NovelToon NovelToon
Mi Sumiso Incubus

Mi Sumiso Incubus

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Dominación / Equilibrio De Poder / BDSM / Demonios / Chico Malo
Popularitas:8.3k
Nilai: 5
nombre de autor: AC MirikaVerena

Balvin, un joven incubus, se encuentra en su última prueba para convertirse en jefe de territorio: absorber la energía sexual de Agustín, un empresario enigmático con secretos oscuros. A medida que su conexión se vuelve irresistible, un poder incontrolable despierta entre ellos, desafiando las reglas de su mundo y sus propios deseos. En un juego de seducción y traición, Balvin debe decidir: ¿sacrificará su deber por un amor prohibido, o perderá todo lo que ha luchado por conseguir? Sumérgete en un mundo de pasión, peligro y decisiones que podrían sellar su destino. ¿Te atreves a entrar?

**Advertencia de contenido:**

Esta historia contiene escenas explícitas de naturaleza sexual, temas de sumisión y dominación, así como situaciones que pueden ser sensibles para algunos lectores. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de AC MirikaVerena para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Rituales y Sombras

Agustín apoyó la mano contra la pared mientras el agua fría golpeaba su cuerpo con fuerza, casi al punto de provocar dolor. Los pensamientos giraban sin control, atormentándolo, las discusiones con Balbin resonaban como un eco en su mente. ¿Por qué, al encontrarse con esos ojos que a veces, entre lágrimas, pedían por él con placer, también lo miraban con miedo, desprecio y terror?

Cerró los ojos, intentando ahogar las recriminaciones, las súplicas, pero era inútil. Las palabras y las emociones se acumulaban como una tormenta dentro de él, hasta que una verdad ineludible surgió: ¿Cómo podía salvarlo? ¿Cómo aliviar su carga? ¿Cómo protegerlo de algo que no conocía, de seres y un mundo que apenas empezaba a comprender? Pero, sobre todo…

‘¿cómo salvarte de mi?’

Frustrado, su puño se estrelló contra la pared con fuerza. El dolor fue breve, insignificante, mientras observaba cómo su piel sanaba rápidamente, dejando intacta la superficie de su mano. Al igual que el disparo que alguna vez había recibido, ya no quedaba rastro alguno, solo el recuerdo de lo insoportable que eran esas voces internas. Voces que exigían que cumpliera con su misión. Pero la peor de todas era la que conocía desde niño: la de su padre.

___________________

El puño impactó con brutalidad en el estómago del adolescente, derribándolo al suelo. Agustín cayó de rodillas, jadeando, con el cuerpo entero machacado por los golpes.

—No necesitas a nadie —dijo el hombre, encendiendo un puro mientras lo observaba desde arriba, con frialdad—. Las personas son herramientas, nada más. Úsalas para escalar, para tu beneficio.

Agustín intentó levantarse, tambaleándose, mientras su padre daba una larga calada al puro, exhalando el humo con desdén.

—Yo soy tu herramienta más preciada. Conmigo, tu dominio está asegurado. Solo tendrás que aprender a mantenerte en el poder.

La voz era dura, implacable, cada palabra un golpe más para el adolescente.

—Dicho esto, niño, ponte de pie —ordenó, lanzando el puro al suelo y apagándolo con un pisotón. Tosió levemente, sin perder el aire de superioridad—. Seguiré siendo la herramienta que te recuerde que estás solo. Y eso, Agustín, es lo mejor que te puede pasar.

Agustín, temblando, se obligó a ponerse de pie. Alzó los brazos con dificultad, en un gesto de defensa automático, y con un hilo de voz respondió:

—S-sí, señor.

________________________

De vuelta en el presente, Agustín cerró la ducha y salió. Tomó una toalla con movimientos mecánicos, secándose mientras sus pensamientos seguían encadenados al pasado. Después de ponerse la bata, cruzó hacia la habitación contigua, donde estaba el sillón y un pequeño armario con ropa de emergencia. Se vistió rápidamente, cada movimiento meticuloso, hasta que marcó un número en su teléfono con dedos firmes pero tensos.

—Cierra todo.

La voz de la secretaria respondió de inmediato:

—Director. Procedo a hacerlo.

Agustín inhaló profundamente antes de continuar, su tono bajo pero cargado de seriedad:

—Si algo sucede y no logro contactarte, pon al tanto a mi madre. Dispón de todos los recursos necesarios.

—Sí, señor.

Colgó sin añadir nada más. Sus ojos se cerraron un instante mientras soltaba un suspiro lento, el peso de sus decisiones aplastándolo, aunque su postura seguía rígida, imponente.

