Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capitulo 4
...CILLIAN:...
Observé a esa señorita marcharse con ímpetu.
Se veía a leguas que tenía problemas económicos, lo desesperada que estaba cuando entró en mis oficinas y sus vestimentas gastadas me lo confirmaban. Consideré ofrecerle trabajo en uno de mis bares, pero al ver lo nerviosa que estaba y su actitud orgullosa, no aceptaría ser bailarina o camarera.
Con un poco de ropa nueva y maquillaje podría verse más adulta.
Era bonita, pero no causaba en mí lujuria ni deseo.
Una idea vino a mi mente.
Volví adentro.
— Entrégame el currículum de la señorita que acaba de salir — Ordené y la recepcionista se tensó, a veces olvidaba que no estaba hablando con criminales y extorsionadores a mi mando, era un poco brusco con mi tono, demasiado serio y autoritario.
La señorita buscó en la carpeta y me tendió la hoja.
— ¿Va a contratarla?
— Siga trabajando.
— ¿Puedo tomarme una selfie con usted? — Sacó su celular, marca Leroy, fruncí el ceño — Es que mis padres no me van a creer que el mismísimo Cillian Leroy estuvo aquí.
— Lo siento, pero yo no me tomo fotos.
A duras penas soportaba las secciones de revista y las cámaras de televisión. No me gustaba que mi rostro fuese tan conocido, no siendo un mafioso.
Me marché a un lugar apartado y leí la hoja.
Su nombre era Claret Dubois, de diecinueve años, curso hasta la secundaria, los últimos trabajos fueron en tiendas y almacenes, el que finalizaba la lista me dejó pensativo. Se trataba de uno de mis restaurantes, la última vez que estuve allí terminé corriendo al inútil gerente y a la mitad de los chet, todo porque escuché a alguien gritar que había ratas y casi todos los clientes se marcharon indignados sin pagar.
Para mayor lío, vinieron los inspectores de sanidad y fui sometido a una revisión vergonzosa.
Afortunadamente, no se halló ninguna rata, pero si hubo noticias del hecho, que fueron retiradas a tiempo gracias a mi influencia.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y marqué el número de Durand, un número restringido como el mío, tenía tres teléfonos.
El de teclas lo usaba solo para mis negocios sucios.
— Oficina privada del técnico en informática ¿En qué puedo servirle?
— Deja el tónico ridículo de operadora — Dije, en voz baja.
Se rió — Yo solo cumplo mi protocolo.
— Necesito que investigues a una mujer.
— Uy, al fin vas a usar tus influencias para acosar a una chica.
— El asunto no es de incumbencia ¿Puedes hacer lo qué te pido?
— En solo una hora sabrás hasta su talla de ropa interior.
— Aunque lo dices en broma no sería mala idea — Dije, dando una mirada cautelosa hacia los trabajadores reunidos — Averigua si tiene alergias, pareja, quienes son sus padres y que se dedican, donde vive, cada cosa que se te ocurra.
— Sencillo — Alardeó.
— Voy a mandarte un mensaje con su nombre y número de identificación.
Colgué y observé la foto de la chica.
Escribí el mensaje con rapidez y guardé mi teléfono para sacar el de contactos personales, guardé el contacto de la señorita.
Volví a la oficina de reuniones.
— ¿En qué estábamos? — Tomé asiento.
— Discutimos quién será la imagen de la nueva publicidad, podemos usar un actor o una estrella de futbol...
La reunión continuó.
El resto del día recorrí los demás edificios, donde me reuní con socios y discutí mis asuntos legales.
Así era mi vida, atender los negocios legales como el CEO Cillian Leroy y también los ilegales como el mafioso Panthére.
No tenía tiempo para distracciones y tonterías de gente rica.
Mi imperio no se hubiera construido en solo diez años si estuviera de cabeza en discotecas, bares y prostíbulos.
Tampoco tenía vicios, solo fumaba cuando estaba nervioso, pero jamás metería la droga en mi cuerpo, eso sería mi perdición.
No podía tropezar en aquellos mundos.
...****************...
