En un mundo donde las sirenas pueden controlar el agua y los seres marinos a través de melodías ancestrales, Lira, una joven sirena de la tribu de las Ondinas, es conocida por su voz encantadora. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando, tras un accidente en el océano, pierde su habilidad para cantar. Sin su voz, Lira siente que ha perdido su conexión con su hogar y su identidad.
Desesperada por recuperar su canto, Lira decide aventurarse a la superficie, un lugar prohibido para su especie, donde se encuentra con un príncipe humano llamado Adrian. Él también enfrenta sus propios problemas: un reino dividido por la guerra y la presión de cumplir con las expectativas de su familia. A medida que Lira y Adrian se conocen, descubren que ambos pueden aprender el uno del otro y que sus mundos están más entrelazados de lo que pensaban.
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Capítulo 4: Susurros del Viento
El sol brillaba intensamente en el océano, y la brisa marina acariciaba suavemente la piel de Lira mientras nadaba hacia el corazón del reino de las Ondinas. Había pasado la noche soñando con el encuentro que había tenido con Adrian, y la emoción de la aventura la llenaba de energía. Sin embargo, había algo en su interior que la inquietaba. Sabía que debía hablar con la reina de las Ondinas.
“Lira, ¿estás segura de que quieres hacerlo?” preguntó Nia, nadando a su lado. “La reina no tomará a la ligera tus decisiones.”
“Lo sé, pero tengo que hablar con ella. Mi corazón me dice que debo hacerlo,” respondió Lira, sintiendo que la determinación crecía en su interior. “No puedo ignorar lo que siento por Adrian.”
“Solo tengas cuidado. La reina ha sido protectora de nuestra tribu durante siglos, y es sabia,” advirtió Nia, frunciendo el ceño. “Se preocupa por todas nosotras.”
“Lo entiendo, pero necesito escuchar lo que tiene que decirme. Quiero entender los peligros,” dijo Lira, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Finalmente, llegaron a la gran cueva donde residía la reina. La entrada estaba adornada con corales de colores brillantes, y el agua brillaba con un resplandor mágico. Lira sintió un escalofrío de anticipación mientras nadaban adentro.
“¡Lira! ¡Nia! ¿Qué las trae aquí?” La voz de la reina resonó en la cueva, profunda y melodiosa. Su figura era majestuosa, con escamas resplandecientes que reflejaban la luz del océano.
“Queremos hablar contigo, su majestad,” dijo Lira, sintiendo que las palabras se estancaban en su garganta.
“¿De qué se trata?” preguntó la reina, mirando a Lira con atención. “Siento que algo te inquieta.”
Lira tomó una respiración profunda. “He estado explorando el océano y… he conocido a un humano. Su nombre es Adrian.”
La reina frunció el ceño, y el ambiente se volvió tenso. “¿Un humano? ¿Y qué motivos tienes para acercarte a uno de ellos?”
“Quiero aprender sobre su mundo. Su canto me atrajo, y siento que hay una conexión especial entre nosotros,” explicó Lira, sintiendo que la valentía comenzaba a desvanecerse.
“Lira, debes entender que los humanos son seres complicados. Hay razones por las que nuestra tribu ha mantenido distancia de ellos,” advirtió la reina, su voz seria. “La curiosidad puede llevarte a caminos peligrosos.”
“Lo sé, pero…” Lira vaciló, sintiendo que la reina la miraba con una mezcla de preocupación y sabiduría. “Quiero entender. No quiero que el miedo me controle.”
“¿Y si te encuentras con el peligro? Los humanos pueden ser impredecibles,” dijo la reina, cruzando sus brazos. “No todos tienen buenas intenciones.”
“Pero Adrian no parece peligroso. Es amable y tiene curiosidad por el océano,” argumentó Lira, sintiendo que la necesidad de defender su decisión la impulsaba. “Solo quiero conocerlo.”
“¿Y si él te traiciona? ¿Y si te ve como un objeto de curiosidad en lugar de un ser vivo?” La reina observó a Lira, su tono firme. “Los humanos a menudo no comprenden la profundidad de nuestra existencia.”
“¿Y si él es diferente?” preguntó Lira, sintiendo que su corazón latía más rápido. “Quiero creer que hay algo más allá de lo que nos han enseñado.”
“Es un riesgo que no puedes tomar a la ligera,” respondió la reina, sintiendo la preocupación en su voz. “Como futura guardiana de las Ondinas, debes ser sabia en tus decisiones.”
“Pero, ¿qué significa ser sabia si no puedo seguir mi corazón?” Lira sintió que la frustración comenzaba a brotar. “Necesito encontrar mi propia verdad.”
La reina observó a Lira por un momento, sintiendo la batalla interna en su corazón. “Entiendo tu deseo de explorar, pero considera esto: el océano siempre ha sido nuestro hogar, y su protección es nuestra responsabilidad.”
Lira sintió que las palabras de la reina la impactaban. “Lo sé, y quiero proteger nuestro hogar, pero también quiero entender el mundo que hay fuera de él.”