Cuando salió de la habitación, se encontró con Siwel, quien estaba apoyado despreocupadamente contra la entrada. El pelirrojo levantó la mirada al verlo, con una sonrisa ligera en el rostro, aunque sus ojos reflejaban cierta inquietud.

Agustín lo observó en silencio, su mirada fría deslizándose por la sala, evaluando cada rincón antes de posar los ojos en la entrada de su oficina.

—Él… —comenzó Siwel, cerrando los ojos un instante antes de negar con la cabeza. Agustín alzó una ceja, impaciente, pero Siwel continuó, con un tono más bajo—. Está… preparando todo.

Agustín lo fulminó con la mirada, sin detenerse a responder. Con un leve ajuste en su chaqueta, se puso en marcha.

—Si tienes algo que decir, dilo. —Ordenó Agustín con firmeza mientras pasaba junto a él.

Siwel sonrió con su típico aire despreocupado y sacudió una mano como si quisiera limpiar el ambiente de tensión. Sin embargo, cuando Agustín detuvo un libro que Siwel lanzó frente a él, sus ojos se encontraron, y la sonrisa del pelirrojo empezó a brillar más.

—Tienes que traducir.

—Quizás has malinterpretado tu posición, parásito. —Dijo Agustín, acercándose hasta quedar frente a Siwel. Su voz era baja, pero cortante—. Tú no me das órdenes. ¿No te trajeron aquí para ser de utilidad?

Siwel soltó una carcajada que no llegó a sus ojos y levantó una mano para apoyarla en el hombro del joven empresario.

—Hombre, no tienes que preocuparte por mí. —Su tono era jovial, pero sus palabras parecían esconder algo más profundo—. Balbin es mi mejor amigo en todos los mundos. Ha sido así por mil años.

Agustín arqueó una ceja, y con un gesto rápido, apartó la mano del hombro.

"¿Mil años?" pensó, aunque su expresión no dejó traslucir la sorpresa. Siwel retrocedió con una sonrisa burlona que parecía disfrutar del desconcierto de Agustín.

—Pequeño… necesitas encontrar el ritual de "Hynorath". —Siwel dejó caer el término con un tono deliberado, casi provocador.

"El Paso Sombrío…" reflexionó Agustín, recordando algo que había leído o escuchado entre susurros antes.

—Tal cual lo entendiste. —Continuó Siwel, divertido por la reacción del empresario—. Hynorath es un ritual chamánico antiguo que permite a los tuyos proyectar su espíritu álmico hacia otros plano. Esta proyección les permite observar y comunicarse con entidades sin ser detectados.

Siwel inclinó la cabeza y su expresión se volvió peligrosa, aunque su sonrisa se mantenía intacta.

—¿Quieres saber la mejor parte? Es un arte extremadamente peligroso. Deja el cuerpo físico vulnerable, totalmente expuesto a ataques o accidentes.

Agustín sintió que algo encajaba en su mente, como piezas de un rompecabezas que al fin tomaban forma. Las palabras de Balbin resonaron en su memoria: "¿Siempre tan dispuesto al suicidio?" Claro que Balbin no se negaría a algo así, no cuando parecía desesperado por borrar esa sombra de preocupación que lo rodeaba. Osea… Agustín.

—Pero no llamemos a las desgracias, ¿eh? —Añadió Siwel con un tono teatral mientras tosía ligeramente—. Aunque sería una verdadera tragedia...

Lejos de mostrarse preocupado, Agustín esbozó una sonrisa ladeada.

—Una tragedia para tu mejor amigo. —Replicó Agustín, usando el tono justo para molestar al pelirrojo.

La sonrisa de Siwel se tensó, y sus ojos se entrecerraron.

—Depende de la perspectiva. Enterrar tu cuerpo y ocultar la evidencia no sería fácil, pero mucho menos imposible.

El ceño de Agustín se frunció, una mueca de duda cruzó su rostro, pero antes de que pudiera responder, lo agarró de la pechera. La sonrisa de Siwel se quebró en una mueca nerviosa mientras intentaba apartarse.

—No si te hago pedazos primero. —Gruñó Agustín con los ojos entrecerrados.

—¡Ay, ay, tranquilo! —Rió Siwel con nerviosismo, levantando las manos—. Bueno, usando términos chamánicos vas bien, te felicito.

Las palmadas en el hombro de Agustín fueron demasiado para el empresario, pero antes de que pudiera hacer algo más, una tercera voz rompió la tensión.

