Entre Siglos Y Maldiciones

Catalyn se había atrevido a llamar a su mamá un par de días después de lo que había sucedido. Sentía que su corazón palpitaba como un tambor contra su pecho y que las lagrimas afloraban de nuevo en sus ojos al recordar lo que le había hecho, pero se obligó a hablarle como si fuera otro día en su vida.

- Hola mamá - le dijo cuando ella contestó.

- ¡Catalyn!, Dios mío, ¿dónde has estado? He hablado con Derek todos los días, ¿pero por qué tú no me habias llamado antes?

- Estaba recuperandome de lo que Vanessa y el Padre Nicolás me hicieron.

No le iba a decir que las noches eran más frías y que temblaba como si estuviera en el ártico; que las tardes se las pasaba intentando descifrar que era real y que no; y que en las mañanas temia no poder sentirse bien consigo misma. No le diría que todo eso no se comparaba con la decepción y el resentimiento que tenía y que en cada anochecer deseaba no haber pasado por eso.

- Catalyn..., ¿aún puedes hacer magia? - le preguntó su mamá, ignorando por completo que ese repugnante sacerdote y esa bruja la habían intentado asesinar.

Catalyn quiso responderle lo muy insensible que estaba siendo y colgarle, pero decidió solo hablar con ella y mantenerse calmada. Si bien los objetos a su alrededor ya no resultaban afectados por su poder, no quería perder los estribos y comenzar una discusión que solo terminaría lastimando a su mamá.

- No, no puedo. Pero lo haré, de nuevo.

- Espera, Catalyn. ¿De verdad quieres recuperar tu... tu poder?

- Si, mamá. Es lo que soy. Siempre he tenido poderes, siempre he sido una bruja -. Hizo énfasis en la palabra -. No me siento bien sin mi magia.

- Pero...

- Entiendo que me tengas miedo - la interrumpió, haciendo su mayor esfuerzo por sonar tranquila y comprensiva -, entiendo que creas que soy peligrosa y que puedo herir a los demás. Yo también tengo ese miedo, pero si nací con estas habilidades tal vez sea por una razón mayor de la que comprendemos -. Odiaba hablar y referirse a las creencias de su mamá, pero tenía que hablar su idioma para poder apaciguar el ambiente entre ellas -. Me quedaré con Derek y con Victoria el tiempo necesario para controlar mis poderes. Continuaré mis estudios y te prometo que haré el mejor esfuerzo para no lastimar a nadie más. Estos poderes no son malos. ¿Podrías, solo por esta vez, confiar en mi?

Su mamá guardó silencio un largo rato.

- No creo que sea bueno que recuperes tus poderes. No entiendes que...

Catalyn soltó un suspiro, decepcionada.

- Es la decisión que he tomado - dijo, le dolía en lo profundo de su corazón que su mamá la viera como un monstruo que debían de encerrar y controlar -. Por favor, tú me criaste, papá me enseñó tanto como pudo sobre mi magia. ¿De verdad crees que pueda ser capaz de lastimar a alguien con intención?

Ella volvió a quedarse callada un largo tiempo.

- No lo creo, pero es difícil que puedas controlar esos...

- Está bien, mamá - le dijo antes de que ella continuara denigrando su magia -. Hablamos luego, estaré llamándote cada mañana.

Le colgó y dejó el teléfono a un lado. Tal vez esperando que la llamara de nuevo o que recibiera un mensaje con disculpas por lo que había sucedido, pero no fue así. Intentó convencerse de que debía darle tiempo para aclarar sus pensamientos y que muy pronto podrían dejar de lado sus diferencias.

Fue al baño de su habitación y se miró al espejo. Tenía los ojos remarcados por ojeras y parecía que hubiera estado días enteros llorando. Estaba más pálida y sus labios no eran rosa suave, sino casi violeta. Cerró sus ojos e intentó mejorar su aspecto con su magia, pero como sospechaba, no sucedió nada. Tendría que trabajar muy duro para recuperar su verdadera esencia y, ahora que ya no la tenia, se había dado cuenta de lo mucho que la extrañaba. Aún la aterrorizaba la idea de poder lastimar a alguien y de seguir sintiéndose discriminada y rechazada, pero ya le costaba aguantar las alucinaciones y los dolores y se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba sentir esa conexión con la vida a su alrededor. Además, su papá esperaba que pudiera ser una excelente bruja. Lo había dicho en la carta.

- Bueno, no puedo verme como si estuviera muerta - le dijo a su reflejo e hizo su mejor intento de maquillaje y arreglarse, porque si quería sentirse a gusto con sus poderes, tendría que sentirse a gusto consigo misma.

Cuando salió de su baño, encontró a Derek esperándola con una bandeja llena de comida y un pequeño paquete de color violeta metalizado en su mano.

- Es una clase, Catalyn, no una reunión con el presidente - le dijo entre risas.

- Que tú te veas como un desastre no significa que yo también deba verme así - se burló.

- Espera, ¿en serio me veo así? -. Catalyn le sonrió y le recibió la comida, aunque aún no tuviera apetito y apenas si había probado bocado después de lo sucedido.

- ¿Qué es esto? - le preguntó sobre el pequeño paquete.

- Ábrelo.

Aunque no estaba acostumbrada a que la tratara con tanto cariño y atención, reconocía que se sentía agradable que se preocupara por ella. Al menos alguien la seguía queriendo después de saber que tenía magia. O que solía tenerla. Cuando abrió el regalito, Catalyn sonrió conmovida. Era un collar que tenía pequeñas esferas de color café con una pluma de plata en el centro. Era bastante hermoso.

- ¿Y esto? - le dijo sonriendo -. No tienes que darme regalos, Derek.

- Te ayudarán en las clases, tienen magia. Todos los brujos acá impregnaron un poco de su poder en las esferas del collar.

- Derek... no tienes que hacer todo esto, en serio. Lo aprecio y estoy muy agradecida, pero no... -. Derek la abrazó y Catalyn dejó de hablar. Tenerlo cerca la hacía sentir mejor, como si su sola presencia la tranquilizara.

- Está bien - le dijo él con suavidad. A Catalyn le gustaba cuando hablaba de ese modo, sonaba sereno y más aterciopelado -. No te preocupes. Mientras pueda..., te cuidaré.

Derek se separó, pero mantuvo la cabeza gacha y se dirigió a la puerta.

- ¿Estás bien, Derek? - le preguntó ella, ¿por qué no le daba la cara?

- Solo estoy un poco mareado - le respondió, aún sin verla a los ojos -. Estaré afuera un rato, pero volveré en la noche.

- Espera - le dijo. No podía sentir sus sentimientos ni podía escuchar su corazón, pero sabía que algo andaba mal con Derek -. ¿Puedo ir contigo? No conozco el lugar...

- Victoria vendrá por ti.

Y justo después, él se fue. Sin decir una palabra más.