“Hay un equilibrio que debemos mantener,” dijo la reina, su voz más suave. “La curiosidad es natural, pero el mundo humano puede ser oscuro. No dejes que te lleve a la desesperación.”
“Lo prometo, seré cautelosa,” afirmó Lira, sintiendo que la determinación regresaba a su interior. “No quiero poner en peligro a nuestra tribu.”
“Entonces, escucha a tu corazón, pero también a tu mente,” dijo la reina, sintiendo que la preocupación seguía presente. “Siempre estaré aquí para guiarte, pero debes saber que las decisiones tienen consecuencias.”
“Gracias, su majestad. Aprecio tu sabiduría,” respondió Lira, sintiendo que la conexión con la reina se fortalecía. “Quiero hacer lo correcto.”
“Por ahora, sigue explorando. Pero mantente alerta. Si sientes que hay peligro, regresa a mí,” advirtió la reina, su mirada llena de amor y preocupación.
“Lo haré,” prometió Lira, sintiendo que su corazón se llenaba de gratitud. “Gracias por escucharme.”
Cuando salieron de la cueva, Nia miró a Lira con curiosidad. “¿Qué te dijo?”
“Me advirtió sobre los peligros del mundo humano, pero también me dio su apoyo,” explicó Lira, sintiendo que la emoción la invadía. “Ella entiende mi deseo de explorar.”
“Eso es bueno. Pero aún me preocupa,” dijo Nia, sintiendo que el temor la invadía. “No quiero que te lastimen.”
“Lo sé, Nia. Debo ser cuidadosa,” dijo Lira, sintiendo que la responsabilidad comenzaba a pesar. “Pero siento que debo seguir este camino.”
Mientras nadaban hacia la superficie, Lira reflexionó sobre las palabras de la reina. Había un mundo lleno de posibilidades, pero también de peligros. “Debo encontrar un equilibrio,” pensó, sintiendo que la emoción de la aventura la llenaba.
Cuando llegaron a la superficie, el aire fresco les dio la bienvenida. Lira miró hacia el horizonte, sintiendo que la luz del sol iluminaba su camino. “Mañana me encontraré con Adrian. Quiero aprender más sobre él,” dijo, sintiendo que la determinación comenzaba a crecer.
“Solo ten cuidado, Lira. No quiero que te lastimen,” advirtió Nia, sintiendo que la preocupación la invadía.
“Lo haré, Nia. Prometo ser cautelosa,” respondió Lira, sintiendo que la conexión con su amiga se fortalecía. “Eres mi mejor amiga, y siempre te tendré en cuenta.”
Mientras flotaban en el océano, Lira sintió que su corazón latía con emoción. Había tomado la decisión de explorar, y aunque había riesgos, también había un mundo lleno de posibilidades. “Estoy lista para afrontar lo que venga,” pensó, sintiendo que el océano la llamaba.
Al día siguiente, cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte, Lira se preparó para su encuentro con Adrian. “Hoy será el día,” se dijo a sí misma, sintiendo la emoción burbujear dentro de ella. “No puedo esperar para conocer más sobre él.”
Mientras nadaba hacia el lugar donde se habían encontrado, sintió que una mezcla de nerviosismo y emoción la invadía. “¿Y si no le gusto? ¿Y si no es lo que parece?” pensó, sintiendo que la ansiedad comenzaba a pesar.
Pero cuando emergió en la superficie y vio la pequeña embarcación de Adrian, su corazón se llenó de alegría. “¡Hola, Lira!” exclamó él, sonriendo ampliamente. “Estaba esperando por ti.”
“¡Hola, Adrian! Estoy emocionada de estar aquí,” dijo Lira, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía.
“Hoy quiero mostrarte algunas cosas sobre el mundo humano,” dijo Adrian, mientras remaba hacia la orilla. “No hay nada como la libertad de estar en la superficie.”
Lira sonrió, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear nuevamente. “Quiero aprender todo lo que pueda.”
“Ven, súbete a la embarcación,” le dijo Adrian, extendiendo su mano. Lira sintió un escalofrío de emoción y un poco de miedo, pero decidió dar el paso. Nadó hacia la embarcación y se sostuvo en el borde.
“Ten cuidado, asegúrate de no caer,” le dijo Adrian, mientras ella se acomodaba en la barca.
“Lo haré,” prometió, sintiendo que la aventura apenas comenzaba. Mientras se alejaban de la costa, la brisa del mar acariciaba su piel, y Lira sintió que el mundo se expandía ante ella.
“Esto es increíble,” dijo Lira, mirando hacia el horizonte. “Nunca había estado tan lejos de mi hogar.”
“Y hay tanto más por descubrir,” respondió Adrian, sintiendo que la emoción también lo invadía. “Te prometo que te mostraré lo mejor de mi mundo.”
Mientras navegaban, Lira sintió que la conexión con Adrian se hacía más fuerte. Había desafiado las normas de su tribu, pero también había seguido su corazón. “Estoy lista para descubrir lo que hay más allá,” pensó, sintiendo que el océano y el mundo humano se unían en una sinfonía de posibilidades.