—Si tienen tanto tiempo para perder, imagino que ya encontraron el ritual. —Dijo Balbin desde la pared donde estaba recargado, con los brazos cruzados y un semblante cansado.

Ambos se giraron para verlo, y Agustín soltó a Siwel, dejando que la tensión en el aire se disipara lentamente.

Siwel se colocó detrás de su amigo con movimientos deliberados.

—Creo que lo están poseyendo de nuevo. —Aseguró, señalando a Agustín con una mezcla de preocupación y burla.

—Deja de buscar problemas. —Reprendió Balbin con voz firme.

—Lo siento, lo siento… —Murmuró Siwel con las manos en alto, aunque su tono estaba lejos de sonar arrepentido—. Pero sería mejor si lo arrastramos inconsciente. Ya que se niega a cooperar...

—No hay duda de que es tu amigo, sumamente exasperante. —Agustín encendió un puro y exhaló el humo antes de mirarlos de nuevo, Bal habló.

— ¿Encontraste el ritual?

Agustín tardó unos segundos en responder. Durante ese breve instante, aprovechó para observar detenidamente al Incubo. Había algo distinto en Balbin: un agotamiento profundo, una desconexión que parecía arrastrarlo hacia otro lugar.

—Voy a necesitar algunos materiales. —Respondió finalmente.

Siwel lo señaló con incredulidad.

—¿Ya lo sabías? ¿Estabas fingiendo?

Agustín ignoró la pregunta y se dedicó a ojear el libro como si no hubiera escuchado nada.

—¡No me ignores, Vesh'tar! —Exclamó Siwel, frustrado.

Agustín sonrió con arrogancia, disfrutando del control de la situación.

—¿Debería sentir inquietud por esa desconexión que tanto señalas? —Preguntó con ironía, sin levantar la vista del libro.

Siwel se cruzó de brazos y murmuró algo entre dientes mientras desviaba la mirada.

Balbin, que hasta ese momento había permanecido callado, suspiró profundamente y rodó los ojos. Se acercó a Agustín, manteniendo una actitud seria.

—Sé que entiendes que va a ser peligroso. Pero necesitas mantener la cabeza fría. Lo que estás por hacer conlleva riesgos.

—Desprenderse del alma… es como estar en coma. No hace falta que me lo expliques. Sé lo que tengo que hacer para ponerle fin a este juego. —Respondió Agustín con una seguridad que no admitía réplica. Luego giró hacia Siwel y señaló con un gesto autoritario—. Ven aquí, parásito. Sé útil por una vez en tu vida. Te daré la lista de materiales.

Siwel lo miró con los ojos muy abiertos, forzando una sonrisa antes de materializar sus muñequeras llenas de dardos.

—Podría arrancarle el alma sin necesidad de ningún conjuro o ritual.

—Ve y haz lo que te pidió. —Ordenó Balbin con seriedad.

—¡Bal! No caigas en sus caprichos. Podemos hacerlo a nuestra manera.

—¿Y arriesgarnos a fragmentarlo? Relájate y no caigas en sus provocaciones. Además… eres quien lo ha estado insultando desde que llegó.

Siwel dio un paso atrás, llevándose una mano al pecho y dramatizando el momento. Cubrió sus ojos con el brazo como si estuviera al borde de llorar.

—Tienes razón… Yo… yo soy el problema.

—Tss. —Rezongó Balbin, tomando la ropa de Siwel para arrastrarlo fuera de la habitación.

No pasó mucho tiempo antes de conseguir los materiales y trasladarse nuevamente al departamento. El silencio en el auto, las miradas fugaces y la tensión latente entre ellos eran ineludibles. Sin embargo, Siwel, siendo una criatura de naturaleza social, encontró alivio en entablar conversación con el conductor, escapando momentáneamente de la incomodidad.

Al llegar, el departamento fue vaciado; los guardaespaldas, enviados a casa. Agustín se aisló para realizar unas llamadas privadas, mientras Balbin y Siwel preparaban el círculo ritual. Hierbas, carbón y sales de variados colores se esparcían con precisión en el suelo.

El pelirrojo, visiblemente fastidiado, frunció el ceño mientras quemaba sal.

—Padre de todo, si los primeros nos vieran… —masculló con teatralidad.

Balbin, cubriéndose la nariz para evitar el olor, decidió ignorar el dramatismo.

—No exageres —respondió con un tono cansado.

Cuando Agustín regresó, se unió a ellos. Se acercó lentamente, observando a Balbin, quien esperaba expectante alguna observación. Agustín bajó la mirada hacia el pentagrama trazado con meticulosidad. Era perfecto, idéntico al del libro. Pero, en lugar de reconocerlo de inmediato, fingió analizarlo más detenidamente: las velas, las letras arcaicas, las runas. Cada detalle estaba en su lugar.

