La Bruja De Arendelle

SCARLETT

Abrí los ojos y miré hacia el otro lado, Damon estaba durmiendo aún. Era de noche, probablemente más de media noche por lo oscuro que estaba la habitación. Sin embargo, no pude evitar sonreír al ver a mi Mate dormido, parecía un niño con su oso de peluche, abrazando la almohada y a mí al mismo tiempo.

Así que comencé el complicado proceso de soltarme de su agarre. Quité su brazo de mi cintura con mucho cuidado, después hice aún lado su pierna que estaba enredada con la mía y antes de poder quitar la otra, sin esperarlo nuevamente fui sujetada con fuerza con Damon con ambos brazos por la cintura, dejó de lado la almohada que estaba abrazando y entonces sentí cómo puso su cara por detrás de mi cuello, aspiró profundo y soltó un suspiro con satisfacción.

—Hueles a sándalo y rosas...—Dijo con voz ronca. —Quiero marcarte...—Me tomó desprevenida; sin embargo, no me parecía mala idea.

—Hazlo—. Le dije y no hubo necesidad de decirlo dos veces porque en cuanto lo dije, se puso encima de mí. Me acarició el cabello con ternura, me miró fijamente con sus dos ojos color ámbar, eran hermosos, pero me gustaba ver más sus ojos carmesí cuando su lobo interior toma el control. Después sus ojos color ámbar cambiaron a rojo carmesí el color que más me gustaba. Y de pronto otro recuerdo me vino a la mente, sus ojos eso fue lo que vi. Recordé lo que le dije ese día que vi sus ojos. Y simplemente lo dije.—Es un color muy hermoso. Igual que el color escarlata. Simplemente bello—. Expresé aún anonadada por el color, llevaba cien años sin ver ese color y ahora que lo veía... simplemente no dejaba de estar asombrada.

Entonces comenzó a besar mi cuello, eché la cabeza para atrás dándole más acceso a mi cuello. El sentir sus besos y caricias en mi cuello era como volver al pasado, el día en que nos dejamos llevar por nuestros instintos, deseos y placeres que antes había experimentado con otros, pero con él era diferente, con Damon... mi placer era infinito, amaba cada parte de él, su cuerpo, su amor, su pasión y ternura.

Eran cosas que no había experimentado con otros, deseaba tanto que aquello jamás terminara, el calor de sus besos y caricias me llenaban por completo, pero mientras disfrutaba, sentí enseguida sus dientes clavados sobre mi piel, era un ardor intenso y doloroso, que pronto se convirtió en placer, un placer que nunca antes había experimentado.

—¡¡AH!!—Grité al sentir sus colmillos saliendo entre mi cuello y clavícula, nos miramos mutuamente y eso fue todo. Me marcó, finalmente me había marcado como suya, como su Mate, como su Reina Luna.

Caímos rendidos y nuevamente el sueño nos venció.

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A la mañana siguiente desperté al sentir un par de manos fuertes y poderosas tocándome los senos, pellizcándolos, lamiéndolos. Haciéndome gritar excitada. Finalmente, abrí los ojos y era Damon encima de mí, sonrió travieso y siguió con ello, me besó hasta el abdomen hasta llegar a mi vagina, introdujo sus dos dedos dentro haciéndome brincar por la brusquedad con la que los introdujo, era su lobo interior el que estaba siendo tan brusco, pero a la vez tan apasionado y poderoso, sacó los dedos de mi interior y procedió a introducir su paquete dentro de mí, grité excitada y la mordida en mi cuello ardía y mucho, estaba más concentrada en mi propio placer que ya nada más me importó.

Seguí gritando mientras él introducía una y otra vez su paquete hasta que ambos nos corrimos, sacó su paquete, y cayó encima de mí, me abrazó y noté que sus habían vuelto a la normalidad.

—Por la Diosa, un día de estos vas a matarme...—Dije recuperando el aliento. Él se rio, pero a la vez reforzó su agarre.

—Eres finalmente mía y eso nadie lo va a cambiar—.

Luego de un rato Damon se fue dado que tenía trabajo que hacer, y sobre todo porque yo lo obligué a irse a trabajar. Si fuera por él ambos estaríamos en la cama todo el día. Literalmente.

Mientras que yo tuve que prepararme para mi viaje a un pueblo cercano de Arendelle, necesitaba recolectar información sobre posibles indicios de la Tribu Luna Sangrienta haciendo disturbios insignificantes, pero esos indicios me preocupaban porque eran muy seguidos y debía saber de qué carajos se trataba, además solo estaría una semana fuera, como máximo. Y esperaba que así fuera porque el hecho de haber sido marcada... provocaría los celos sin sentido de ese Rey Alfa de pacotilla.

Por lo tanto, había decidido irme cuando fuera de noche, para así evitar que otros lobos me detectaran, debido a que tenían prohibido entrar al bosque cuando no fuera luna llena.

Porque ahí era donde el verdadero peligro se avecinaba en las profundidades del bosque.

Me levanté de la cama y me vestí con magia. Me puse un pantalón de mezclilla y una camiseta gris con un suéter del mismo color, unas botas estilo militar grises y mi mochila con algunas cosas que iba a ocupar en mi viaje. Sujeté mi cabello en una coleta de caballo y estaba por irme cuando llegó Damon.

—¿Ya te vas?—Dijo tomándome por sorpresa.

—Sí, debo irme. Regreso dentro de una semana, lo prometo—. Hizo un puchero de niño pequeño. Qué infantil es...

Lo tomé de las solapas de su camisa blanca y le un beso profundo y lleno de amor. Se quedó inmóvil un segundo pero pronto reaccionó.

—Te amo. Volveré en una semana, no te preocupes. Si pasa algo, lo sabrás no solo por la marca y nuestro vínculo, sino también por esto—. Hice aparecer en la palma de su mano un anillo con la misma piedra que la mía. Era una parte de la esencia de mi piedra natal.

—¿Un anillo?—Asentí.

—Póntelo, y verás lo que pasa—. Se puso el anillo y tanto mi piedra como la de él brillaron con mucha intensidad.—Con ella sabrás cuándo estoy en peligro, cuando brilla con aquel color escarlata, pero si el color cambia a un color azul intenso como la luna azul... sabrás que estoy en peligro y el anillo te guiará a cualquier lugar en que me encuentre—. Asintió mirando el anillo de oro con la piedra pulida en medio.

—Suerte, y cuídate mucho.

—Lo haré, te amo—. Le confesé a mi Mate. Él sonrió.

Me fui usando magia esperando a que nada malo estuviera ocurriendo.