Después del trabajo estuve el resto de mi día en mi Penthouse, entrenando en el gym privado con la vista de toda la ciudad al fondo. Me dediqué a trotar por la noche, necesitaba pensar muy bien en mi plan, recorrí los alrededores de la torre Eiffel.
Me quité el gorro de la sudadera, jadeando, a orillas del río Sena mientras organizaba mis ideas.
Calmé mi respiración.
Volví al Penthouse corriendo, mis hombres vigilaban mi espalda desde el auto y escuché como encendían el motor cuando empecé a correr de nuevo.
El ascensor se abrió en mi piso y me quité la sudadera.
La aventé en el mueble, dando una mirada hacia la laptop cerrada donde tenía la información que Durand me mandó sobre la chica.
Me dejé caer en el mueble y encendí la laptop.
Durand llamó de nuevo.
— ¿Leíste la información de la chica? No sabía que te enloquecían menores que tu.
— Cierra la boca — Siseé — Leí todo.
— Vamos, no te molestes, ves la enorme coincidencia, su padre estuvo muchas veces en uno de tus club.
Me estrujé las cejas — Ese es el maldito problema. ¿Estás seguro de qué esa chica no tiene contacto o relación alguna con gente de mi calaña?
— Estás hablando con el mejor de los hacker, a pesar de tener un padre postor, nunca se vio implicada en ese mundo y tampoco tiene contacto con nadie de tu mundo, es evidente que no tiene idea que tu tienes algo que ver con lo que le sucedió a su padre y mucho menos la clase de rata que esconde bajo tu fino traje de empresario.
— Si yo soy una rata, tu eres el hamster de laboratorio.
— Hay muchos morosos en tus club, siempre hay un plazo para pagar ¿Por qué eliminaste a este?
— No lo eliminé por eso...
Escuché un ruido extraño.
— Hablamos ahora.
Cerré la laptop antes de que Durand pudiera seguir hablando.
Me levanté con cuidado y busqué el arma bajo el cojín. La tomé, quitando el seguro con cuidado.
Caminé hacia una de las habitaciones, pegado a la pared.
La luz de mi habitación estaba encendida.
Estuve a punto de avanzar para disparar rápidamente cuando noté las sombras de una figura en el suelo del pasillo.
— ¡Cillian! — Llamó una voz femenina.
Era Laisa.
Escondí el arma en un florero del pasillo y entré en la habitación.
— ¿Qué rayos haces aquí? ¿Cómo entraste? — Exigí enojado, Laisa estaba desnuda sobre la cama.
— El portero me dejó pasar, recuerda que tengo acceso a tu piso.
Ese portero estaba oficialmente despedido, olvidé por completo que había guardado su huella dactilar en el panel de control del ascensor, pero eso cambiaría hoy mismo.
— No puedes venir aquí sin avisar.
Se apoyó de sus manos y rodillas.
— Pronto seré la Señora Leroy, así que tienes que acostumbrarte.
Maldición, mi computadora y mi conversación, si esa infeliz vió o escuchó algo... Siempre memorizaba en que lugar dejaba las cosas y como las dejaba, pero no podía confiarme y menos de Laisa.
Ella pudo haber escuchado mi conversación.
Maldito error, los errores no se perdonaban.
— ¿Cuánto tiempo tienes aquí?
Se sentó, abriendo las piernas como invitación.
— Unos veinte o treinta minutos.
— Si tocaste una de mis cosas...
— No toqué nada, lo único que quiero tocar es a ti — Se pasó una mano por su cabello rubio — Por eso me tomé el atrevimiento de venir, me tienes muy olvidada.
— He estado ocupado.
— Excusas — Se levantó, pasando sus manos por mi pecho — Antes lo hacíamos casi todos los días.
La tomé de las muñecas.
— Eso fue antes de conocer tu verdadera cara.
— Si lo dices por lo del auto, mi padre te lo pagó y lo de Franco, te juro que no me acosté con él...
— Vete — Ordené, alejándome — No estoy de humor.
— Nunca lo estás, siempre amargado e insensible, ya es muy tarde, déjame quedarme.