El disfrute de Agustín era evidente; su actitud deliberada hacía que Balbin comenzara a tensarse, esperando ansioso una respuesta. La impaciencia era casi palpable. Entonces, Siwel rompió el momento al toser repetidamente, lanzando el pincel con frustración.

—¡Ya está! —dijo el pelirrojo entre jadeos, temblando por el sobresfuerzo de haber terminado de dibujar los símbolos en las paredes. Símbolos que lo oprimían.

Balbin se acercó a él, dejando momentáneamente su incomodidad.

—Relájate. Lo hiciste bien —le aseguró con un tono tranquilizador.

Siwel, aún respirando con dificultad, asintió.

—Me quedaré aquí —murmuró, dejándose caer pesadamente en una esquina.

Mientras tanto, Agustín arrojó el libro al suelo y entró con decisión en el círculo. Balbin lo observó de espaldas, notando una mezcla de sensaciones. Un amargo sentimiento comenzó a invadirlo; algo en Agustín era diferente, único. El joven chamán no parecía temerle, no lo despreciaba. Al contrario, había un entendimiento tácito entre ambos que lo confundía profundamente. ¿Era necesario seguir con esto?

‘Esto tiene que acabar’, pensó Balbin. ‘Antes de que yo... antes de que ambos...’

—No estoy seguro de lo que estoy a punto de hacer —dijo Agustín, interrumpiendo los pensamientos del Incubus—, pero tengo la sensación de que no les va a gustar.

Siwel, con un respingo, se cubrió los oídos como si anticipara algo desagradable. Balbin, por el contrario, decidió no apartar la vista. Se obligó a observar a Agustín con claridad, recordándose a sí mismo que él no era más que un chamán, alguien con quien estaba atado por obligación, no por elección.

Agustín alzó las manos a la altura de su pecho y comenzó a recitar con voz firme:

—Vytren yl-arkâa sehlân, Kyruvan et Kyruvah. Zeylarûn: hêsha nûmûn.

“Pido permiso a las altas esferas, padre de todo, madre de todo. Con su permiso, inicio mi camino.”

Las velas negras cambiaron abruptamente a un blanco puro, mientras las llamas se tornaban de un violeta brillante. Una presión casi insoportable comenzó a oprimir a Balbin, pero Agustín continuó, ignorando el dolor evidente que cruzaba su rostro.

—Vastel hêruv hanôrath, yhalme ne'tyr kaelûn.

“Cierro mi cuerpo, cruzo la sombra, y mi alma se eleva.”

El aire del departamento se llenó de una energía vibrante y densa. Cada símbolo alrededor del círculo resplandeció con intensidad. Balbin sintió su cuerpo ligero, como si la fuerza que lo mantenía conectado a la tierra se desvaneciera. La presión en el entorno amenazaba con aplastarlo, pero no apartó la vista de Agustín, quien permanecía inmóvil, con una determinación inquebrantable.

Las voces, que antes parecían desgarrarle los oídos, ahora sonaban suaves pero severas, como una sentencia inquebrantable. Entonces, un ardor abrasador invadió cada poro del cuerpo de Agustín. La sangre que antes fluía cálida ahora parecía fría, densa, y cada movimiento era un tormento. Consciente de aquella energía que recorría su ser, sintió cómo algo lo arrancaba lentamente de su cuerpo. Quiso gritar, liberar el dolor insoportable que lo atravesaba, pero ningún sonido salió de su garganta. Ni siquiera podía mover un dedo.

Mientras tanto, Balbin observó con horror cómo los símbolos que rodeaban el círculo comenzaban a desprender brillantes lazos de energía. Estas líneas centelleantes se aferraron al alma de Agustín, tirando de ella con una fuerza despiadada. El sufrimiento en su rostro era evidente, y aunque el vínculo que los unía no le transmitía del todo el dolor, Balbin podía sentir la angustia de lo que estaba ocurriendo.

Un impulso instintivo lo dominó. Sin pensarlo, Balbin corrió hacia Agustín, dispuesto a intervenir, pero una voz poderosa lo detuvo en seco.

—¡No te acerques!

La orden resonó como un trueno, y de inmediato Balbin quedó inmóvil. La marca de su vínculo brilló intensamente, una fuerza invisible lo sujetó en su lugar. Atónito, Balbin intentó moverse, pero el peso de aquella orden era como un ancla. Era la primera vez que Agustín usaba conscientemente su autoridad sobre el vínculo, y Balbin lo sabía. La sorpresa de sentirse controlado no era nada comparada con su urgencia de ayudarlo, pero estaba atado, completamente a su merced.

