Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
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Capítulo XX
Había errado.
Me provocó, me toco, me llamo con tanto anhelo que no pude resistir a él, a su físico, su llamado de auxilio y yo como tonta cedí.
Por eso estoy ahora como estoy, ¿Me arrepentía? Si, me arrepiento, le estoy haciendo pasar el infierno que yo viví a una mujer que no lo merece, que nadie merece, la culpa me estaba carcomiendo y más cuando ya venía hacia aquí. Pronto la vería, la vería cara a cara y no sabría como mirarla a los ojos.
Ayer, me sentí tan empoderada al escuchar sus palabras, esas palabras que aún recuerdo, con el placer de mil demonios, con su aliento a menta, con su loción dulzona con toques a maderados, con su nariz que tocaba la mía:
—Soy todo tuyo...
Mentira.
Era una vil mentira.
Quería que lo oyera en ese estado de bochorno para que cayera en sus artimañas de conquista, lo sé, lo sé, sabía que esto ocurriría.
Sabía de antemano, de primera fila quien era Alexander Morgan, de lo que era capaz, de lo mujeriego que podía llegar a hacer y aun así como una tonta cai en las mas viles trampas. Me pongo de pie y comienzo a caminar de un lado hacia otro con la angustia, con la ansiedad en mis venas. Mordí mi uña buscando aliviarla, pero ni con eso lograba calmar estoy nervios, necesitaba algo, a alguien, no, lo necesitaba a él.
No logré conciliar el sueño en toda la noche, no logré cerrar mis ojos y poder de pensar en el.
Si, ese era el maldito toque de un Morgan, de Alexander Morgan, ese era su encanto, que cuando te tocaba dejaba tu huella, te dejaba deseosa, te dejaba con las ganas de más, tan solo esa noche me toque, me toque para aliviar la lujuria, para borrar la ausencia de sus dedos, de sus besos, de su calor, de sus manos, de sus labios, de su piel.
Lo maldecía, por qué eso era, era la maldición andante, con su piel blanca y pálida, con su cabello azabache, sus poderosos brazos que me envolvieron como lo hicieron incontables de veces, sus palabras dulces acompañadas de su amenazadora voz varonil que lograba ponerte los bellos de punta que te provocaba hasta las neuronas, y eso, eso es lo que más me molestaba en toda mi miserable vida, por qué él podía afectarme y verlo y el maldito seguía tan fresco como una lechuga.
El pitido del intercomunicador resonó en mis oídos y presiones el botón para escuchar la voz de mi secretaria quien mencionó la llegada de Megan Green.
Respire profundo y volví a sentarme buscando aliviar mis nervios, sabía y entendía que nada iba a salir de su boca y ni de la mía, pero comprendía que jamás volvería a ver igual a la rubia quien entraba con una enorme sonrisa en su rostro, seguido de aquel semental que no sonreía para nada.
Si antes lo odiaba, ahora lo odio mucho más al verlo ahí, delante de mí con una naturalidad abrumadora.