— Cuando salga del baño quiero ver que no estés, sino te echaré personalmente de aquí.
Entré al baño y me quité los monos, Laisa me siguió.
— ¿Así será nuestro matrimonio?
— No nos vamos a casar por amor. Nuestro matrimonio es de conveniencia, ese fue el trato, así que la convivencia importa poco.
Ni nos íbamos a casar, yo me iba a encargar de eso.
— Yo quiero vivir contigo.
— Me gusta la soledad.
Entré en la ducha y apreté el botón de agua a temperatura natural.
Empecé a ducharme, Laisa entró y me abrazó por detrás.
— Ya pedí disculpas mil veces. Seré una buena esposa, no te daré problemas. Déjame quedarme contigo.
Pasó sus manos por mi pecho y luego bajó hasta mi abdomen.
No existía un ser más manipulador que Laisa.
Utilizaba sus atributos para conseguir todo lo que quería, era caprichosa y tóxica.
Me giré la sostuve del rostro con autoridad.
— Te dejaré en claro algo. No somos una pareja de enamorados.
A ella solo le gustaba mi apariencia y mi experiencia en la cama, pero ninguno de los dos podía congeniar en otras cosas.
— Lo sé, pero podemos intentar llevarnos bien.
Me reí, alejándola.
— Eso es irónico viniendo de ti.
— No quiero más desprecios de tu parte, cambiaré si es necesario.
— Sino puedes distinguir tus malas actitudes, mucho menos cambiarlas — Me bañé mientras ella se quedaba parada frente a mí.
— Nada está mal en mí, pero por nuestro matrimonio puedo ser lo que necesitas, mi padre cree en la unión hasta la muerte, pero no podré cumplir si tu te empeñas en ser tan grosero conmigo, le diré todo lo que me hiciste y que no respetaste el acuerdo, me mancillaste, sino me tratas como quiero lo haré...
La tomé del brazo con firmeza.
— No exijas un respeto que no mereces. Bastante deberías agradecer, porque no tengo demasiada paciencia para tolerar tus acciones, tu padre jura que eres un manso corderito virgen, pero a mí no vas a engañarme, ni mucho menos manipularme con tus amenazas, ni siquiera eras virgen cuando te toqué, tengo pruebas en mi poder de todas tus sucias acciones, así que ve a amenazar a otro de tus amantes — La solté bruscamente.
— ¡Esas pruebas no existen!
— No quiero formar un escándalo mayor haciéndolas públicas, porque eso me dejaría muy mal parado en los negocios, deberías tomar eso en consideración, ahora vete, antes de que se me ocurra enviarle el material gráfico a tu papito y quedes como lo que eres.
Laisa soltó un gruñido de indignación y salió de la ducha hecha una furia.
Cuando salí, ya no estaba.
Registré todo por si acaso, pero no hubo nada fuera de lugar.
Me preparé una merengada nutritiva después de cubrirme con un albornoz.
Volví a sentarme en el mueble, apoyando los pies de la mesita de vidrio mientras encendía la enorme televisión.
Recorrí las redes sociales de Claret Dubois, observando sus selfies y las pocas publicaciones que colocaba eran ofreciéndose para cualquier trabajo que surgiera, registré sus álbumes y me abrí una foto familiar en el acto de graduación de la secundaria.
Me incomodé un poco al ver el rostro de su padre.
Las imágenes llegaron a mi mente, pero las bloqueé. No necesitaba sentir culpa por algo que ya pasó, tantos sujetos que eliminé, en mí no había cabida para sentimentalismos, todo por el bien de mi imperio.
Negocios eran negocios, cualquier riesgo o obstáculo debía eliminarse y eso fue lo que hice.
No podía dejarlo marcharse.
Así que Claret estaba sola, su madre murió tan solo unos pocos días atrás.
Me rasqué la barba mientras bebía mi malteada tratando de decidir que hacer, debería ignorar todo, por el bien de la chica, pero sentía lástima por su situación.
Claret Dubois era mi próximo objetivo.
autora tu jamas decepcionas felicidades espero seguir leyendo tus novelas