiando desde la rendija. Mientras ella alimentaba historias fantasiosas en su cabeza, la conversación en la sala de juntas proseguía.
“¿De qué hablas, muchacho? ¿Estás pidiendo la mano de mi hermosa Natalia?”, preguntó Diego, encantado con la propuesta. Gabriel hizo una pausa antes de contestar. Si bien al principio había querido pedir la mano de Natalia para casarse y consumar su venganza, después de investigar sobre Valeria, estaba seguro de que ella era la nieta predilecta de Diego y la hija más amada de Ismael. La cuidaban con esmero y eran mucho más exigentes con ella. Desde el primer momento en que la vio, algo lo atraía hacia Valeria y había sentido el impulso de descubrir qué era eso.
“Sí, quiero casarme con su nieta; solo que esa nieta no es Natalia. Mi propuesta va dirigida a su nieta Valeria”.
Natalia apretó los puños con fuerza al escuchar esto; sentía que el mundo se le venía encima. *Valeria otra vez*, pensó furiosa. *Siempre Valeria robándole la atención de todos*. Ya no podía soportarlo más; salió de la empresa furiosa y con ganas de desquitarse con su hermana. ¿Qué podía tener Valeria para que todos la amaran solo al verla?
En la sala de juntas, los tres hombres de la familia Arismendi se miraron fijamente, sintiendo que las cosas no eran tan simples. “¿Escuché bien? ¿Dices que quieres casarte con mi hija?”, preguntó Ismael aturdido.
“Así es, señor. Su hija ha robado mi corazón y solo quiero hacerla mi esposa para hacerla feliz”, respondió Gabriel con determinación.
“¿Entonces es cierto que ustedes ya se conocían? Lo de anoche no fue coincidencia como lo habían dicho”, dijo Diego indignado al saber que Valeria le había mentido.
“Lo de anoche fue una casualidad. Iba camino a su casa cuando vi que unos sujetos la estaban molestando, así que decidí ayudarla sin saber que era ella”, aclaró Gabriel antes de proseguir. “Desde que vi a Valeria por primera vez me sentí atraído por ella y ahora que sé que es su nieta más preciada, estoy convencido de que ella es la indicada para mí”. Diego miró a sus dos hijos con una mirada cómplice.
“Creo que usted malinterpretó las cosas; mis dos nietas son igualmente queridas para mí. Para demostrarlo, estoy dispuesto a darle en matrimonio a mi nieta Natalia”.
Gabriel lo miró fijamente hasta que finalmente respondió: “Creo que usted no ha entendido mi posición; yo quiero casarme es con Valeria, no con Natalia. Por eso le pido que me conceda la mano de su nieta menor”.
“Señor Linares, usted tiene razón; si quien le gusta es mi hija Valeria, yo no veo inconveniente para que usted y ella empiecen una relación”, respondió Ismael, viendo en Gabriel una oportunidad para alejar a Valeria del entorno familiar.
“Todos hablan como si mi sobrina fuera una mercancía; ¿acaso ya preguntaron a ella qué quería?”, dijo Sergio indignado.
“Valeria tendrá que hacer lo que nosotros le digamos; mi respuesta es sí: tiene mi consentimiento para casarse con mi hija”, Ismael estaba decidido a casar a Valeria con Gabriel y nadie podía oponerse a su decisión. Después de cerrar el trato y aceptar el compromiso entre Gabriel y Valeria, los hombres se despidieron y acordaron verse esa noche para informarle a la joven sobre su decisión.
Esa noche, Valeria se encontraba en el jardín trasero de casa, perdida en sus pensamientos mientras observaba las estrellas brillantes en el cielo. La brisa suave acariciaba su rostro, pero su corazón latía desbocado por un motivo completamente diferente al usual: un torbellino de emociones le inundaba el alma. Cuando los hombres finalmente entraron al jardín donde estaba Valeria, sus rostros mostraban una mezcla de satisfacción y seriedad. “Valeria”, comenzó Diego con voz grave. “Gabriel ha venido a pedir tu mano”.
La sorpresa recorrió el rostro de Valeria como un rayo repentino.
“¿Qué? ¿Gabriel? Pero… yo…”. Las palabras se atoraban en su garganta mientras luchaba contra las lágrimas que amenazaban con brotar.
“Él se siente atraído por ti”, continuó Ismael sin rodeos. “Y creemos que este compromiso será beneficioso para todos”.
Valeria sintió como si el aire se le escapara del cuerpo. La idea del compromiso era abrumadora; no sabía si debía sentirse halagada o aterrorizada. Recordaba cómo había sido tratada siempre como una intrusa dentro del seno familiar; siempre esperando cumplir con las expectativas ajenas sin poder expresar sus verdaderos deseos. “Pero… ¿y mis sentimientos?”, murmuró finalmente, sintiendo cómo una tristeza profunda comenzaba a apoderarse de ella. “Nunca me han preguntado lo que yo quiero”.
Gabriel dio un paso adelante, sus ojos llenos de una supuesta sinceridad. “Valeria… desde el primer momento en que te vi sentí algo especial por ti. Quiero conocerte realmente y hacerte feliz”. Sin embargo, esas palabras no lograron calmar el torbellino emocional dentro de ella. La idea del amor era hermosa pero aterradora al mismo tiempo; no podía evitar pensar en lo poco valorada que se había sentido siempre frente a su familia comparada con Natalia. Mientras las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas, comprendió que este compromiso significaba más allá del amor: significaba dejar atrás sus sueños personales por complacer expectativas ajenas una vez más.
“Necesito tiempo para pensar”, logró decir entre sollozos antes de girarse y alejarse rápidamente hacia el interior de la casa. Los hombres intercambiaron miradas preocupadas mientras Valeria desaparecía tras las puertas cerradas del hogar familiar. Nadie sabía cuán profundo era su dolor ni cuán difícil sería convencerla para aceptar un futuro ya decidido sin considerar lo más importante: su propio corazón.
Sin embargo, Diego no estaba dispuesto a pasar por esta vergüenza, así que fue tras su nieta sin mediar palabras, Ismael y Sergio se miraron preocupados, pero no se atrevían a desafiar a su padre. Por otro lado, Gabriel estaba preparado para la reacción de Valeria, por esa razón no se inmutó ante el accionar de la joven. Ahora solo le quedaba esperar a que Diego Arismendi solucionara la situación.
Que Aurora no es culpable? acaso el agua no moja? acaso no llegó a entrometerse en la relación y seducir al tonto de Gabriel? intrigante y venenosa es lo que es Aurora. 🤔🤨🇨🇴