‘ ¿Qué estoy haciendo?’

Meditó y quiso ver el rostro de Agustín, mirarlo directamente a los ojos, como si eso pudiera reafirmar lo que finalmente debía aceptar: no era solo un humano, no era una figura cualquiera. Era un chamán, un ser capaz de ejercer una voluntad que Balbin no podía contradecir. Y, aunque era tarde para negar la realidad, deseaba que esa mirada bastara para apagar cualquier otra emoción.

No quería sentir más que la obligación impuesta por la circunstancia. Necesitaba convencerse de que lo que los unía no era más que el vínculo, que no había nada más allá de esa cadena invisible que los ataba.

Pero, sin saberlo, el chamán estaba librando su propia batalla interna. La energía que lo exponía también desataba sus instintos más primitivos, aquellos que dormían en las profundidades de su ser. Un torrente de ira y supervivencia le exigía que destruyera las amenazas frente a él: los dos Incubus. Una voz antigua, la de sus ancestros, le susurraba con severidad, ordenándole ejercer su poder con responsabilidad, eliminarlos antes de que pudieran hacerle daño.

Uno en especial.

Apretó los ojos con fuerza y tensó la mandíbula, luchando contra aquella necesidad salvaje que lo envolvía. El susurro se tornaba insoportable, como un coro implacable que repetía una y otra vez el mismo mandato. Finalmente, en un arrebato de furia, estalló dentro de sí.

‘¡Cierren la boca!’ gritó hacia sus adentros con toda su voluntad, y de inmediato el mundo pareció silenciarse.

El último tirón lo arrancó finalmente de su cuerpo, liberándolo de toda atadura física. Su alma cayó al suelo, y al instante notó que el tacto del mundo a su alrededor era completamente diferente. Ya no era carne y hueso, sino algo más etéreo, más frágil, pero al mismo tiempo más poderoso. El silencio que había invocado no era solo externo; también dentro de él había cesado la tormenta. Por primera vez, sentía serenidad como si hubiera vencido sus propios demonios.

__________________________________________________

¡Hola, querido lector/a!

Antes que nada, quiero agradecerte profundamente por tomarte el tiempo de leer mi historia. Tu apoyo es invaluable para mí, y me llena de gratitud saber que estás aquí. Si te ha gustado, tus comentarios, puntuaciones y "likes" son una de las mejores formas de ayudarme a seguir creando y creciendo como escritora. Si no lo haces... bueno, al menos lo intenté. ¡Te mando todo mi amor y luz! ✨

Y hablando de mi querido Balvin, ¿te has dado cuenta de la contradicción en sus pensamientos y acciones? Mi pequeño niño está completamente confundido, ¿no es así? Es como si estuviera atrapado entre lo que quiere y lo que debe hacer. ¡Qué personaje más interesante! Jaja, me encanta ver cómo evoluciona.

Te quiero mucho y gracias por acompañarme en este viaje literario. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

Con cariño,

A.C. Mirika V

__________________________________________________

1
Mili Linue
estoy asustada.
quiero ver a Balbín admitir que le gusta Agustin
Mili Linue
jjajaj perdón pero ahora veo a este William con orejas de gato jajajajaja miam miam
...necesito terapia.
Mili Linue
deja a mi esposo fuera de tus cochinos pensamientos/Silent/ celosa
Mili Linue
si ya esta perdído
Mili Linue
jajajjaaj hijo de la constitución
Mili Linue
Mi esposo llegó
Mili Linue
muestrale quién manda /Smirk//Applaud/
Mili Linue
yo entendí esa referencia
Mili Linue
/Scare/ díablos señorito!
Mili Linue
/Brokenheart//Brokenheart//Brokenheart//Whimper//Frown/
Mili Linue
DALE CON LA SILLAAAA /Angry/
Mili Linue
bo ves que apenas camina¡!!! /Sob//Sob//Sweat/
Mili Linue
/Puke//Puke//Puke/
Mili Linue
/Speechless//Speechless//Speechless/ y a este que le pasa
Mili Linue
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!
me embaracé. Siwel cásate conmigo¡!
Mili Linue
/Skull/
Mili Linue
stoy confundida con el tiempo
Mili Linue
siiiiii seré discreta /Shhh/
Mili Linue
no me asustes!
Mili Linue
no estés triste ya no stas solito
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play